IX

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“Uchiha Itachi y su esposo”.

“Uchiha Itachi y su esposo”

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Los días habían pasado. Y la situación entre ambos permanecía de la misma manera.

El chakra de Sasuke finalmente estaba estable en su totalidad, sus ojos poco a poco iban percibiendo más luz de su alrededor y ya distinguía con una pequeña neblina en su mirada los demás objetos. La cara de Itachi ya podía verla mejor.

Los malentendidos no dejaron de aparecer conforme los días pasaban. Con frecuencia, cada dos días, la puerta era llamada, y con ello una nueva flor (todas en su lenguaje hacían referencia al amor) se le daba a Sasuke.

El nombre en la tarjeta de Takemaru nunca faltaba, y con cada vez que eso sucedía, Itachi perdía fuerza en el corazón.

Hoy era uno de esos días. La puerta fue tocada, su timbre especial. Avanzó con pasos pesados hasta la entrada con la gallina siguiéndole a poca distancia, abrió y se encontró al mensajero de siempre extendiéndole una nueva flor con su carta. Firmó de recibido y dedicó una sencilla sonrisa al hombre para no desmoronarse.

“Espero con ansias verte otra vez, Sasuke”.

Decía esta nueva. Los formalismos habían acabado.

La luz de la tarde era suficiente antes del anochecer, subió las escaleras hasta la habitación de ambos y en ella encontró a su hermano viendo con los ojos entrecerrados sus manos. El cuarto estaba en penumbras y difícilmente se dañaba la vista, pero aún así Itachi prefirió por su salud.

—Sasuke, no fuerces la vista todavía. Apenas se está recuperando— indicó colocando una nueva y peculiar especie de flor, una que no se encontraba con facilidad por la aldea. Una rosa roja. La mesita de noche pareció hacer un buen juego con ella.

—Cerraré los ojos. ¿Puedes ayudarme a caminar un poco?— preguntó el jovencito que estaba de pie casi junto a la ventana.

Itachi, con un nudo en la garganta, se acercó hasta él y le dio la pequeña tarjeta.

—Te... mandaron una nueva flor, ésta tiene una tarjeta— explicó a pocos pasos de Sasuke.

—Imagino que ya habrás visto qué dice— incriminó el joven.

—Sí.

—Solo dime de quién es— pidió el azulado.

—Takemaru— contestó el Hokage, deshecho de pies a cabeza—. Creo que lo mejor será que venga en un día de estos. Tal vez así... Finalmente lleguemos a una solución de todo esto. Ya no lo aguanto.

La vida de un Hokage UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora