Regresaron al campamento prolongando un poco esa broma, cuando llegaron Cer los ayudó a extender el pequeño fuego que habían usado para cocinar a una gran fogata que los calentara. La temperatura había descendido considerablemente, ya era media noche. Kaldor moría por unos cigarrillos.
Ellas los habían esperado para cenar, todos engulleron los aperitivos que les había empacado Pepa, no era el estofado más exquisito que había probado en su vida, pero era algo. Cer y Olivia soltaron risitas cuando terminaron la cena.
Se habían pasado toda la noche hablando de las cosas que habían vivido, los que más conversaron fueron Cer y Río, dijeron a qué escuela habían ido, o si conocían a sus conocidos. Resultó que sí, la tía de Cer había ido al colegio con la hermana de Río, hablaron de chismes, de gente, de programas de televisión, de leyendas y demás. Calvin participaba cuando podía, pero al ser nativo de Muro Verde no conocía mucho su cultura. Y nadie había estado tanto tiempo en Muro Verde como aprender las lawers o costumbres.
Kaldor nunca había salido de la prisión así que estaba tan separado de Reino como él y Olivia también estaba callada, pero ella sabía más que nadie de culturas o chismes, es decir, era una princesa.
Kaldor la miró un segundo ¿Por qué? ¿Por qué estaba callada? ¿Por qué? ¿No quería presumir? ¿Había tenido una vida demasiado cómoda y tranquila?
De vidas tranquilas Kaldor no sabía, no podía leer sus expresiones, tenía el codo apoyado en la rodilla y usaba la mano como punto de soporte para su mentón. Sus piernas estaban cruzadas y balaceaba un pie mientras sonreía. Lo ponía de buen humor escuchar a Río contar una historia donde él y su hermana habían sido coronados reyes de la primavera en un concurso que organizaron los niños del bloque de condominios donde vivía. Cer recordaba ese concurso, era más que nada dirigido por los campesinos, por eso no se había acercado mucho.
—Bueno Olivia, aquí tienes tu competencia —añadió Cer—. Dos realezas, el rey de la primavera contra la princesa de Reino.
—Kaldor es el rey de las caras largas, ahí también tiene otra competencia —aportó Río, señalándolo con una cuchara.
—No llegué a ser reina —comentó un poco avergonzada, pero su expresión decía: aún—. Así que no soy de la raleza —resumió con modestia y sonrió tímida ¡Ah, pero acaso nadie veía que tenía plasmado en la cara un gran aún!
¿Por qué solo él lo veía? ¿Acaso todos estaban ciegos?
Kaldor entornó la mirada, él siempre había creído que Darius debería ser rey, por ser el primogénito, pero la verdad los parásitos reales lo tenían sin cuidado. Había escuchado que se casaban entre hermanos o primos, tal vez Olivia estaba prometida con el pelirrojo tonto. Juró que el día en que esa princesucha fuera Reina él se iría a vivir a un pozo en medio de la nada.
Él podía continuar escuchándolos mucho más, no estaba seguro si toda una vida como dirían los románticos, pero tal vez hasta el amanecer, aunque no estaba seguro de cual.
Finalmente, todos se cansaron y se fueron a dormir. Olivia compartió carpa con Río, mientras que Cer, Calvin y Kaldor se fueron a la carpa más pequeña. Habían decidido que era justo que el fauno tuviera la tienda más grande y con menos gente para que nadie tocara su enrojecida piel. Olivia afirmaba dormir como tronco así que no se movería ni irritaría o aumentaría la maldición del fauno.
Kaldor fue el encargado de rodear la fogata con rocas para que las llamas no bailaran por todo el bosque. Cuando terminó el proceso y gateó hasta la carpa no había lugar para él cerca de Cer. Calvin estaba en el medio, cuando no, interrumpiendo todo, pero Kaldor sentía que no iba a forzar las cosas con ella, no otras noches, esa sí.
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Tu muerte de abril
FantasyKaldor no pudo dormir en toda la noche ¿Cómo podría? Mañana es el día más afortunado de toda su vida, de hecho, el único que tendrá: por fin saldrá de prisión, lugar en el que lleva encerrado desde que nació. Olvidado y condenado por el destino de...