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—¿Tuvieron... ya sabes?

Ten alza una ceja ante la pregunta de su amigo y ríe negando con la cabeza.

—Se dice sexo Kun y no, a diferencia de ti, no me acuesto con la primera persona que me invita una margarita.

—Era un mojito, da igual, sabes que eres peor que yo, pero dime la verdad, ¿se acostaron?

—Ya te dije que no, solamente nos besamos, cuando llegamos a casa yo sí quería pero él me detuvo porque estaba ebrio y solamente dormimos juntos.

El tailandés muerde su labio inferior mientras vuelven aquellos peculiares recuerdos.

—¿No te va a incomodar? Digo, viven juntos, apenas se conocen y... Pues paso lo que paso... Te dije que te comportaras hasta al menos tres meses que se conocieran.

—Oi, cálmate, no era mi intención o quizá sí, yo solamente lo besé y él me siguió, por esa razón considero que no le molesta mi actitud. Además, estábamos en mal estado.

Termina de excusarse alzando los hombros y restando importancia al asunto mientras da la última mordida a su sándwich.

—Bien, pero cuando llegues a casa habla con él, lo que pase días posteriores se verá, espero que no se incomoden y... Duchate, estás asqueroso.

—Ugh, ya lo sé pero cállate, suficiente tengo con oler a ebrio.

Claramente hablaría con su roomie, lo último que quería eran problemas y mal intenciones, pero sobre todo, esperaba que estuviera bien al despertar.


Hendery abre los ojos con pesadez mientras talla los mismos entre sus puños.

Le toma unos minutos acostumbrarse a la luz del sol que refleja su ventana, mira el reloj colgado en la pared y puede leer que son las dos de la tarde. Chasquea su lengua para sentarse con cuidado y rápidamente sostener su cabeza ante el punzante dolor clásico de las resacas.

—Ten... ¿cómo amaneciste?

Balbucea mientras camina con cuidado hasta la habitación del chico, deduce que se fue a dormir por la mañana que sintió un peso ligero levantarse de su pecho.

Pero la habitación del chico está vacía, la cama en perfecto estado y dando a entender que nadie había dormido ahí. Se asomó a su propia habitación y tampoco, todo estaba cómo lo había dejado, miró en el baño y seguían sin aparecer las señales del chico.

"Seguro salió, pobre tonto."

Podía apostar que la resaca de Ten era peor que la suya, pero antes de preocuparse por él, se preocupó por su estómago, y luego de tomar una pastilla para aliviar sus malestares de la resaca, se dispuso a desayunar, o más bien comer, dada la hora.

Se duchó, se cambio a una pijama y mientras miraba el horario escolar para el día lunes y acomodaba su agenda, recordó lo que había sido aquella salida, los besos calientes y embriagadores que había compartido con Ten y la poca vergüenza que tuvieron para casi llegar a tanto en una misma noche.

Sus mejillas se sonrojaron ante aquellos recuerdos y mientras colocaba sus manos en las mismas para tratar de calmar aquel sonrojo, la puerta de entrada se abrió, revelando a la razón de sus mejillas calientes y rojizas.

—Me quiero morir... Oh, hola Derydery. —saludó con cansancio el tailandés.

—Hey Ten, no sabía que saldrías hoy, te estaba buscando.

Explicó mientras veía al chico tirar su mochila en el suelo, retirarse la chaqueta y pudo ver que llevaba la misma ropa de la noche anterior.

—Oh, lo siento. Olvidé que hoy tenía ensayo general y fue un desastre, me desperté tardísimo y tuve que ir tal y como llegamos ayer.

-,heartbreak boy. ↠tendery.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora