|Capítulo 46|

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Dana|

Chris entró a la sala después de jugar con Ethan al fútbol y se sentó en el sofá.
Juan Pablo estaba en la cocina preparándole un té a Vale porque se sentía un poco mal.

Chris me miró y se sentó a mi lado. Me dió un beso en la mejilla y se recargó en mi hombro.

–¿Por qué no me das amor? –me preguntó.

–Tengo sueño, no me molestes.

Juan Pablo volvió a la sala, le dejó el té a Valeria y se sentó al lado de ella.

–Quería hablar contigo, Christopher –le dijo Juan Pablo.

–¿Sobre qué? –le preguntó él.

–Es que... bueno, quiero casarme con Valeria –dirigí mi vista hacía él– hemos estado saliendo durante muchísimo tiempo y es una chica maravillosa, yo le pedí matrimonio a ella hace unos días y ella me dijo que hable contigo, quiero saber sí tú me dejas casarme con ella...

Miré a Christopher y él miraba a Valeria como... no sé, con ojos tristes.

Chris y Vale eran muy unidos, cuando murió el padre de ellos, vinieron a Estados Unidos para ayudar a la mamá con los gastos y bueno, Chris la ha cuidado desde entonces como su propia hija.

–Ay Vale –soltó un suspiro Chris– Estás chiquita aún para casarte... Juan Pablo, no es nada personal pero no, los dos están muy jóvenes para casarse, disfruten de la vida, conozcanse más, estudien... Luego se casan, hay tiempo aún, no sé porque quieren apurarse, es una relación muy formal el ser esposos.

–Sí, yo sé Christopher y entiendo lo que quieres decirme pero...

–Pero nada –dijo él.

–Chris, porfavor –dijo Vale– Es muy importante para mí que estés de mi lado...

Chris se puso de pie y salió al patio.

–¡Chris! –exclamó Valeria y soltó un suspiro.

–Bueno... –dije, no sabía que decir.

–Nosotros ya nos vamos –dijo Valeria poniéndose de pie.

Lidian|

Estaba acostada mirando mi serie cuando escuché la puerta, fui a abrir y era Erick.

–¿Podemos hablar? –me miró.

Negué con la cabeza, se tardó mucho en venir a arreglar las cosas.

–Porfavor...

Se notaba triste, entonces accedí. Él entró y se sentó en el sofá.
Me senté enfrente de él y lo miré.

Luna|

Atenea estaba jugando en mi cama con sus jueguetes mientras yo miraba la tele.

–Ma –dijo ella y la miré, me extendió un juguete, me senté y tomé el juguete.

–Juguemos.

Jugamos un rato hasta que llegó Joel del trabajo.

Ni saludó, se quitó el uniforme, se puso ropa para andar en la casa y se fue a la sala.

Me levanté dándole de comer a Atenea, ella estaba pegada a mi pecho. Joel estaba en la mesa trabajando, con su computadora y sus auriculares.

–¿No saludas ahora? –le pregunté.

Él me miró mal y volvió su vista a la computadora.

–Tampoco hablas...

–¡Ya! –gritó y tiró la taza de té que estaba tomando contra el suelo.

Mi reflejo fue alejarme un poco y cubrir a Atenea.

–¡Ya cállate! ¿¡Sí!? –me gritó.

–¿Qué te pasa Joel? –le pregunté asustada, Ate se puso a llorar por el primer grito de Joel.

Él me volvió a mirar muy mal, así que fui a la habitación y arruye a mi niña.

–Ya mi amor, no llores –acomodé mi blusa, la senté en la cama, tomé una sábana, me escondí abajo de esa sábana y ella me la quitó– ¡Buh!

Ella se asustó, me reí y se empezó a reír conmigo.
Me acosté a su lado y ella me miraba.

–¿Que me miras tanto? –le pregunté, puso su mano en mi boca y me dí un beso en su manito.

–No –dijo ella sacando su mano.

La palabra "No" al parecer es su favorita.

–¿Por qué no? Es sólo un besito porque te amo –le dije, ella tomó un jueguete y comenzó a morderlo– Ése no, te vas a lastimar.

Le dí uno que sí podía morder.
Joel entró a la habitación, nos miró y entró al baño.

Salió después de un rato con una toalla en la cintura y el cabello mojado.

–Papá –le dijo Ate extendiendo sus brazos a él así la cargaba.

Él la miró, se vistió y la cargó.

–Hola hija –besó su mejilla y volvió a sentarla en la cama– Tengo que ir a trabajar, luego vengo por tí, ¿sí?

–Pa –volvió a llamarlo, él salió de la habitación y ella empezó a llorar.

–Está ocupado papá, ya luego viene a jugar contigo –besé su mejilla– ¿Quieres ver un ratito caricaturas?

Le puse en la televisión un vídeo que le gustaba a ella, eran canciones para niños.

Se entretuvo un rato largo ahí, tomé mi celular y ví que Sebastián me escribió para salir a cenar juntos. Él sigue pensando que la niña es su hija y no, yo sé que no es de él, es de Joel.

Senté a Atenea en su cuna y fui a la sala.

Aún estaba tirada en el suelo la taza que rompió Joel.

–¿Por qué estás así? –le pregunté.

Él me miró.

–¿Me dejas trabajar tranquilo?

–Bueno, trabaja, lo único que estuviste haciendo ésta semana, trabajar y trabajar.

–Pues sí, ¿dejo el trabajo y me mantienes tú?

–Deja de ser tan grosero Joel, te estoy hablando bien, llegaste muy bravo del trabajo, me hablaste mal, rompiste una taza, podías haberme lastimado a mí o a tu hija, pero al parecer no te importa.

–Bueno, lo siento.

Me quedé mirandolo unos segundos, fuí a ver a mi niña y estaba concentrada en la televisión.

Lidian|

Erick se disculpó conmigo por pensar ésas cosas de mí, lo perdoné, no era bueno quedarme con rencor hacia él.

–¿Quieres volver? –me preguntó y negué con la cabeza.

–Sí pero no quiero estar contigo si no confías en mí, yo confío en tí completamente... y yo nunca hice algo para que dudes de mí, y sí lo hice dime que fue.

Él negó con su cabeza.

–Perdoname, fui un estúpido y me dejé llevar por rumores que dijeron por ahí, perdón Lidian, yo te amo a tí, eres mi todo, éstos meses estuve mal, me emborraché muchísimo y por fin tomé el valor de venir a hablar contigo.

No pude evitar sonreír aunque no quería sonreírle, me hizo llorar muchísimo.

Él tomó una de mis manos y la besó.

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Holas




Fool |Joel Pimentel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora