● Dos | Carta de la decepción

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1977
Septiembre

Aún resultaba extraño despertarse cada primer día de clases sin Gia esperándola en la cocina, con una sonrisa y con unos panqueques preparados solo para ella.

Habían pasado exactamente cinco años desde que la dejó para siempre.

Esta vez no estaba ella, despertándola con suavidad, sino su madre, con una sonrisa cansada.

—Vamos cariño, se nos hace tarde —susurró, observando como a su hija le costaba abrir los ojos, el sueño era más poderoso.

—¿Eso importa? —gruñó, enterrando su rostro en su cómoda almohada.

—Vamos, no empieces con tus tonterías —suspira su madre, rodando los ojos con algo de fastidio—.Te quiero abajo en máximo veinte minutos, no tendrás tiempo para desayunar así que te daré dinero para el tren—le dejo una última caricia en el cabello que se sintió más obligatoria que nada y salió de la habitación.

Esa era su relación con su madre. Ni siquiera sabía bien cómo definirla. A veces le fastidiaba, y sabía muy bien que en viceversa. Se querían, pero si les propusieran un fin de semana para madre e hija para pasar tiempo juntas estaba segura de que ambas rechazarían la propuesta de inmediato.


...



Gritos, llantos, risas.

Un pequeño resumen de cómo se encontraba el andén. Algunos novatos se despedían de sus familias con una sonrisa enorme en sus rostros y otros con lágrimas y ceños fruncidos.

Sumando a las personas el vapor que cubría todo, le era físicamente imposible encontrar a alguno de sus amigos, con todo y que ellos nunca, absolutamente nunca, pasaban desapercibidos.

Los merodeadores.

Ese fue el nombre que James Potter les asignó a todos juntos. Rain no estaba segura de si ella también era parte, no sabía si su amistad era suficiente como para estarlo.

—¡Dios mío es que nadie tiene modales!

Sonrió de inmediato al oír la voz a su espalda. Aquella voz aguda pero no demasiado, autoritaria y firme, dulce. Lily Evans estaba detrás suyo. Y al parecer tal exclamación se debía a que un pequeño le había derramado una bebida de chocolate en los zapatos, el niño se tensó por un momento, abriendo los ojos y exclamando muchos "perdona" y desapareció entre el mar de personas segundos después.

Sonrió cuando sus miradas se encontraron y la pelirroja dejó de lado un momento ese ceño fruncido. Corrieron un par de metros y se estrecharon con una fuerza que mostraba cuanto se habían echado de menos. Y claro, cuánto habían detestado volver con sus respectivos padres.

—Gracias Merlin que te encuentro —suspira Lily, cogiéndola por los hombros.

En un verano no había cambiado mucho. Su cabello rojizo estaba un poco más corto, pero nada demasiado notable. Pero había algo que no encajaba. Rain escaneo su rostro de nuevo, ahí estaba. Abrió los ojos por la impresión.

—Lily Evans —dijo lentamente con una pequeña sonrisa en sus labios— ¿Acaso tienes un piercing en tu nariz o tanto tiempo con mi madre me hace alucinar?

La chica soltó una suave risa.

—Bueno —sus mejillas se calentaron—, pase un tiempo con James y... me convenció, de alguna manera.

Eso dejó aún más sorprendida a Rainey.

—¿Pasaste tiempo con James? —chilló—¿Mi James? —Lily asiente con tranquilidad—¿El miope? —vuelve a asentir— ¿El que antes de subirnos al tren para volver a casa se cayó encima de tu regazo y tú le diste la regañiza de su vida?

THE NIGHT WE MET, Remus Lupin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora