Suelen asociar al verano con la felicidad. Todo es alegría, los días soleados, calorusos e ideales para ir a la playa.
Valentin asocia al verano con la tragedia.
"Mi amor, ¿vas al final?"
"Si, no sé, hace calor, ¿no?" dudó para después cuestionar sin tener idea de nada.
Hace ya uno tiempo que Valentín no tenía idea de nada.
"Si, está hermoso el día. Andá que te va a hacer bien, llevá short de baño por si el agua está linda" le recomendó Maia. Por primera vez, después de mucho, sintió una pequeña fracción de felicidad, para ella era un paso, el hecho de que su hijo tuviese ese incentivo para salir de su cuarto.
"¿Me acompañás?"
Su madre lo pensó por un momento y luego se acercó a él para después abrazarlo.
"No quiero sonar mala, pero, ¿no te parece mejor si vas solo?"
"¿Solo?" repitió inseguro.
"Si no querés te acompaño, obvio."
Últimamente, Maia se había dado cuenta de que se sentía muy ajena a su hijo, Valentín no solía hablar con ella, tampoco pasar el tiempo, pero de todas formas creía que era mejor que él vaya solo a la playa, ya que de ese modo Valentin podría despejar su mente y pasar tiempo con el mismo frente al agua. Aunque en realidad él pasaba mucho tiempo solo.
"Me haría bien que vayas conmigo." confesó apartando su vista de ella, un poco avergonzado por el hecho de decir eso siendo un pibe de casi veintiún años.
Por otro lado, si su hijo le decía que le iba a hacer bien la presencia de su madre junto a él, entonces iría sin ningún problema.
"Vamos entonces."
Valentín sonrió agradecido y le devolvió el abrazo para después volver a su cuarto. Al entrar suspiró desganado cuando observó como se encontraba todo, no abría su ventana desde hace meses, la única luz que solía ver era la artificial de la lámpara que colgaba del techo. No estaba para nada orgulloso de su dejadez. Incluso en el piso se hayaban montones de ropa, discos e incluso fotos, de eso último no se había percatado, es más, se sintió algo culpable y en cierto punto como una mala persona. Para su suerte, las fotos se encontraban dadas vuelta y con simpleza pudo recogerlas sin necesidad de verlas.
Se dirigió hasta la ventana y comenzó a subir la persiana, achinando sus ojos a medida que se encontraba con la luz del sol. El cuarto no tardó en iluminarse, cambió casi al instante, la iluminación natural era perfecta.
Se dirigió hasta su ropero, donde se encontró con el mismo nivel de desorden que tenía en su cuarto. Su ropa estaba toda revuelta, aunque, una parte de su ropero no.
La ropa de ella, perfectamente arreglada, sin tocar y casi sin apreciar. Valentin extendió su mano y quiso aun que sea rozar sus dedos con alguna de las prendas, pero no pudo.
Como cuando intentás juntar dos imanes por tu propia cuenta, y sentís esa fuerza que te impide juntarlos.
"¡Llevá lentes!" gritó Maia desde el living.
Lo que si pudo agarrar fueron los lentes de sol que no se usaban hace ya un año, una persona en específico fue la encargada de utilizarlos por última vez.
Se los colocó aprovechando para tapar sus horrorosas ojeras que hace ya meses se habían instalado en su cara, aunque él no se esforzó mucho en tratar de deshacerse de ellas, de hecho no se esforzó directamente.
"¿Pronto?"
"Eh... si, pronto." se dió vuelta para poder ver a su madre de frente, ella lo observó con algo de angustia al ver el accesorio que traía puesto.