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Cuatro de la mañana.

El elegante edificio brilla entre la ciudad, sus residentes duermen tranquilos y toda la recepción se encuentra silenciosa.

A excepción de dos chicos ebrios que tratan de presionar el botón correcto del elevador.

—Vivimos en el piso 13, Dery.

—Cállate, sí sé dónde vivo, ¿bueno?

Ten carcajea escandalosamente mientras se vuelve que abrazar al torso de Hendery, quién debe sostenerse de la pared para evitar que ambos caigan.

Una vez el elevador cierra sus puertas, Ten mira fijamente a su contrario, quién baja suavemente la mirada y ríe con suavidad.

—¿Qué me ves?

—Que eres muy guapo, te odio, ¿tienes licencia para ser así de guapo?

Hendery carcajea y asiente torpemente antes de dejar un beso sobre los labios del más bajo, quién no duda ni un segundo en seguir aquél beso torpemente, se atreve a morder el belfo inferior del chico, teniendo como respuesta un gruñido y una misma mordida, con un poco más de fuerza.

El elevador llega al piso siete y con pasos torpes, llegan hasta su puerta, pasan alrededor de cinco minutos para que Hendery pueda abrir la puerta y ambos chicos puedan entrar a su hogar.

Hendery es el primero que se tira en el sofá y no pasan ni diez segundos cuando siente un cuerpo liviano sobre el suyo.

—¿Ya te vas a dormir?

Pregunta en balbuceos Ten mientras le sonríe divertido.

—No, solamente sentía que me iba a caer, pero iré a dormir a mi habitación después de darme una ducha, no quiero estar en resaca mañana.

—No te duermas, quédate conmigo despierto.

—Tú vas a ser el primero que duerma, ya estás cerrando los ojos... Joder, eres tan lindo.

Y es que, desde el punto de vista de Hendery, Ten era un chico guapísimo que podía pasar desapercibido en la realeza por su belleza casi perfecta, pues incluso en el estado de ebriedad era lindo: su cabello negro estaba despeinado, sin embargo se veía arreglado, sus mejillas estaban pintadas de un tenue color rojizo, sus elegantes ojos perezosos las acariciaban con lentos pestañeos y sus labios pequeños pero hinchados después de los besos que compartieron le daban el toque final y sumamente peligroso.

—Gracias, tú también eres lindo y guapo y deberías besarme otra vez, recuerda que es para reforzar nuestra amistad.

Ten extendió sus labios y luego de unos segundos, sintió presión por parte de los labios de su compañero de piso, para su mala suerte, aquél pequeño beso no duró más de pocos segundos.

Inconforme, se recostó a su lado y altura en el sofá antes de tomar su mejilla derecha y besar sus labios con deseo. El más alto no tardó mucho en abrazar la pequeña cintura de Ten y continuar aquél beso, que se convirtió en sesión de besos y cuando ambos chicos comenzaron a sentir calor, fue el primero en parar aquello.

—¿Qué sucede?

—Estamos borrachos, no deberíamos hacer esto. Mañana probablemente ni siquiera vamos a recordar la mayoría de la noche y si es que no querías del todo, no quiero incomodar y quedar como un mal recuerdo, ¿está bien?

—Lo último que podrías ser es un mal recuerdo, a menos que seas muy malo en el sexo, pero tienes razón, borracho no daría mi mejor potencial. Será después, aunque me dejaste caliente, no estoy molesto, ahora a dormir.

Hendery estaba mareado y no sabía muy bien que pasaba, pero incluso en ese estado pensaba que Ten era muy hablador y sinvergüenza, a pesar que eso le agradaba en el chico, creía que era demasiado.

Pasados unos cuantos minutos logró escuchar a Ten roncar suavemente sobre su pecho, se aseguró que estaba dormido y su corazón no permitió levantarse y despertarlo. Por lo que terminó durmiendo con él, en el sofá y en una posición muy incómoda.

Ten frunce el ceño ante la molesta luz del sol que se cuela por la ventana y quiere subir sus cobijas en su cabeza, más no puede y tarda un poco para darse cuenta que no está en su habitación más en la sala de estar y sobre todo, que no está en su cama, sino sobre el cálido cuerpo de un chico, chico que voltea a ver y reconoce que es Hendery.

Sus mejillas se sienten calientes y no duda mucho en levantarse rápidamente de él.

Mala idea.

Su cuerpo cae en el suelo y su cabeza comienza a punzar, su cuerpo duele y vagos recuerdos comienzan a llegar a su cabeza.

Entre ellos, los besos que Hendery y él compartieron a mitad de la noche y antes de caer dormido, dejando de lado que estaba más caliente que el mismo infierno y su compañero lo rechazó por su bien.

No sabía si quería morir por la horrible resaca que estaba teniendo o por la maldita vergüenza de la noche anterior.

Mira el reloj sobre la pared y su corazón tiembla al notar que son las 3 de la tarde, el maldito ensayo semanal que había sido recorrido a domingo estaba iniciando y él recién despertaba y con una resaca insoportable.

Podía escuchar a Kun y a la directora Colette gritar.

Rápidamente, o al menos lo que su cuerpo atolondrado le permitía, se levantó del suelo y dirigió al baño para lavarse la cara, la cuál parecía de un muerto, tomar una pastilla para bajar un poco los malestares en su cuerpo y correr hasta la cocina para servirse en un termo el café frío más cargado que podía tomar.

Su ropa olía a ebrio y al perfume dulce pero masculino de Hendery combinado al suyo, lo lamentaba, pero debía salir así. Tomó sus llaves, unos lentes del sol y dió una última mirada al guapo chico sobre el sofá, lanzó un beso torpe y corrió al elevador.

Una vez en la calle quiso morir por los malditos sonidos molestos de la ciudad, la luz del sol y lo torpe que se sentía. Quería morir y aún no escuchaba los gritos de Kun.

—¿Eres estúpido? ¿Sabes qué hora es? Eres el maldito protagonista y mírate, estás asqueroso, vienes crudo, no puede ser.

Kun masajeaba sus sienes mientras veía a un Ten crudo, casi muerto, leyendo sus líneas de aquél ensayo mientras le colocaban el micrófono y auricular.

—No me grites Kun, me duele la cabeza.

—Ojalá sufras mucho, hoy es prueba de sonido y son bloques musicales, ni siquiera vas a poder bailar, no puede ser. Es que pareces un adolescente de quince años, no puede ser tu irresponsabilidad, ayer estabas hecho casi un bulto y dijiste que podías manejarlo, no debí confiar en ti. Tantos años de amistad y aún confío en ti en los clubs.

—Ayer me besé con Hendery.

—Ya lo sé, los vi, son asquerosos.

—Dormimos juntos.

—¡¿Qué?!

Y aquél "chisme" quedó inconcluso cuando sonó la campana que indicaba el llamado a escena para los actores.

-,heartbreak boy. ↠tendery.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora