|Capitulo 40|

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Luna|

Ya tenía cinco meses de embarazo, hoy íbamos a almorzar con mi familia y la de Joel. Ellos vinieron de visita y se quedarían un mes, creo.
Mi madre me contó que iba a venir a vivir aquí a Estados Unidos.

-Hija, ve a poner la mesa -me dijo mi madre.

-No, Joel pondrá la mesa -dijo la señora Patricia y lo llamó.

Joel se asomó a la cocina.

-Hijo, pon la mesa -le dijo ella.

-Bueno -dijo él, me miró y besó mi frente- ¿Me ayudas, panzona?

-Panzon tú -le dí un golpecito en su panza, los dos hemos subido de peso y se notaba, yo un poco más que Joel porque obviamente tengo un bebé dentro mío.

Me puse de pie y empecé a sacar los platos.

-Tú estás más panzona -dió un golpecito en mi panza y luego la acarició.

-Joeeeel, no te pases -le dijo la señora Patricia.

-Le hice despacio, no soy tan bruto -dijo él contando los tenedores.

-Te lo digo por eso mismo, porque eres bruto.

Reí.

-Es verdad, eres muy bruto a veces, amor -le dije.

Llevé los platos a la mesa, los acomodé y eso. Cuando terminamos de poner la mesa nos sentamos ahí.

Mi padre ya estaba sentado en la mesa.

-¿Has subido mucho de peso, hija? -me miró él.

-Subí dos kilos contando el peso del bebé -dije.

-Bueno, está bien, ¿no? así luego sale sanito o sanita -dijo él y asentí.

Almorzamos y nada. Recibí un mensaje de Lidian, le dije a Joel y pues me acompañó a su casa.

Al llegar estaba ella en la sala, miré a Joel y él salió afuera.
Me acerqué y estaba llorando.

–¿Qué pasó? –le pregunté.

–Habla con Erick, por favor –dijo ella entre lágrimas.

–¿De qué? ¿Qué pasó? –la miré preocupada.

–Está diciendo que yo lo engañé y no sé qué, que se va a ir de la casa –dijo ella.

–¿Cuándo lo engañaste? –la miré y me senté a su lado.

–La última vez que salimos, tú sabes que no es cierto Luna –agarró mis manos– Ya lo hablamos mucho, que se quiere ir, no sé como hacerlo entender que no fue así, está en la habitación juntando sus cosas.

–Mira Li, no puedo meterme, dirá que soy una metida y esas cosas –le dije– Y yo no sé, yo me fuí temprano ése día, ¿recuerdas? Te quedaste con Dana, Karla y Angie.

–Luna... –me miró– Hazlo por mí, que Joel hable con él, dile, porfavor.

Me puse de pie, fui hasta Joel y le dije que hable con Erick, le expliqué más o menos y volví a entrar.

–Quizá él necesita un tiempo para pensar, ¿quieres venir a mi casa o... no lo sé.

Erick salió de la habitación con su maleta, sólo me saludó con la mano, al parecer también estaba llorando porque tenía sus ojos rojos. Salió, Lidian se quedó mirando a la puerta y llorando.

–Ven –la abracé– Tranquila, Joel va a hablar con él y va a volver.

Ella se quedó llorando en mi hombro.

–¿Me dejas sóla? –me preguntó– Gracias por venir Luna, cuida a ése bebé.

–Sí, claro, cualquier cosa me llamas, ¿sí? –la miré y asentí.

–Gracias, te amooo.

Me dió un beso en la frente y fue a la cocina.

Me puse de pie y sentí un dolor fuerte en mi vientre. Salí de la casa y estaba Joel.

–Joel me duele –le dije.

–¿Eh? –me miró.

–Que me duele el vientre, hijo, sordo, ayúdame.

–¿Cómo? Si aún no tiene que nacer.

Me ayudó a caminar hasta el auto.

–No, solo me duele, no es que va a nacer.

–Vamos al hospital por las dudas.

Negué con la cabeza, ya no dolía pero sabía que Joel era tan terco que igual me iba a hacer entrar al hospital.

Al llegar, bajé y entramos. Nos atendieron y dijo que sólo debía comer más proteínas, hacer reposo y ya.

Me hicieron una ecografía, le pedimos que no los diga el sexo del bebé pero se me olvidó que soy obstetra y sé leer las ecografías.
Traté de no mirarlas, hasta que llegamos a casa y las ví sin querer.

Me súper emocioné, era una niña.

–Joel es una niña –le dije y él me miró.

–¿Y tú cómo... ¡Luna! –exclamó.

–¿Qué pasa?

–Quedamos en que sería una sorpresa –dijo él– ¿Y cómo que una niña?

–Pues en la ecografía se ve clarito –le señalé– Ahí se ve su entrepierna y no tiene pito, es niña.

–Oh my God! It's a girl! –alzó su voz.

Me reí.

–Sí mi amor, es un niña –me abrazó y luego bajó a mi pancita a besarla.

–Mi niña –sonrió él, me miró y me dió un beso– Te amo, te amo, te amo.

–Yo también te amo, intenso.

–Espera –salió al patio donde estaban nuestros familiares y al parecer les contó a todos.

[…]

Joel|

Al fin estábamos sólos y tranquilos. Luna estaba mirando la televisión usando mi pierna como almohada.

–Amor, quiero que se llame Melody –le dije.

–No, es como reemplazarla, no quiero.

Tenía razón.

–Entonces quiero que se llame Constanza –dije– O Tiabeanie, le podremos decir Bean o Beanie.

–A mí me gusta Atenea como la mamá de la princesa Ariel –dijo ella.

–Atenea también es una diosa pero están más lindos mis nombres, amorcito, sino le ponemos los tres nombres, Tiabeanie Constanza Atenea Pimentel.

–¿Y mi apellido qué? –me miró seria.

–Bueno, Tiabeanie Constanza Atenea Pimentel Conti –le dije.

–No, no, no, no me gusta, no combinan para nada, Joel –dijo ella sentándose.

–¿Y que importa? Sólo le dirán por un nombre, también me gusta el nombre María.

–¿María? –me miró.

–María Constanza Tiabeanie Atenea Pimentel Conti, ¿queda? –la miré y se levantó sin decir una palabra.

–Pausa la película, tengo que ir al baño –dijo.

Pause la película, adivinen que veíamos... Así es, La sirenita.

Luego volvió del baño y se sentó.

–Ya lo pensé, sólo Atenea.

–Ay no se vale, no me gusta sólo ése nombre.

–Ay no manches Joel, tú y tus nombres pendejos, ¿cómo vamos a ponerle esos nombres a la niña? –se acostó como estaba– Luego seguimos hablando de éste tema, piensa otros nombres.

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Holis

Fool |Joel Pimentel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora