5 MINUTOS

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Y aquí estaba, como siempre. Esperándola. Se había retrasado cinco minutos, pero aun así sabía que durante ese pequeño tiempo lo ocupaba para verse tan bonita y me gustaba. Sujeté nervioso la correa de mi mochila. Las manos comenzaron a sudarme y las limpié en el pantalón. Divisé a lo lejos el auto lujoso de su padre estacionarse cerca y fue entonces cuando me di cuenta como nunca antes de lo diferentes que eran nuestros mundos.

Hermosa, con una piel como la porcelana, unos ojos verdes y la sonrisa más linda que había visto en mi vida. En ella se concentraron como siempre todas las miradas. Y mi corazón saltó dentro de mi pecho.

En ese momento, el efusivo y aparatoso abrazo de Juan, su novio, la abordó. Mi sonrisa se desvaneció en el instante en que sus labios hicieron contacto, baje la mirada. ¿Desilusionado? negué ¿Qué mierda me pasaba? Lucia era solo mi amiga. Tal vez reaccionaba de esa manera porque el tipo me parecia un idiota. Un idiota con suerte. Levanté la mirada cuando escuche su risa, claro, reía por alguna de sus tonterias.

-Ey, Rivera!- me gritó -¡Me la cuidas!

Mi sonrisa convertida en una mueca nunca antes me había resultado tan falsa, Juan hizo rugir su motocicleta y se largó formando una nube de polvo.

-¿Algún día se llevarán bien?- me preguntó ella cuando llegó a mi lado.

-No creo que la inteligencia con la estupidez sea una buena combinación- me encogí de hombros.

Ella, cansada, negó con la cabeza y jugando me dio un suave empujón.

Pasado el tiempo, nos mudamos a universidades diferentes, así que nuestro contacto se limitó a algunas salidas esporádicas y largas llamadas telefónicas. Durante el último año salió con algunos chicos hasta que conoció a Benjamin, el tipo realmente tenía buenas intenciones y aunque detestaba reconocerlo, era agradable. Entonces me di cuenta de que ella era feliz. Decidí que la única manera de arrancarla de mi corazón era olvidándola, así que empecé a salir con un par de chicas. Sin embargo, cuando ella aceptó casarse con él, me derrumbe. Me fui al primer bar que encontré y ahí descargue todo mi dolor con el alcohol. Cosa que no fue buena idea pues nunca había tomado tanto. Fue ahí como conocí a Tania. Ella me ayudó a salir vivo de una inminente pelea con un tipo. Y lo que comenzó como una bonita amistad pronto se convirtió en algo más. Pensé por un tiempo que ella era la indicada para olvidar lo que había tratado de dejar atrás. No le conté de Lucia y ella nunca me lo preguntó.

Lucia y yo dejamos de hablarnos, ya casi no nos veíamos y sólo estábamos enterados el uno del otro por los amigos que teníamos en común.

Todo sucedió durante una fiesta, al principio me había negado a ir, pero después de haber estado trabajando arduamente todo el día, mi amigo Daniel me había convencido de asistir.

Tania había viajado a casa de sus padres y habíamos quedado en que yo la alcanzaría después. 

Lucia y yo nos encontramos, su sorpresa se igualó a la mía y fue un momento muy incómodo para los dos. En algún momento de la velada me encontré recostado sobre la chimenea observando cada uno de sus suaves movimientos mientras disfrutaba de una copa de champagne. Nuestras miradas se encontraron y, nerviosa, se recoloco un mechón detrás de la oreja. Di un largo trago a mi bebida terminando el contenido de un tirón y para no recurrir a las intensas ganas que tenía de besarla, retomé de inmediato mi camino hacia la salida, necesitaba estar solo. Me disculpe con todos y bajé las escaleras del departamento de dos en dos hasta el muelle desierto a esas horas de la noche. Lance ferozmente una piedra a las aguas tranquilas. Me cubrí el rostro con ambas manos pasándolas después entre las hebras de mi cabello castaño.

Me percate de su presencia cuando su aroma llegó hasta mí.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté sin darme la vuelta- ¿Dónde está Benjamin?

ONE - SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora