Parte IV: Mejor Pedir Perdón que permiso.

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Juliana hizo uso de toda su fuerza de voluntad mientras se acercaba lentamente hasta Valentina que lucía más hermosa que de costumbre

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Juliana hizo uso de toda su fuerza de voluntad mientras se acercaba lentamente hasta Valentina que lucía más hermosa que de costumbre. Su delicado y escultura cuerpo desnudo, enrollado entre las sábanas blancas, y sus hermosos ojos ardiendo en deseo eran una clara invitación a una noche de sexo apasionado, tanto o más que como fue su primera vez. Caminó hasta ella con el sonido de su embravecido corazón haciendo eco en sus oídos, intentaba calmarse y buscar las palabras correctas para lograr que la ojiazul entendiera el por qué no debían seguir aquel arrebato sexual que poseía la razón de ambas. Lo que menos deseaba era que se sintiera rechazada o no deseada, lejos de eso la morena moría por hacerla suya nuevamente y demostrarle con besos y caricias todas las cosas que generaba en su ser, pero sabía que Cupido estaba en lo correcto. Si quería demostrar sus buenas intenciones y ganar una oportunidad con la castaña tenía que ir despacio, lograr su confianza, conocerla y descubrir la manera de llegar a su alma.

- Eres tan hermosa, pareces una diosa – reconoció la morena sonrojada y temblorosa.

- ¿Por qué tan nerviosa? – respondió al notar el nerviosismo en las palabras de Juliana - ¿A qué le tienes miedo? Todo lo que ves ya lo tuviste antes – el tono de su voz era muy sensual lo que provocaba que el deseo empezara a hacer estragos en las partes íntimas de la morena.

- Si, pero no tuve tiempo de observar cada detalle de ti – tartamudeó – A la mañana siguiente desapareciste y no pude contemplar un poco más de tu belleza – su corazón seguía latiendo a ritmos insospechados.

- Eres rara Juls – sonrió con algo de diversión – cualquiera en tu lugar ya hubiera saltado encima de la cama para tener sexo conmigo, pero por alguna extraña razón solo estás asustada y temblorosa – la ojiazul podía sentir que algo no andaba del todo bien. Antes de ingresar al baño la pelinegra ardía en deseo, sin embargo, al regresar su mirada no era la misma como si algo pasó y ella no lo percibió del todo.

- Muero por saltar a la cama contigo y repetir todo lo que hicimos en Los Ángeles, pero tengo miedo de que no entiendas lo que estoy haciendo aquí – se aclaró la garganta – Que pienses que vine solo por un capricho o un arrebato pasional.

- ¿Por qué viniste Juls? ¿Qué buscas? – preguntó tratando de entender porque la hermosa morena de repente parecía perdida y dispersa.

- Nunca sentí con nadie lo que me hiciste sentir aquella noche, jamás en la vida pensé que me podría entregar de esa manera – respondió – Tu cuerpo y el mío hicieron tantas cosas maravillosas, pero sé que no solo se trata de eso – se sentó en la cama buscando los ojos de Valentina y tomando su barbilla en sus manos – Lo que veo en tus ojos es algo que no puedo explicar, cuando conectan con los míos es como si me transportara a otro mundo. Uno muy distinto, es como si pudieras mostrarme una vida nueva – la castaña la miraba confundida, pero reconociendo la sinceridad y profundidad de sus palabras. Su corazón estallaba en latidos por aquel marrón que no se apartaba de ella y que le cortaba la respiración.

Flechazo de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora