Parte VIII: Noviazgo Oficial

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- ¡Buenos días Juls! – dijo Valentina con voz soñolienta mientras abría sus ojos despacio para adaptarse a la luz. La morena estaba al otro lado de la habitación, sentada cerca de la ventana contemplando la belleza del lugar que aun la tenía cautiva.

- ¡Buenos días Val! – respondió sonriente. Se había despertado un poco antes y estaba tomando una taza de café – ¿Cómo dormiste princesa? – le preguntó con una sonrisa dulce.

- He tenido mejores despertares, siendo honesta – sentía que su cabeza iba a estallar, sin duda alguna, el exceso de vino de la noche anterior dejo secuelas en su organismo – Siento como si alguien con un taladro lo estuviera usando en mi cabeza – se puso de pie muy despacio y caminó hasta el sofá donde se ubicaba la pelinegra.

- Te ves hermosa con tus ojitos achinados y esa voz ronquita, me encanta – sonrieron ambas y compartieron el primer beso del día. Uno dulce, suave y sin pretensiones.

- Tú me encantas a mí, mucho – la castaña se sentó en las piernas de la morena que le entregó dos pastillas y un batido hecho a base de tomates y otros vegetales no tan deliciosos para ayudarla a la recuperarse de la resaca.

- Debes tomarlo todo – aconsejó - te hará muy bien. Mis amigas de la universidad solían prepararlo cada vez que terminaban enfiestadas y poco tiempo después estaban como nuevas.

- ¡Que asco, Juls! – gritó con cara de disgusto al probar el trago – esto sabe horrible. ¿Qué tiene dentro? – casi limpiaba su lengua con sus manos.

- Mejor que no lo sepas, solo tómalo para que te sientas mejor y las pastillas también. Te ayudaran con el dolor de cabeza – pidió con paciencia.

- ¡Ok! pero solo porque me siento de la patada – ingirió las pastillas y se tomó todo el batido de un solo golpe. Juraría que había sido el trago más desagradable de su vida. Segundos después se acurrucó en los brazos de la morena y escondió su rostro en su cuello - Tú, ¿cómo dormiste, bonita?

- Agotada, tuve que cargarte del viñedo hasta aquí y eres muy pesada – se carcajeo de su propio chiste – cuando llegamos sentí que me moría por el esfuerzo y luego, cuando pensé que descansaría, tus ronquidos no me dejaron dormir – continuaba riendo mientras la ojiazul hacía lo propio desde su posición – Ahora mi espalda me estaba matando y tengo ojeras por tu culpa.

- ¡Que exagerada eres! – respondió segundos después riendo sonoramente – Además, mientes descaradamente. Mi equipo de trabajo dice que estoy en mi peso ideal, ni más ni menos. ¡Ideal! – bromeaba sobre su condición física.

- Todos estamos de acuerdo con ellos – la ojiazul empezó a reír nuevamente ante el comentario sincero de la pelinegra – Todo en ti es ideal, tu rostro, tu sonrisa, tus ojos, tus labios. ¡TODO! – exclamó haciéndola reír más fuerte.

- Despertaste de muy buen humor el día de hoy por lo que veo – respondió y la joven asintió.

- ¡Sí! Hoy es un muy buen día para estar viva – dijo sonriente – Desperté y tu rostro hermoso fue lo primero que vi, estamos juntas en un paraíso terrenal y justo ahora te tengo en mis brazos ¿Qué más puedo pedir? – buscó sus ojos – Estoy muy feliz, Val.

- También estoy muy feliz, Juls – respondió con ternura y haciendo un pucherito emocionado – Es lindo estar así contigo, sentirte cerca – dejo un tierno beso en su cuello y la morena sintió cosquillas - ¿Qué hacías antes de que despertara?

- Veía algunas de las fotos que nos tomamos ayer en el viñedo – respondió con simpleza – están muy hermosas. En cada una de ellas resalta tu sonrisa y la belleza de tus ojos.

Flechazo de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora