notes 紅葉 satzu

I'm so sorry.

Es que no había nada más hermoso que recordar los momentos con Tzuyu. El cómo jugueteaban y cómo la taiwanesa la trataba. Era toda una dama.

La morena le había hecho probar la comida taiwanesa, y era muy deliciosa. Habían probado también comida de otros lugares del mundo, fue una experiencia totalmente deliciosa e inolvidable.

Había llegado al instituto con una hermosa y amplia sonrisa, iba a ir directamente a su casillero y se encontró con los tres chicos japoneses.

—¡Hola, chicos! —Saludó en su idioma. Takuya y Yuto fueron los únicos que le sonrieron, el tercero estaba algo cabizbajo.

—Sana, ¿podemos hablar? —Fue directo Yuta. Minatozaki lo miró algo extrañada, normalmente el chico siempre le hablaba con mucha energía y una sonrisa pegada en su cara.

—Claro, Yuta. —Los otros dos japoneses se dispusieron a dejarlos solos.

—Bueno... el sábado pasaba por el parque y... te vi junto a Chou, ¿te gusta verdad? —Preguntó algo desanimado. Sana se sonrojó por completo, no tenía planeado que alguien más se enterara de su amorío con Tzuyu. Así que sólo asintió y respondió.

—Sí, me gusta Tzuyu, mucho, así que... si me vas a humillar por amar a una chica, mejor ahórratelo.

—Tranquila, está bien, es genial que alguien te haga feliz, da igual si es un chico o una chica, el problema es que... me gustas. —Sana al escuchar aquellas palabras lo miró incrédula mientras pensaba en qué podía decirle al pobre chico. Ella no creía que las razones por la cuál él siempre la invitaba a salir o la trataba muy lindo era por eso, creía que solamente quería tener una amistad con ella. Ahora se sentía fatal.

—Yuta... lo siento mucho, yo no-

—De verdad me gustas pero hey, me gusta verte feliz también, así que sigue adelante con Chou, ¿sí? —Sana solamente sonrió. Después de todo, Yuta siempre fue buen chico. Sentía lástima, no podía negarlo pero después de todo, el japonés fue comprensivo y apreciaba aquel hecho.

—Muchas gracias, Yuta, sabes que después de todo... una amistad es lo que podría ofrecerte.

—No es nada, ahora ve donde Tzuyu, sé que ibas directamente hacia ella. —El sonrojo en la cara de la japonesa dejaba expuesta sus intenciones, el chico sólo soltó una pequeña risa y le dio pequeñas palmadas a la chica en la cabeza.

Con eso, Minatozaki se fue corriendo.
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Tzuyu estaba tranquilamente sentada en la biblioteca. Había quedado con Sana de encontrarse ahí para estudiar algo de física.

Y justamente, aquella japonesa nuevamente invade sus pensamientos. El cómo aquel día de la cita, ella sonreía y jugueteaba. Sus mejillas como ardilla y rojas, era adorable. Ayer habían hablado por teléfono toda la tarde y fue así que quedaron en aquella solitaria biblioteca de su instituto. Estaban en último año, pronto irían a la universidad y debían estudiar mucho.

Luego escuchó cómo alguien se sentaba frente a ella y le daba un beso en la mejilla. Era Sana.

—¿Qué tal, Tzu?

—Sana.

—Esa soy yo, en el camino me encontré a Yuta y me confesó algo. —Rápidamente la taiwanesa le puso atención a ello, aquel chico siempre era muy atento con Minatozaki, no quería que alguien arruinara lo poco pero lindo que había conseguido con su japonesa.

—¿Y?

—Le gusto, pero sabe lo de n-nosotras. —Tartamudeó. Tzuyu al notar eso, acarició la mejilla contraria y sonrió ampliamente.

—Eres adorable, ¿sabías? —La contraria rápidamente sonrió y su sonrojo incrementó, la morena no evitó poder soltar una pequeña risa y besó la frente de Minatozaki.

—B-bien, mejor comencemos a estudiar.

—Cómo digas, capitana.

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¡Hola!
Mucho tiempo, lo sé, pero debo avisar que la historia está casi por terminar):