II

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"Uchiha Itachi y su nombramiento".

A las primeras horas del día, los rayos cálidos del sol inundaban las calles de Konoha; las aves comenzaban algo parecido a un recorrido por los cielos y se escuchaban a largas distancias su melodioso trineo

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A las primeras horas del día, los rayos cálidos del sol inundaban las calles de Konoha; las aves comenzaban algo parecido a un recorrido por los cielos y se escuchaban a largas distancias su melodioso trineo.

La época de primavera comenzaba bien, se veían algunos adornos que colgaban entre los edificios, así como también estaban presentes puestos de comida y algunos juegos cerrados que más tarde empezarían a funcionar.

Esa fecha era especial, y no sólo porque era el primer día de una nueva estación. Sino porque también estaba programada para cerca del mediodía el nombramiento del primer Hokage Uchiha.

Los ojos del contrario se abrieron con fastidio ante el horroroso cacareo de la infernal gallina que Itachi conservaba en el jardín de la casa. Tenía esperanzas de que cuando su casa fuera terminada de construir ese animal desapareciera, porque siempre molestaba a todas horas con su incesante ruidero.

Dio la vuelta sobre el colchón, sintiendo sus huesos de la espalda crujir por tomar una nueva posición. Vio el rostro tan apacible de Itachi reposar cómodamente en la almohada siguiente a la suya.

Le pareció tierno el hecho de que éste no ocupara la cama entera y que se quedara quieto durante la noche en una sola pose.

Acarició con sus dedos el contorno en el rostro del muchacho, que solamente acomodó su cuello. Observó fascinado las largas pestañas que tenía Itachi, y que aún teniendo pequeñas basuras sobre ellas no dejaban de ser llamativas.

Picó el moflete del chico, y se divirtió con el hermoso puchero que sus labios formaron al igual que el leve fruncimiento de ceño.

Depositó un beso suave en el labio inferior de su pareja y se levantó de la cama dirigiendo sus pasos hasta el cuarto de baño. Caminaba cojeando y percibiendo un dolor inmenso en sus caderas y en cierta parte específica de sus glúteos. Se miró en el espejo.

Se sonrojó de inmediato.

Tenía varias marcas en su tono lechoso que conservaba en el cuello, todas esas manchitas eran rojas y otras moradas. Sus labios estaban rojos y viajando más abajo, podían verse las mismos colores sobre sus hombros, pecho y abdomen. Le encantaba aquella sensación de pasar la noche con Itachi de esa manera, pero a veces debía de usar ridículos (al parecer de Sasuke) maquillajes para tapar tan vistosas marcas que su novio dejaba por todo el cuello, que era el lugar más visible de su cuerpo.

Por suerte utilizaba ropas con un cuello alto y que tapaba perfecto aquellas muestras de "afecto", pero en días recientes de haber intimado, no dejaba que ninguna persona se le acercara lo suficiente para verle aquello.

La vida de un Hokage UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora