Prólogo

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«Es propio de aquellos con mentes estrechas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza». - Antonio Machado.

Dicen que la juventud es la primavera de la vida... ¿Pero eso es cierto?

¿Qué tan cruel puede ser el destino? Mucho, te lo puedo asegurar, y no hay alguien que pueda hacerme cambiar de opinión. Porque por mis propias experiencias y cicatrices, podría hacerte callar y me mirarías con lástima, algo que aborrezco sinceramente pero que no puedo evitar causar.

Así es el ser humano, todo es apariencia; por el frente te pueden tratar como si fueras igual a ellos, pero por la espalda te apuñalan y te discriminan... O al menos eso fue lo que pensé hasta que la vi.

Llegó como si supiera que mi primavera estuviera a punto de marchitarse, de manera inesperada empezó a causar un conjunto de emociones en mí.

Ser de una de las familias más pudientes debería sentirse como un orgullo, lástima que en mi caso no puedo decir lo mismo.

Es simplemente estúpido tener que mantener la típica imagen de familia perfecta; una madre cariñosa, un padre respetuoso que ama a su familia más que todo, un hermano mayor que protege a su hermana. Cuando en realidad mi mamá apenas se preocupaba por mí. ¿Por qué? Sencillo, no querían tener una hija, solo deseaban al perfecto primogénito que sería el orgullo de la familia, pero todo se arruinó cuando llegué.

Mi papá apenas se encuentra en casa y cuando lo está, solo se escuchan golpes y gritos hacia mi persona. Digamos que para él solo soy una inútil que debería ser como su hermano "perfecta".

¿Mi hermano? Apenas nota que existo y, si lo hace, es solo para obligarme a cubrirlo cuando sale.

¿Quién lo diría? El niño perfecto en realidad es todo lo contrario; la mayoría de sus logros han sido gracias a mí, además de la ayuda del director de la escuela, el cual tiene muy buena relación con mis padres. Podríamos decir que lo puedes encontrar en cualquier fiesta, incluso en videos donde se le ve haciendo competencia de shots o drogado.

¿Yo? Se podría decir que soy popular pero a la vez no, gracias a mi hermano podemos decir que soy invisible. ¿Lo bueno? No tengo parásitos cerca de mí por el dinero de mis papás.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora