1.El historial del criminal.

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—Deberías simplemente ignorarlo. No cabe duda que es un patán... Sólo míralo: Cómo habla y cómo te mira... Esos ojos no son de amor.
Te quiere follar.— La mirada brillante de una chica emitía disgusto, al igual que sus palabras. Disgusto ocasionado por la presencia cercana de un muchacho de complexión deportiva, cabello castaño y que usaba unos lentes que le quitaban un poco el aspecto de "Don Juan". Esta misma, carecía de mucha altura (sin llegar a los extremos, claro) y a la vez que decía aquellas palabras, hacía ademanes delante de su amiga.

—Éso ya lo sé, sólo que me dan curiosidad algunas cosas de él. Podrá ser un patán, pero hay algo extraño con él. A parte... No lo culpo... ¿Quién no querría follarme?— Le contestó su amiga.

—Sí, obviamente hay cosas extrañas dentro del cerebro de un PATÁN, duh.— La  pequeña hizo un gesto de desagrado y a su vez emitió una expresión de que aquello que dijo su acompañante era obvio.

—No me refiero a eso, ahhh... ¿Sabes qué? Olvídalo... Y come que se va a enfriar tu burrito.—La otra chica, quien ya se notaba cansada de hablar del chico con anteojos volteó la mirada a su plato de comida y luego movió las manos como si dijese "ya, ya".

—Sí, sí. Lo que digas...— Resignándose de su deseo por seguir aquella conversación, la muchacha inicial le dió una fuerte mordida a su burrito razonando el hecho de que la amiga tenía razón, su burrito se enfriaría y su sabor no sería ni siquiera cercano a "bueno".

Aquellas dos chicas eran Wendy Anderson y Jereni Brown, quienes se conocieron 6 años atrás y su amistad comenzó desde aquel momento, mientras Jereni le vendía un dibujo de las tortugas ninja a una compañera de Wendy.
Eran el dúo perfecto: una chica ruda y de carácter, y la otra dispuesta a ayudar a Jereni en cualquier cosa.
Jereni era más alta que Wendy, tenía el cabello muy obscuro y sus ojos eran verdes de color saturado. Wendy, por su parte, era más pequeña que el promedio. Su cabello era castaño pero se lo solía pintar de un verde brillante y sus ojos eran grandes de color miel claro.

La muchacha de baja estatura era feliz usando camisas de manga larga y pantalones de mezclilla cualquiera, mientras que la otra chica era más extravagante a la hora de vestirse.
La ojijade soñaba con ser una diseñadora de modas reconocida, la otra soñaba con ser la representante o algo que involucrase ser la mano derecha de su amiga.

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—¡Ahhh!—Se quejó la pelinegra alzando la voz—¡Con un carajo! Deja de eructar cerca mío... Sin avisarme antes de que quieres una guerra.—Jereni sonrió competitivamente después de pronunciar lo anterior y eructó más fuerte cerca de la cara de su amiga.

—¡No! ¡Apestas!.—Ambas rieron y enseguida sonó el timbre de la casa; por fin había llegado la pizza que habían encargado, ya habían tardado más de lo que debían.
Lástima que esa pizzería no tenía la típica promesa de "Si no llega en media hora, ¡la pizza es gratis!".

—Yo voy...— Exclamó la joven de cabello obscuro, se levantó y caminó hacia la puerta; cuando la abrió, se percató de que el repartidor era un chico de la escuela, aunque no sabía su nombre.

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—Hola, disculpen la demora. Hubo un accidente y el camino era una locura... Igualmente, procuré que la pizza no se enfriara. Está en perfecto estado y cuando gustes puedes pedir otra y yo mismo te haré un descuento... Sólo no se lo digas a la pizzería.— "Aquel chico hablaba mucho", pensó Jereni, sin embargo, su manera de hablar hacía notar un carisma nato.

—Bien, no hay problema... Sólo que no habrá propina.— Jereni sujetó la pizza y estaba por cerrar la puerta cuando el tipo la detuvo con una pregunta.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2023 ⏰

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