¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❧ 𝙷𝚞𝚢𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚎𝚗𝚎𝚖𝚒𝚐𝚘 ☙
Encontró a Eren con facilidad, estaba parado junto a la cerca de madera. Al notar su presencia, giró y le sonrió con nerviosismo, metiendo sus manos en los bolsillos del abrigo negro. Acercándose a él, Freya alzó su mano para saludarlo. La plática de la noche anterior aún seguía rondando en la cabeza del moreno, quien podía ver cierto rastro de melancolía en los ojos azules de la rubia. Ese par de cuencas le pedían ayuda a gritos, el temor que había en ellos dejaba en claro todo el dolor que seguía cargando, reprimiendo aquellos sentimientos y siguiendo órdenes sin oponerse. Eren no lograba entender aquello, por qué una mujer fuerte en espíritu y fuerza tenía que ser una esclava.
— ¿Y bien...? —divagó tontamente mientras llegaba a su lado—. ¿Por dónde quieres empezar?
— Por dónde tú digas. Tú llevas el control sobre mí. —sus ojos volvieron a encontrase y él quiso transmitirle aquel sentimiento de libertad. Quería que ella también lo fuera—. Tú eres la que tiene experiencia.
— Bien. —suspiró. Se quitó el pequeño abrigo color rosa y miró el cuerpo de Eren estudiándolo. Era casi de su tamaño, delgado, pero con varios músculos sobresalientes, sin mencionar su ancha espalda.
Freya fue la primera en empezar, lanzando un duro puñetazo contra el rostro de Eren, el cual giró violentamente por la fuerza del ataque, y también porque lo tomó desprevenido.
— ¡Freya! —se quejó mientras llevaba su mano hacia la zona enrojecida. Sentía un leve ardor, pero también comenzaba a entumecerse—. ¿Por qué no me avisaste?
— Oh, lo siento. —fingió arrepentimiento—. Pero según recuerdo dijiste que querías aprender lo que yo sabía y tal cual lo había aprendido. —murmuró sin reflejar alguna emoción—. Por eso actúe de esa manera, porque lo que sé lo aprendí en la ciudad subterránea. ¿Sabes cuántas veces me golpearon? Muchas, y en ninguna de esas veces me avisaron. Así que levanta el culo y regrésame el golpe.
Eren murmuró palabras poco entendibles para la rubia. Se levantó del suelo despacio, moviendo su mandíbula y colocándose en posición. Esa posición que le causaba a Freya molestia. Era la misma de Annie Leonhartd, la maldita que poseía al titán femenino y quien mató a Marlon y a muchos de la Legión. Ver aquello la hizo enfurecer. Sostuvo el brazo de Eren que había extendido para lanzar el golpe, lo esquivó y giró sin soltarlo. Se colocó detrás de él apretando con fuerza el brazo del moreno mientras que su pie golpeaba la parte trasera de su rodilla, eso hizo que se doblara quedando hincado en el suelo. Sin darle tiempo a reaccionar, pasó su brazo por el cuello de Eren y comenzó a asfixiarlo.
— Vuelve a usar esa misma postura y juro que te romperé todos los huesos. —la severidad de sus palabras provocó el miedo en Eren—. Empezando por los de tus dedos. —un fuerte grito salió de la garganta del ojiverde. Freya le había doblado los dedos de la mano que aún le sujetaba en la espalda—. ¡Dilo!
