Capitulo 4

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Por fin había pasado la primera semana del curso escolar, sus amigos comenzaban a adaptarse a sus clases, Inosuke ya no parecía tan molesto o al menos no todo el tiempo. De vez en cuando llegaba a quejarse con ellos de cuánto odiaba no estar en el mismo salón. Y al finalizar las clases iba por Tanjiro para que lo acompañara a su club, le gustaba que lo viera un rato y después podía irse a casa. Zenitsu por su parte, estaba casi siempre contento por su suerte momentánea, eran contadas las ocasiones que lloraba por no ser un alfa y eso era un gran paso para el rubio.

¿Todo podía ir bien?

Pues ciertamente para Tanjiro no, su felicidad acababa cuando alguien hablaba sobre cuál era su casta. Ya que la mayoría era joven, su primer celo aún no se presentaba así que su olor característico aun no despertaba. Eso hacía que no fuera fácil reconocerlo con una simple olfateada. Eran pocos los que caminaban por ahí con orgullo, emitiendo su perfume natural. Por lo tanto las presentaciones eran del tipo "¿Cómo te llamas?" Y "¿Qué eres, beta, alfa u omega?" La gente lo tomaba con total naturalidad como saber tus pasatiempos, para Tanjiro eso era sumamente incómodo. Así que cuando se lo preguntaban solía cambiar de tema, preguntando a qué club se inscribirán o cual profesor era su favorito. Su salón comenzaba a pensar que era un beta por su personalidad, o incluso se rumoreaba que era un omega por el hecho de que evadía decirlo y estaba apenado de decirlo. Ya que a pesar de que los omegas no eran rechazados y la discriminacion no era permitida, no quitaba el hecho de que aún existían ciertos prejuicios con ese género y gente que no llegaba a entender. A veces podías escuchar palabras groseras y estúpidas frases de gente ignorante.

Esa tarde, estaba bastante caliente, un poco sofocante a diferencia de otros días, así que sentirse tan débil podría deberse a esa situación. Era viernes y se encontraba en la farmacia de Shinobu, Zenitsu a su lado murmuraba maldiciones mientras miraba las cajas de supresores para alfas.

– Maldita vida asquerosa, solo una cosa quería en la vida y no pude tenerla, como podre ser popular con las chicas ahora...

– Zenitsu deja ya de lamentarte...– intentaba agitar el cuello de su camisa para que algo de viento entrara a su cuerpo, refrescando el sudor que recorría su piel, incluso se había tenido que quitar el suéter de la escuela.

– ¡Tu no lo entiendes!– lo miro molesto el beta mientras seguía viendo las cajas.

– Definitivamente no te entiendo...

Algo se sentía mal en sus dientes, por un momento quiso gruñir fastidiado por la insistencia de su amigo, seguro el calor lo tenía de mal humor porque el jamás haría eso. Ambos se encaminaron a la caja registradora, en el estante estaba Aoi mirando una revista, sin sonreír ni un poco. Al menos hasta que los vio, se saludaron aunque ya se habían visto en la escuela.

– Lo siento chicos, ya no pudimos vernos cuando acabaron las clases, la madre de Inosuke llegó hoy de sorpresa y queríamos recibirla, hicimos un banquete.

– Me alegra mucho que esté de vuelta, espero verla pronto– dijo el pelirrojo de verdad feliz por escuchar eso.

– Vaya, mientras ellos disfrutan en familia tú tienes que trabajar– el tomo del rubio era de burla hacían la mayor.

– ¿Quieres que te calle la boca a golpes Zenitsu? obvio soy su vecina más querida, pero eso es cosa de familia, además si estuve en la comida para tu información pero tengo que trabajar por que algunos si hacemos cosas de provecho.

– Claro cosas de familia, estoy seguro de que si fueras más honesta ese no sería un problema...

Tanjiro río casi en silencio, mientras sus amigos se encontraban en una conversación que ya conocía, pero su cabeza comenzó a sentirse mareada. Se sostuvo del mueble donde estaba la caja registradora, pensando que sería una onda de calor o era el comienzo de una enfermedad. Fue entonces cuando escucharon el timbre en la puerta, anunciando que alguien había entrado. En la puerta estaba Inosuke con su camisa de tirantes y sandalias por el calor, incluso con frío no dejaría de vestir muy ligero, en cuanto se vieron el menor sonrió y corrió a su encuentro.

Instintos [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora