Game of Thrones: Conquista & Rebelion

Tres

Casa Hoare, hijos del hierro reyes de las tierras de los ríos.

Euron Greyjoy

Harren de la casa Hoare heredó un reino que se extendía desde las islas de hierro al tridente, un reino demasiado grande para gobernarlo desde un castillo tan humilde como Pyke.

Durante cuarenta años saqueó las tierras de los ríos haciéndose de piedra, madera y esclavos  para construir una morada digna de el.

Cuenta la leyenda que los albañiles colocaron el último ladrillo de Harrenhal el mismo día que Aegon desembarco en Poniente, pudo haber sido un augurio divino, pero hasta los albañiles querían escapar de ahí antes de que llegaran los dragones y no eran los únicos.

Cuando Aegon se acercaba los señores de la tierra de los ríos se revolucionaron encabezados por la casa Tully, dudo que Harren lo notará, Harrenhal podía repeler una armada de un millón de hombres, ninguna escala podía someter sus murallas y ningún ariete podía destruirlos, el castillo era impenetrable.

Cerro sus puertas entorno a si, sus hijos y sus hijos del hierro y espero a que el ejército de Aegon se escurriera en la suciedad.

Cuando Aegon finalmente vio el monstruo castillo pidió parlamentar, Harren se lo concedió.

Valyria había sido el mayor imperio que el mundo haya conocido, Harren quería orinar en sus cenizas.

— Ríndete ahora y podrás seguir siendo señor de las islas del hierro, ríndete ahora y tus hijos vivirán para gobernar después. Ves mi ejército fuera de tus muros y ves a mis dragones

— Lo que veo ante mis muros no me inquieta en lo absoluto, esos muros son fuertes y gruesos

— Los dragones vuelan

— Pero las piedras no arden

— Cuando el sol se ponga, vuestro linaje acabará

Harren escupió y regreso a su castillo, una vez dentro prometió tierras, riquezas y la hijas de Tully a quien consiguiera acabar con Aegon Targaryen o con su dragón.

Mientras el sol se ponía en el horizonte todos los hombres de Harren patrullan las almenas escuchando aleteos a cada golpe de viento pero la luna se alzó y descendió y no apareció ningún dragón.

Mientras los hombres del hierro estaban patrullando las almenas Aegon condujo a su dragón Balerion más y más alto en el cielo estrellado, tan alto que hasta el gran castillo de Harrenhal parecía un hormiguero.

Luego se precipitaron sobre el castillo, bien adentro de las murallas vigiladas, las cinco torres de Harrenhal se extendían a Aegon como una mano, Balerion abrió la boca y baño todos los dedos en llamas.

Harren tenía razón, la piedra no arde pero los hombres si aunque fueran hijos del hierro.

El dragón convirtió a mis ancestros en ceniza que asfixiaban a los supervivientes cuando gritaban, los soldados de Harren saltaron de las almenas y murieron, se amontonaron contra las paredes y murieron, huyeron a través del patio de armas y murieron.

Harren y sus hijos se cobijaron en el interior del castillo, la piedra no ardió pero cuando cuando Balerion les atacó con su fuego se puso al rojo vivo, el mayor castillo del mundo se transformó en el mayor horno del mundo cocinando al último de la casa Hoare en su interior.

Fuera de los muros las torres de Harrenhal brillaban rojas en la noche y comenzaron a retorcerse y derretirse como cinco grandes velas de piedra líquida que descendía de sus costados como si fuera cera.

A la mañana siguiente Aegon forjo unas nuevas tierras de los ríos.

Nombró al rebelde Edmyn Tully como señor supremo del tridente e hizo que los otros señores ribereños le juraron lealtad como su nuevo señor.

Durante siglos, la casa Hoare había aterrorizado las tierras de los ríos, bajo la casa Tully volverían a recobrar la paz y la prosperidad.

Después de que el castillo se enfriará lo suficiente para permitir que los hombres entrarán,  Aegon se aventuró en las ruinas en que había convertido Harrenhal vio los cuerpos calcinados, la piedra carbonatada y las espadas fundidas de sus antiguos enemigos, para confusión de sus hombres Aegon ordenó que se recogieran las inútiles espadas y se enviaran a Fuerte Aegon.