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◌⸛ Bright empezó a soñar de la nada con un chico de linda y peculiar sonrisa como de un conejito, la completa hermosura de aquel chico, y su peculiar personalidad hará que crezca un sentimiento esperado en el gran...
Me encontraba en un parque, un parque que reconocía, que recordaba, que me recordaba a él.
Al chicos de sonrisa de conejito.
Me dirigí a toda prisa a aquel árbol, aquel árbol que recordaba, lo buscaba a él, solo a él, al chico de sonrisa de conejito.
Cuando llegué a aquel árbol me sentí decepcionado, el chico conejito no se encontraba. No estaba ahí, con sus lentes que lo hacían ver muy sexy, con un libro entre sus manos. Simplemente no estaba.
Decidí caminar entre la gente mientras me perdía en mis pensamientos. Habían pasadovarios meses sin verlo, 6 meses exactamente, no entendía el por qué, ni mucho menos la necesidad que tenía por volverlo a ver.
Pero simplemente no podía sacarlo de mi mente.
Me detuve al ver a una mujer con su pequeña en brazos, era una vendedora de flores, debo admitir que me parecían hermosas.
No sé porque pero tuve el deseo de comprarle un ramo. Así que me acerqué donde ella.
— Buenos días señora, disculpe, ¿Cuánto está este ramo de rosas blancas? — pregunté —
— Oh pero que joven tan apuesto — dijo y me sonrojé un poco — ¿Son para tu novia o novio? — ¿novio?, bueno no tenía uno y novia menos las chicas no me iban para nada, 100% gay —
— Oh no, solo... son para alguien... — no sabía porque pero pensé en él, sabía que no era mi novio pero me fue imposible no pensar en él —
— Bueno, de seguro es para alguien especial, son 45 baths jovencito — wow muy barato —
— Tenga — le entregué un billete de 50 — quédese con el cambio sin problema y muchas gracias — le dije a la señora con una sonrisa —
— De nada jovencito, estoy segura que le van a gustar a su personita especial, suerte — dijo la señora dulcemente —
Tenía un ramo de rosas blancas entre mis manos, era muy hermoso, sinceramente seguía preguntándome porque lo había comprado.
De un momento a otro con aquel ramo entre mis brazos, mis pies me llevaron a otro extremo de aquel parque. Ahora me encontraba frente a un lago muy bonito, habían muchas personas alrededor disfrutando con sus familias, amigos, parejas.
Y yo solo pensaba en él.
— ¿Bright? — escuché por un costado — ¡oh eres tú! pensé que no te volvería ver — era el chico de sonrisa de conejito —
— Conejito, tiempo sin verte, ¿Cómo has estado? — <te extrañé>, pensé pero no lo dije —
— Supongo que bien, como siempre, ¿Y tú? — me preguntó —
— Igual que tú — respondí —
Estaba seguro que tenía una sonrisa de oreja a oreja en este momento, sinceramente lo había extrañado, extrañado verlo en mis sueños tantos meses.
— ¿Y ese ramo de rosas?, ¿Son para tu novia? — preguntó señalando aquel ramo entre mis brazos —
— Oh no no no no — dije rápidamente y algo nervioso — No tengo novia
— Oh, ¿entonces, para quién son?
Ahora si ¿Qué hago?, como le digo que compré las rosas pensando en él.
— Son... son... son... Son para ti —dije al final con nervios acercándole aquel ramo a sus manos—
— ¿Para mí? Oww gracias Bright eres muy lindo — me dijo tomando el ramo entre sus manos y me robó un beso en la mejilla, no sé que estaba pasándome con él pero se sentía muy lindo —
— De nada, espero que te hayan gustado
— Me encantaron enserio, nadie nunca me había regalado rosas así de bonitas — <así de bonitas como tú>, pensé —
— Bueno, ¿entonces soy el primero que te regala rosas?
— Efectivamente, jejejejee... Me tengo que ir Bright que bueno encontrarte otra vez... Y gracias... — dijo él —
— ¿Qué?, ¿Ya te vas?, tan rápido — pregunté desconcertado no quería que se fuera —
— Dulces sueños, Vachi — me dió un beso en la mejilla como la otra vez y se marchó. —
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Otro sueño con él, por fin Bright tuvo otro sueño con el chico de sonrisa de conejito. No sabía que le había hecho pero lo tenía embelesado.
Era tan lindo.
6 meses sin soñar con él, le parecieron eternos.
Una hermosa sonrisa adornaba sus labios después de aquel sueño, un nuevo y pequeño dulce sueño.
Por más que sentía aquella curiosidad de saber quien era aquel pequeño, pues no lo recordaba de ninguna parte, ni sabía su nombre — quizás por el momento —, era imposible no sentirse feliz.
Con toda la pereza del mundo se levantó de su cama para poder tomar una ducha y alistarse para el trabajo. A veces la rutina lo tenía aburrido, pero ni modo, al menos hacía algo que le gustaba, y eso era lo más importante.
Arreglo todas sus cosas importantes para el trabajo, tomo su desayuno y se cepilló los dientes. Terminó peinándose de nuevo y rociándose aquel perfume que adoraba. Cogió sus cosas para dirigirse a su auto y empezar la rutina de siempre.
Solo que ahora, su rostro reflejaba una sonrisa después de volver a ver en sus sueños.
