capítulo 3

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Decir que pude dormir sería una mentira; tuve que tomar pastillas para aliviar el dolor. Al final, me rendí y me quedé despierta el resto de la madrugada pensando en cierta pelinegra de labios gruesos y un hermoso lunar. ¿Cómo puede ser posible que estuviera pensando constantemente en ella?

Alrededor de las 5:00 am, empecé a arreglarme procurando ser silenciosa para no tener que recibir a un eufórico papá enojado por interrumpir su programa. Terminando de arreglarme, la puerta se abrió estrepitosamente, dando paso a mi hermano, quien entró como si fuera su cuarto. Cuando notó que estaba lista, apareció una ligera mirada de sorpresa; no sé si era por los golpes o porque estaba lista, pero la verdad no me importaba.

Al llegar a la planta baja, agarré un jugo junto a un emparedado y salí. Hoy decidí caminar, no queriendo soportar a mi insoportable familia con sus comentarios sarcásticos o mi hermano riéndose de todo lo que decían de mí. Entrando a la escuela, noté que todos se reían mientras me miraban. No me importó hasta que me llegó un mensaje con el vídeo donde yo era golpeada.

¡Qué gran manera de empezar el día!

Pude notar que a mi hermano no le parecía tan gracioso, pero lo ignoré mientras empecé a caminar de manera rápida hasta mi salón. Pero antes de llegar, sentí que me jalaban el hoodie mientras era arrastrada hasta el baño. Antes de girarme y encarar a la persona, pude percibir un dulce olor a cerezas que me dejó embobada.

Al ingresar al baño y después de que me obligara a quedarme quieta para buscar un poco de algodón, alcohol junto a tiernas curitas de su bolso, no pude evitar mirarla detenidamente. Como su ceño se frunció levemente o el leve puchero que había empezado a hacer. De pronto, levantó la mirada permitiendo que nuestras miradas se encontraran. No pude evitar apartar rápidamente mi vista debido a la vergüenza.

No pude evitar escuchar su suave risa ante mi reacción mientras yo me rascaba el cuello y empezaba a disimular buscando algo en la pared de mi lado.

- No me molesta que me mires - comentó mientras se acercaba a mí y tomaba mi mentón suavemente, haciendo que la mirada.

- Yo n-no te estaba mirando - comenté tratando de hacerme la desinteresada, tratando de quitar mi mirada de la suya, pero siendo inútil cuando la volví a ver riéndose de manera dulce, mientras se tapaba la boca. De manera inconsciente, empecé a sentir una sonrisa formarse en mis labios, no hubiera sido interrumpida si no fuera por el dolor en mi labio y pómulos.

Haciendo que empezara a acariciarme de manera suave la mejilla izquierda mientras me miraba de manera preocupada.

- No debieron hacer esto, son unos maricas. ¿Quién se mete con una chica? Acaso no tienen los... Ahhh... Me molesta mucho ver lo que te hicieron - susurró lo último mientras me miraba fijamente.

- Soojin, no te preocupes. No duele mucho, además no es la primera vez que me pasa - mencioné, empezando a sentir cómo sus caricias se detenían por milisegundos para volver a sentirlas, pero con más suavidad.

- ¿No es la primera vez? ¿Por qué lo hacen? ¿El director sabe sobre esto? Esos mald... - antes de que pudiera continuar, puse mi mano sobre la que ella tenía en mi mejilla y la empecé a acariciar para que se calmara, mientras me miraba intensamente, haciendo que un pequeño sonrojo se instalara en sus mejillas. No pude evitar sonrojarme yo también al ver lo que había causado en la contraria, y aún apenada, continué las caricias con valor.

Puedo asegurar que nuestras miradas decían miles de cosas sin necesidad de hablar. En una caricia me lastimó sin querer una herida, exaltada se alejó rompiendo el momento para ponerse seria y acercarse con el alcohol, empezando a pasarlo suavemente sobre mi herida en la ceja.

- ¡Mierda! Eso arde mucho, ¿no podríamos poner agua y ya? - intenté convencerla mientras alejaba su mano y ponía mi sonrisa dulce.

- ¿Acaso Yeh Shuhua le tiene miedo al alcohol? - preguntó con una sonrisa burlona mientras se acercaba más a mí.

¡Touché! Había herido mi ego. Me acerqué a ella mientras trataba de poner mi cara valiente esperando a que terminara de curarme.

Podría decirse que para ser desconocidas estábamos muy cerca, pero la verdad no me importaba.

Los siguientes momentos fueron en silencio, pero no incómodo. Puso las curitas con delicadeza en cada herida, mientras me dedicaba una sonrisa ladina.

Sonó el timbre, haciéndome notar que iba a empezar mi infierno, pero antes de que me retirara, Soojin me agarró la mano mientras tomaba sus cosas y me llevaba hacia nuestro salón. Pero antes de que el grupo de amigos de mi hermano me notara, tomó mi brazo y me acercó a ella, protegiéndome, haciéndome quedar en shock. Pero antes de poder separarme, me sentó junto a ella mientras sacaba sus libros y murmuraba cosas inaudibles.

Dándome cuenta de que no quería que le preguntara qué había sido eso en la entrada, miré hacia el frente con una ligera sonrisa, pero al darme cuenta de que técnicamente los había desafiado, mi sonrisa se desvaneció y empecé a sentirme estresada por la situación.

- Soojin, no debiste haber hecho eso, no sabes a quienes estás retando, ellos no son de los que se intimidan fácilmente. ¿Sabes lo que acabas de causar? Te van a molestar, pueden golpearte, no les importaría que seas mujer - le dije, tratando de mantener mi tono tranquilo aunque me sentía frustrada. Estaba comportándome como una estúpida, pero no quería que se metiera en problemas por mí. Suficiente fue con lo que le pasó a... ¿Por qué lo recuerdo justo en este momento? Empecé a sentir mi cuerpo temblar sin poder evitarlo. Cuando empezaba a sentir mi respiración acelerarse, noté a Soojin tomarme suavemente para darme un abrazo, mientras daba pequeñas palmadas y susurraba palabras suaves a mi oído.

Puedo jurar que fue la primera vez que me sentí de manera cálida, mientras podía escuchar su calmada respiración junto a su dulce olor que me hacía sentir adormilada.

- Por qué me di cuenta de que, aunque solo te conozca dos días, pude notar que eres una persona que no le haría daño a nadie y, por muy raro que parezca, no me importa que se metan conmigo, te lo aseguro, no se atreverán y no es por ser una Seo - me comentó suavemente, mientras se alejaba a mirarme levemente. Pero notando mi leve puchero que hice inconscientemente al separarnos, volvió a su posición mientras me acurrucaba.

Nunca pensé que mostraría este lado a nadie. Se suponía que era algo que me guardaba para mí: ir a un lugar, desahogarme y volver a casa como si nada hubiera pasado, para pasar por lo mismo todos los días. Es mi rutina, no puedo evitarlo, y es la primera vez que alguien me hace olvidarlo, aparte de...

De repente, el timbre sonó, indicando el comienzo de las clases. Soojin me soltó suavemente, pero nuestras miradas seguían conectadas por un breve momento. Sentí una extraña mezcla de agradecimiento y vulnerabilidad.

- Gracias, Soojin. No sé por qué hiciste esto por mí, pero significa mucho - le dije con sinceridad.

Ella sonrió con dulzura y simplemente dijo:

- Nadie debería pasar por eso sola. Ahora vámonos antes de que nos regañen por llegar tarde.

Asentí y la seguí hacia la clase. Durante el resto del día, la presencia reconfortante de Soojin hizo que enfrentar las miradas y comentarios de los demás fuera más llevadero.

Esa tarde, al salir de la escuela, Soojin y yo caminamos juntas. Hablamos de cosas triviales, pero cada palabra suya era como un rayo de sol en mi oscuro mundo. A medida que nos despedíamos, sentí la necesidad de expresar lo que estaba pensando.

- Gracias de nuevo, Soojin. Hoy... fue diferente gracias a ti.

Ella sonrió y respondió:

- No tienes que agradecer, Shuhua. Somos amigas ahora, ¿no?

Esa simple declaración resonó en mí, y aunque la amistad siempre había sido un concepto lejano, sentí que tal vez, con Soojin a mi lado, podría experimentar algo diferente.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora