Parte X: El Libro de los Amores Perfectos

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- Padre tengo una duda – decía Cupido frente a su padre el dios Vulcano - ¿Por qué la maldición no surtió efecto en ellas? Pudieron tener sexo sin que pasara nada.

- Porque en el corazón de Valentina ya los sentimientos han empezado a manifestarse – respondió desde su trono – Su corazón está cediendo, poco a poco, y con los gestos de Juliana el proceso fluye mucho más rápido de lo que pensé. Su amor es muy fuerte y profundo, puede con todo. Incluso con las dudas, las viejas heridas y traiciones. Es de los amores más fuertes que se han escrito en la historia del mundo. Ven, te voy a mostrar cómo se creó su amor – abrió un libro enorme que tenía como título "Amores Perfectos". Según la mitología allí estaban escritas las historias de amor más perfectas del universo, las que el mismísimo Vulcano había escrito con puño y letra.

- ¡Wow! – decía sorprendida la pequeña crura – Es increíble, desde tiempos inmemoriales ellas se han amado – veía las imágenes en el libro y relacionaba todo con ellas.

- Desde el inicio de la humanidad se han pertenecido, sus almas no existen una sin la otra...

***

Esa mañana la feliz pareja cambió de planes y fueron a compartir el desayuno con Franco quien, como era de esperarse, estaba muy contento por ver a su querida amiga, Valentina, tan feliz y rozagante al lado de su novia. En primera instancia le sorprendió un poco la química y complicidad entre ambas, más que nada porque hacía ya tiempo que no la sentía tan genuina, orgánica, natural, siendo ella misma. Eso como amigo le causaba mucha emoción y alegría, aunque como representante le provocara algunos dolores de cabeza. Todo el circo mediático alrededor de su nueva relación no era del todo sano o agradable ya que muchos medios sacaban las cosas de contexto con la única intención de lucrar con la situación. Él se encargaba por todos los medios de hacer entender a las marcas con las que trabajaban que esto no se trataba de un nuevo escándalo ni nada por el estilo para así no afectar los contratos comerciales de la famosa modelo.

Ella, por primera vez en su vida, se encontraba completamente inmune a todo aquello que parecía estallar a su alrededor. Sabía que tenía a su lado a una persona maravillosa que estaba dispuesta a todo por estar con ella, de eso no había dudas. Y si las hubiera, el hecho de que viajara hasta Paris solo para buscar una oportunidad con ella las despejaría todas de un golpe. La diseñadora era especial, diferente a todo lo que conocía y eso era precisamente lo que la había cautivado. Como Juliana lograba mantener intacta su esencia, su manera de pensar aun perteneciendo a un mundo, a veces, tan superfluo y banal como la moda. Esa mezcla de creatividad, ingenuidad, seguridad y belleza que poseía la morena la estaban encadenando a un sentimiento que cada segundo se hacía más y más fuerte. Con cada palabra y cada gesto la pelinegra derribaba un nuevo muro en sus adentros y le permitía descubrir, de a poco, esos sentimientos que hace unos años había decidido encerrar para evitar que la dañaran.

Enamorada esa era la palabra que definía su sentir por Juliana, estaba deslumbrada, pero cómo estar segura de que no saldría herida, de que ella no se iría de la misma manera inesperada en que llego a su vida. No lo sabía, no tenía certeza de nada. Así que era un riesgo bastante alto, jugar a todo o nada, volver a entregar su corazón y suplicar a la divinidad para no estar equivocándose. Cuando veía los ojos y el rostro sonriente de la chica a su lado se llenaba de confianza, de ilusión con que ella era la correcta, la indicada para atreverse a amar nuevamente. Sin embargo, su parte racional aparecía dejándole saber que, a veces, no todo es lo que parece y que por la vida hay que ir con pies de plomo, sobre todo, con los temas del corazón porque son los que más daño nos hacen.

Mientras Juliana charlaba amenamente con Franco y compartían unas mimosas, ella contemplaba su hermoso perfil y el encanto de su fascinante sonrisa. Admiraba sus facciones, delicadas, únicas y perfectas, y sentía el vibrar de su alma, el sonido de los latidos embravecidos de su corazón anunciando que cada día se quedaba con menos excusas para entregarle todo a la bella mujer junto a ella. Como si adivinara sus pensamientos la pelinegra, instintivamente, entrelazó sus dedos y le regaló una breve sonrisa, tan brillante que el mismísimo sol de aquella mañana se sintió ofendido.

Flechazo de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora