Uchiha Itachi será nombrado el nuevo Hokage después de haber analizado las causas del por qué llevó a cabo la masacre del clan Uchiha.
El mundo entero sabe todo acerca de su pasado, y a pesar de ello, en Konoha lo consideran un candidato perfecto pa...
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Itachi no era el más rápido, ni el mejor, ni perfecto. Eso lo tenía muy en claro Sasuke.
La vida junto a su esposo —y hermano— era divertida, a los dos se les ocurrían ideas tan infantiles que parecían volver a la época cuando eran niños; pero sabiendo que existía un mutuo amor entre ellos.
Ahora que Itachi tenía el cargo de Hokage, y Sasuke iba en busca de un empleo, ya no pasaban tantos momentos juntos. Era más como un milagro que entre ellos hubiera algo más romántico con el paso de los días. Itachi regresaba siempre (o en su mayoría de las veces) a las once o doce de la noche; y para ese entonces su pareja ya estaba durmiendo u organizando sus papeles para presentarse a un nuevo trabajo para el día siguiente.
En esta noche, Uchiha Itachi caminaba de regreso a casa, siendo acompañado únicamente por las luces cálidas de las calles y el sonido de los grillos; la luna en cuarto menguante no daba la suficiente luz. Por extraño que parezca, iba de buen humor, todo su día fue ideal y seguía teniendo ese deseo de llegar junto a su Sasuke y hacerle saber cuánto lo amaba. Había estado ansiando en toda la extensa jornada de trabajo ser envuelto por los brazos de su enamorado y las dulces palabras que a veces se dedicaban cual poema.
Así que cuando estuvo frente a la puerta de madera, en su hogar, sintió un leve aroma dulzón que le abrió el apetito.
—Tadaima— anunció, viendo orgulloso como el reloj marcaba las nueve con veintidós, había salido temprano.
No tuvo que esperar mucho por una respuesta; una cálida y amorosa respuesta.
—¡Itachi!— se lanzó a los brazos varoniles y más desarrollados, envolviendo sus antebrazos por detrás del cuello, tocando el largo cabello negro del contrario—. ¡Llegaste muy temprano!— exclamó contento, con su cabeza sobrepasando el hombro de Itachi, aspirando el aroma que desprendía—. Okaeri— dijo ya más tranquilo, pero aún emocionado.
Itachi se puso incluso más feliz por la actitud tan cálida que mostraba Sasuke en aquellos instantes. Él también correspondía el abrazo con sus brazos cruzados cerca de la cintura del menor.
—Te extraño tanto, Sasu— le dijo, sintiendo como el agarre se hacía menos intenso, para después observar la expresión tan soñadora que su esposo tenía: las mejillas coloridas, una sonrisa acogedora y sus manos entrelazadas delante del delgado cuerpo.
Obtuvo un beso en los labios, uno corto pero que se había sentido tan bien.
—Ven, justo estaba preparando algo de cenar— le tomó de la mano una vez que Itachi dejó sus zapatos en la entrada y lo guío por el pasillo algo en penumbras.