capítulo 2

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El resto del día se pasó demasiado rápido, no sé si era por su presencia o por mí buscando constantemente su mirada para perderme por cortos momentos en su sonrisa y profundos ojos.

Lo único que arruinaba la atmósfera eran los imbéciles amigos de mi hermano que constantemente me molestaban dándome golpes discretos o diciéndome insultos, para luego yo ser regañada por el profesor.

Mientras Soojin observaba todo con indignación y rabia, se notaba que en cualquier momento podría levantarse y querer enfrentarlos pero si lo hacía sería peor para ella.

El timbre de salida para mí se sentía como esa frase de Sartre: "Las palabras son pistolas cargadas".

Porque así siente llegar a casa , ver como reciben a mi hermano con abrazos y le preguntan sobre su día, mientras soy ignorada olímpicamente.

Aproveché ese momento para subir a mi habitación antes de que quisieran reclamarme algo. Subí las escaleras hasta el segundo piso y me tiré a mi cama suspirando.

Me volteé en mi lugar y aprecié el techo escuchando las risas provenientes del comedor, probablemente estaban teniendo una hermosa cena en familia olvidando por completo mi existencia aunque... lo prefería mil veces de esa manera.

Recibir la atención de ellos significaba largas horas de regaños, golpes y palabras de desprecio que por obvias razones no querría escuchar.

- Shuhua - rodé los ojos y me senté en la cama.

- ¿Qué haces aquí?- mi padre me veía con asco desde la puerta .

- Este es mi cuarto, padre - el hombre me miró por unos segundos.

- A tu hermano se le rompió un plato, ve a comprar otro igual. Rápido, no quiero que se siga sintiendo mal por un plato - quise reír sarcásticamente ante aquello, recuerdo haber quebrado sin querer un vaso unos meses atrás y aunque había sido por error recibí golpes de parte de mis dos progenitores.

-Pero si son las 12:30, no sería bueno salir a esta hora considerando- me corté a mi misma al darme cuenta de lo que estaba haciendo. ¿Para qué seguir? Si todo lo que dijera sería inútil- ¿dónde está el dinero?- mi ''padre'' tiró el dinero desde su lugar dejandolo caer al piso y se fué no sin antes dar un portazo, volví a suspirar por décima vez en el día.

Salir de noche no era de mis cosas favoritas, normalmente cuando llegaba a casa lo único que quería hacer era descansar en la tranquilidad de mi cuarto, el único lugar en donde no hay susurros o gritos de desprecio, no hay regaños, no hay nada, solo soy yo y mi hermosa y querida soledad. No necesitaba más que eso.

Doblé en la tercera cuadra divisando el lugar caro y sofisticado en donde mi madre solía comprar sus utensilios, estaría casi vacío si no fuera porque los amigos de mi hermano se encontraban afuera tomando y riéndose entre ellos. Subí mi capucha y la cerré lo más que pude cuando pasé junto a ellos, solo pude respirar tranquila una vez que estuve dentro del local. Quité mi capucha y caminé hasta la caja.

-Buenas noches, K&J Artesanies en qué puedo ayudarle- el muchacho detrás del mostrador me sonreía amablemente esperando por una respuesta.

No muchas personas me dedicaban miradas como aquella y aunque supuse que le hablaba de aquella manera a todos sus clientes pensé que sería bueno devolverla aunque la mía saliera un poco distorsionada.

-La señora Hyemin suele venir a menudo por un específico tipo de plato- miré alrededor en busca del susodicho.

- ¡Ah! ¿La señora Choi Hyemin?- asentí levemente- por acá- seguí al más alto por los pasillos hasta llegar a la estantería más alta en donde habían muchos platos parecidos a los de mi madre- son estos, ¿cuántos necesitas?

-Uno está bien- el contrario asintió en mi dirección y sonrió una última vez antes de empacarlo y despedirme muy amablemente- antes de retirarme susurré un leve gracias y cuando me giré quedé petrificada. Había olvidado completamente volver a colocarme la capucha.

- ¿Esta no es Shuhua?
¡Pero mira como es el destino! - todos miraron en mi dirección sonriendo como si fueran el gato de Alicia en el país de las maravillas se tratara- ¿Qué haces fuera de casa a estas horas?- mis pies se negaron completamente a moverse cuando una de las manos de Minsuk acarició mi cara levemente. Me asusté y encogí en mi lugar simplemente rezando para que todo terminara rápido- ¡Shuhua! - un escalofrío recorrió mi cuerpo, su voz había salido fuerte y demandante- mírame cuando te hablo, quiero apreciar lo rota que te ves por dentro.

-Minsuk, por favor- rogué, lágrimas gruesas salieron rodaron por mis mejillas.

-¿Por favor qué?- con suma delicadeza tomó mi mentón y lo levantó haciéndome mirarlo- ¿por favor qué Shuhua?

De repente, me ví en el suelo con un horrible dolor en la cabeza, podía sentir todo mi mundo girando. Luego empezaron las patadas y puños, solo se escuchaban mis intentos por detenerlos, solo podía contar los minutos para que este sufrimiento terminara.

Cuando recibí la última patada pude escuchar sus carcajadas mientras se alejaban y empezaban a felicitarse los unos a los otros.

- Espero que esto te enseñe algo estúpida -Minsuk comentó mientras jalaba un puñado de mi cabello para volver a estrellar mi cabeza contra el pavimento e irse junto al resto.

Esperé unos segundos hasta poder recuperarme algo y me levanté y noté que el plato seguía intacto. Lo recogí y me dirigí hacia mi casa aunque el dolor era insoportable.

Cuando llegué, apenas les importo mi estado, solo me quitaron el plato y se fueron a continuar su cena como la familia feliz que son.

- A veces desearía no haber nacido - susurré para mí mientras subía hacia mi habitación y me revisaba en el espejo- Tendré que cubrir esta mierda si no quiero que se burlen más de mí- Tomé una ducha y me acosté.






Lo pasado y lo futuro no son nada comparado con el severo hoy (Adelaide A. Procter)

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora