13. Capítulo trece.

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—¡Ganamos! —Exclamó Alex emocionado— no pensé que sería tan fácil, sólo teníamos que hacer que Ana se enojara.

—Te amo, te amo, te amo —Dijo Alicia y lo besó.

Era obvio que esos dos estarían juntos.

Matt tenía a los niños en sus brazos y me miraba sonriendo.

—Eres poderosa Ana —Dijo-l.

—Chicos... Aún no se ha acabado, los robots, no encuentro como destruirlos —Dijo Amelia.

—No hay que destruirlos, sólo hay que formatearlos —Dijo Marcel.

Horas después nos encontrábamos en un lugar muy extraño, que en verdad no tengo ni la mínima idea de que era eso.

Había un ataúd muy extraño, era enorme, enorme, dorado, con unos extraños símbolos escritos en el, y dentro estaba Acacia.

—Aquí queda encerrada para siempre, por la eternidad, por poner el reino en peligro y por atentar contra el rey —Dijo Marcos.

***

25 de marzo, día de mi boda con Matt, el segundo mejor día de mi vida, el primero, ya sabes cual es.

Estaba yo vistiendome cuando Marcel entró a la habitación, hizo reverencia ante mi y luego me miró sonriendo.

—Estas hermosa —Dijo.

—Que bueno que puedes verme, Matt me dijo que hasta que no nos casemos no puedo verme en un espejo.

—Sí... Lo sé.

—Ni siquiera me dejó organizar la boda.

—Eso también lo sé.

Alicia entró a la habitación, estaba más hermosa que nunca, el amor le sienta bien.

—Ya casi es hora —Dijo nerviosa y emocionada.

—Alicia, estas hermosa —Le dije.

—Tú estás hermosa, ¿Qué no te ves?, ese color te queda precioso.

—¿Qué color?, ¿El blanco? —Pregunté sonriendo.

—Eh, sí, sí, el blanco —Dijo nerviosa.

Era extraño, Marcel no había dejado de mirarme los ojos todo el tiempo que estuvieron conmigo, luego se fueron cuando sonaron las tres campanadas anunciando que yo tenía que salir.

Salí del palacio dirigiéndome a el gran jardín, todos vestían de blanco, excepto Matt, él tenía su traje de príncipe, con todas sus medallas.

Caminé por la gran alfombra roja hasta donde Matt, la larga cola de mi vestido me seguía, enserio era larga, dos metros.

Me paré en frente de Matt, como en una boda normal, pero esta no era una boda normal.

—Estamos reunidos aquí para conmemorar la unión de los reyes —Dijo el extraño sacerdote.

Estábamos en nuestra boda, nuestra unión, como reyes oficiales.

—Matthew Patterson, rey de Arnaudia, ¿Qué poder usted cede a su reina? —Preguntó el sacerdote.

—La tierra —Dijo Matt.

—Annabel Carrix, ¿Acepta su poder?

—Acepto —Dije más que segura.

Aparecieron Arnaudianos rodeandonos con grandes espejos, y cuando me vi en uno de ellos, vi que mi cabello, el cual llevaba recogido en un gran moño, se soltó y se tornó marrón, al igual que mis ojos, luego a los pocos segundos volvieron a su normalidad, Matt me había cedido un poder.

—Por el poder que me confiere la ley Arnaudiana, yo los declaró reyes oficiales de Arnaudia.

Matt y yo nos besamos y realmente fue mágico... En mi cabello marrón aparecieron mechones color violeta y mis ojos se tornaron violetas.

Nunca imaginé que mi vida daría un giro tan inesperado, nunca imaginé nada de lo que me sucedió, nada de eso me había pasado por mi mente, ni en mis más locos pensamientos, ni en mis sueños imaginé algo así...

Mis hijos me cedieron poderes al nacer, y nacieron tan temprano porque así sucede en Arnaudia.

Esa fue mi historia, la increíble historia de Arnaudia, de mi ahora reino.

Aquí estoy, sentada en el trono mirando a mis hijos crecer y a mi esposo dominar su mundo... Tratando aún de controlar mis Poderes Elementales.

Fin

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