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❧ 𝙼á𝚜 𝚊𝚕𝚕á 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚊𝚛 ☙
Con sus dedos trazó la figura reflejada en el cristal de la ventana. Tenía el cabello revuelto y su camisón arrugado. Las manchas debajo de sus párpados dejaban en claro las escasas horas de sueño que tuvo. Era una abominación. Una creación infernal de una niña atormentada por su pasado. No era más que una esclava descendiente de un rey abusivo. Y todos los pecados cometidos por terceros arruinaron su deseo de vivir tranquilamente, pero sin ellos tampoco existiría. Era un terrible debate mental.
La madera de la puerta sonó y salió de su pequeño trance. Era temprano, pero la espesa niebla daba alusión a ser tarde, aunque muy pronto saldría el sol. Aquellos días fueron fríos y nevados. Tan perfectos para sumirse en la tristeza de las pedidas y engaños. Sin embargo, el tiempo transcurría y se llevaba todo lo viejo.
— Eren. —se sintió sorprendida al encontrar del otro lado al moreno. Llevaban algunas meses sin hablar como solían hacerlo, pero sin romper la unión. Simplemente manteniéndose en un punto medio sin tener iniciativa para tratar con sus debates internos—. Pasa.
— ¿Te han dicho sobre la misión de mañana? —cuestionó adentrándose. Se quedó parado a media habitación mirando otro punto que no fuera ella.
— Sí, Jean me lo ha dicho ayer por la noche. —respondió cerrando la puerta. No sabía que más decir por lo cual se quedó callada esperando que Eren fuera más valiente que ella.
— ¿Se han estado viendo seguido? —la miró de reojo y metió las manos dentro de sus bolsillos. Dio unos pasos hacia la ventana encontrando la vista a la ciudad.
— Solo un poco. —admitió soldando un suspiro que se malinterpretó—. De cualquier manera, dudo que hayas venido solo a eso.
— Sí, tienes razón. —rascó su nuca buscando calmar sus nervios—. Ha pasado un tiempo desde que supimos la verdad y conocimos el futuro. —su voz perdió fuerza y pronto se dio cuenta de ello. Estaba tan lleno de miedo sin saber a donde ir o que hacer—. Me siento perdido sin ti. —admitió—. ¿Si quiera es real todo lo que hemos visto? Porque me gustaría que no lo fuera. Odio ser esclavo o vivir como ganado, pero te juro que daría lo que fuera para cambiar toda la historia.
— Te entiendo. —se sintió igual de abatida que él sabiendo todo lo que iba a suceder—. No sé que es peor, si besar a mi hermanastro menor o gritarle a mi hermano mayor que lo iba a matar. —recargó su cabeza en la puerta detrás de ella y se cruzó de brazos. Le dolía la cabeza por darle tantas vueltas al asunto.
— No quiero que me digas hermano. —infló sus mejillas y miró hacia otro lado. Eren estaba actuando como un niño caprichoso, pero aún no asimilaba que Freya fuera su hermana. No quería, se negaba rotundamente creyendo que era un vil mentira. Pero entre más se negaba a creerlo, más comprobaba que era real. Dentro de las memorias de su padre pudo ver aquella vez que conoció a Freya, había sido cuando tenía dos años y ella tenía seis. Sonrió inconsciente, por eso no podía recordar dónde la había visto. Eran tantos años y tantos sucesos, que ambos lo olvidaron.
