Parte VI: Hechizo de Castidad

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Juliana despertó aquella mañana con la sensación de ser dueña del mundo y la sonrisa dibujada en su rostro era prueba de ello, había sido una noche de fuegos artificiales, llena de complicidad y pasión desmedida. A pesar de las dudas que aún persistían en sus adentros, Valentina se entregó nuevamente a ese mar de sensaciones y deseo que solo la morena despertaba en ella. Se poseyeron sin pudor alguno, se disfrutaron y se reclamaron suyas hasta quedarse dormidas una en brazos de la otra.

Al abrir sus ojos y extender su mano sobre el amplio colchón en busca de la castaña se percató de que no estaba con ella lo cual le pareció raro dado que, la noche anterior, habían acordado desayunar juntas. Se puso de pie, se dirigió al baño para la rutina matinal y luego a la sala donde, finalmente, encontró a la ojiazul, sentada en su enorme sofá, en una conversación telefónica bastante interesante según lo que se alcanzaba a escuchar. La morena no quiso interrumpirla, así que se dirigió a la cocina por una taza de café.

- No voy a salir a desmentir esos titulares Franco – dijo la castaña con paciencia – es la primera vez en años que la prensa dice algo cierto de mí, así que tendremos que lidiar con ello. No puedo presentarme a decir que quien aparece en esas fotos no soy yo cuando es evidente que estoy con Juliana en ellas – su representante le había pedido que desmintiera públicamente los titulares que aparecieron en casi todos los sitios de internet de prensa rosa en aquella mañana. Al parecer algunos paparazis lograron obtener fotos muy tiernas y comprometedoras que vinculaban a la exclusiva modelo con la famosa diseñadora. En las instantáneas se les veía tomadas de las manos caminando por la ciudad, abrazándose y compartiendo un tierno beso.

- Valentina, no te estoy pidiendo que mientas – dijo el representante al otro lado de la línea – solo que no lo aceptes públicamente y que mantengas un bajo perfil el resto del tiempo que Juliana esté en la ciudad. No necesitamos esta clase de prensa ahora.

- Es lo mismo Franco, quieres que diga que no tengo un romance con Juliana y si lo tengo – aclaró – Por respeto al público, a mi misma y a ella no puedo presentarme en la televisión a desmentir estos rumores – la voz de la ojiazul empezaba a agriarse un poco. Le parecía en extremo absurdo el pedido de su representante de salir a mentir en los medios.

- Estamos en medio de la negociación con la marca de perfumes, sabes bien que ellos quieren vender la imagen de una mujer soltera y empoderada que se vale por si misma y no necesita de nadie más – Franco intentaba hacerla entender la importancia de su recomendación – Una mujer que se ve como un ídolo para el resto, eso es lo que se quiere proyectar en el nuevo lanzamiento.

- Y me parece perfecto, pero esta mujer empoderada está saliendo con una persona que le gusta mucho – dijo con claridad y sin percatarse de que Juliana había ingresado a la sala con su tasa de café en mano. Se mantuvo en silencio mientras escuchaba la conversación con una sonrisa de quinceañera enamorada – Es lo que hay, si prefieren alguien más pues adelante. Pero no saldré a decir una mentira públicamente – sentenció y del otro lado se escuchó el suspiro profundo del chico.

- Espero que sepas lo que estás haciendo Valentina – respondió – Te estás jugando la exclusividad de esta marca, millones de dólares – advirtió con preocupación.

- Sé que hay mucho en juego, pero confío en tu trabajo – dijo la ojiazul – Tú puedes resolverlo, eres un genio y algo se te ocurrirá, de eso estoy segura – sonrió sinceramente – Y sino pues ya vendrán otras marcas.

- Ojalá bastara con tus halagos para solucionar todo – respondió – Déjame pensar en algo y hablamos más tarde – dijo el joven.

- Te quiero, aunque en este momento me estés odiando – ambos se rieron a carcajadas.

- Jamás podría odiarte, eres mi ángel Valentina – respondió con honestidad – Te quiero princesa, aunque me saques canas verdes.

Flechazo de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora