Capitulo 9

1.2K 137 24
                                    

Al día siguiente Tanjiro despertó con un sentimiento de tranquilidawd en el alma, durante días los pensamientos de Inosuke molesto y harto de él le hacían sentir mal, sumando a los celos irracionales acerca de Genya teniendo mejor relación con Inosuke no le dejaban dormir. Una vez sabiendo que las intenciones del más alto no eran más que genuina amistad se sintió mejor, no podía sentirse del todo en paz pero era un paso para arreglar las tonterías que había cometido. Durante el día no tuvo que evitar a Inosuke sino que este no se presentó ni para comer con los demás. Kanao dijo que simplemente se había saltado las clases ese día. Últimamente parecía más raro que de costumbre, no ponía atención en sus clases pero por lo general entraba al salón aunque sea para tomarse una siesta.

Al finalizar las clases el pelirrojo se despidió de todos y se puso a seguir su camino en una dirección, al llegar el sentimiento de nostalgia lo embargó. Las letras grandes del edificio enfrente de el "Centro Urokodaki" le sacaron una sonrisa, Urokodaki era el padre de Giyuu y el dueño de un centro deportivo muy popular en la ciudad. El viejo hombre había sido muy amigo de su padre y por eso conocía al pelinegro, en su infancia habían ido muchas veces a clases de natación y de defensa personal. Entró con confianza al lugar y después de dejar su mochila en recepción, siguió su camino, en la sala principal estaba la enorme piscina con otra más pequeña para la gente que apenas comenzaban a aprender. Los niños y adultos se divertían en el lugar cuando una voz conocida llamó su atención.

– Tanjiro que sorpresa verte por aquí.

– ¡Urokodaki-san!– el chico corrió al hombre y lo abrazó, lo veía como si fuera su familia.

Urokodaki no solo era un amigo de la familia, con su alma gentil incluso había apoyado a su familia cuando murió su padre ayudando a su madre a abrir su negocio de panadería y poder tener un sustento. Él era un abuelo más para ellos qué otra cosa, siempre cuidando de todos como solo un abuelo puede.

– ¿Vas a retomar tus clases de natación?– preguntó el hombre de cara amable y tranquila.

– Me encantaría pero será en otra ocasión, hoy solo voy a verme con Giyuu y otra persona aquí, no sé qué vamos a hacer– en esta ocasión Rengoku y Giyuu lo habían citado en ese lugar para divertirse o al menos eso decía el mensaje del rubio.

– ¡¡Joven Kamado por aquí!!– el rubio agitaba animadamente la mano llamando su atención, Giyuu a su lado parecía no tener energía como siempre.

– Nos vemos más tarde Urokodaki-san– el joven alfa se despidió cortésmente para acercarse a los mayores- Buenas tardes Rengoku-san, Giyuu-san.

– Te ves lleno de energía, eso me gusta !porque hoy vamos a practicar kendo!

– ¿Kendo?

– ¡Sí kendo!– emocionado repitió sus palabras en un tono aún más algo a como normalmente hablaba.

Los tres hombres entraron a un cuarto apartado, de un liso piso de madera que brillaba, había paredes de tela y en el fondo había un enorme espejo. Había más personas practicando y en combates, luciendo las ropas especiales y correspondientes del kendo. Antes de empezar Giyuu les dio a cada uno el kendogi, el hakama y el dogu para después irse a cambiarse a los vestidores que se encontraba a un lado de la pista.

Rengoku parecía saber muy bien lo que hacía, se había puesto su equipo de forma casi ceremoniosa, y lo portaba con clase. Seguramente lo practicaba mucho para saber cómo poner cada cosa en su lugar, Tanjiro por otro lado tuvo que recibir ayuda de Tomioka quien lo ayudó a ponerse todo. Al ayudar en el lugar claro que tenía que saber a hacer las cosas, algún día iba a heredar el negocio seguramente.

– ¿Estás listo joven Kamado?

– Nunca lo he practicado, pero me parece muy emocionante- respondió el menor mientras terminaban de ponerse su equipo.

Instintos [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora