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A Yuna le gustaba JungKook, pero no contaba con el valor suficiente para confesárselo.

Ella era muy cercana a su abuela y decidió contarle sobre su situación. Su abuela ya estaba muy enferma y temía perderla en cualquier momento. Debido a ello, pasaba el mayor tiempo posible a su lado.

- Díselo, Yuju.

- ¿Qué?

- Sólo díselo. Sino, alguien más te lo va a ganar. - sonrió con tierna sorna a lo que su nieta negó con una sonrisa.

- Ay, abuelita. Si supieras que hay tantas niñas que piensan igual que yo...

- Todo puede pasar. Si no lo intentas, tal vez te arrepientas después.

Entró en un trance instantáneo al perderse en sus pensamientos.

- ¡¡Mamá!!~ - exclamó con notoria frustración. - Me gusta tanto. Abuelita piensa que es muy sencillo decirlo... - se abrazó a su almohada y rodó sobre su cama. - Aña~ - se escuchó un chillido ahogado a través de la tela y el algodón.

- Bueno. Si no quieres decirlo entonces demuéstraselo. - dejó un montón de ropa limpia sobre su colchón.

- ¿A q-qué te refieres?

Tomó un calzón y se lo aventó a la cara.

- Bésalo. - cerró la puerta y se fue sin más, dejando a su hija con la cara caliente y el alma saliéndosele del cuerpo.

Así pasaron días, semanas, meses. Ella no podía hacer nada, pues los nervios la carcomían viva cada vez que si quiera pensaba en hacerlo. El ser testigo de los intentos fallidos de otras chicas le aplastaba las esperanzas sin piedad.

Llegaron las vacaciones, sin embargo para ella no fueron exactamente las mejores pues, una fría y lluviosa madrugada de mayo, su abuelita se fue dejando a toda la familia con el alma destrozada.

Yuna se arrepintió tanto de no haberle hecho caso a su consejo cuando ella aún seguía con vida para poder contarle si lo lograba o, de lo contrario, poder ser consolada. El dolor la atacaba con recuerdos de su niñez y sus últimos momentos juntas. No tenía control de sus propios pensamientos en aquel difícil momento.

Las vacaciones terminaron unas semanas más tarde. La escuela la mantenía ocupada y pronto superó todo. Incluso esa fuerte atracción hacia JungKook.

Pasados unos cuantos meses, en medio de una plática familiar, la nostalgia la inundó al recordar a su querida abuelita y las miles de cosas que no pudieron hacer en un posible futuro. También recordó el crush que tuvo con ese chico y rió entre lágrimas.

Decidió entonces que cumpliría con aquello que no pudo cumplir cuando aún había tiempo y el sentimiento se encontraba fresco.

Un buen día, ella llegó decidida a la escuela. Planeó a detalle cuándo y cómo lo haría, sin embargo, los nervios y el miedo eran terriblemente inevitables.

Era tiempo de retirarse, aunque horas antes ya había hablado con JungKook para decirle que se vieran en una calle poco transitada cerca de la escuela. Él, un tanto extrañado, aceptó.

Al llegar, se detuvo en seco al verlo a lo lejos sentado en la escarpa de la calle esperándola. Con paso firme y los labios fuertemente apretados se dirigió a él.

- Hola...

- Ah. Hola. Llegaste. - le sonrió y el corazón de ella pareció dar un vuelco.

Se dio una bofetada mental para recordarse que ya no le gustaba. Esa resultaba una reacción tonta. Se convenció a sí misma de que simplemente eran los malditos nervios.

My mom told me ★YuKook★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora