Mort-dida ©
Capítulo 4
A quien habían mordido por la espalda antes de que lograra enterrar sus dientes en la pierna de Rebeca, fue a don Jorge, y el causante había sido Elías. Parecían dos verdaderas fieras salvajes que se atacaban entre sí a muerte. don Jorge había recibido varias mordidas por la espalda y cuello y a Elías se le podía ver aún entre sus dientes restos de carne de la piel ensangrentada de don Jorge, pero este no se había quedado atrás y le había prácticamente arrancado medio brazo a base de mordiscos. Ambos emitían una especie de chillido ensordecedor, mezclado con balbuceos constantes y gemidos; era un sonido gutural muy difícil de interpretar y describir.
Todo este ataque a mansalva, lo aprovechó Rebeca para salir por el otro lado del bus y ponerse en pie. Sus compañeros estaban mirando la acción en el otro lado, así que Rebeca comenzó a golpear el costado de la máquina para llamar la atención de sus compañeros; los que al percartarse de la presencia de su amiga, no daban crédito a sus ojos y por escasos segundos la miraban perplejos. Hasta que Catalina, exigió que la ayudasen a subir por una de las ventanillas del bus, así que procedieron a alzar entre todos a Rebeca para ayudarla a entrar de esa manera al bus. Lo cual lograron con relativa facilidad.
Una vez dentro, Rebeca enseñó triunfante el juego de llaves del bus. Por fin podrían salir de ahí a toda marcha.-Bravo Rebe, eres única y muy valiente además -decían todos a coro.
Pero Catalina terminaría muy pronto con todos los vítores hacia su amiga, ya que pudo darse cuenta de las heridas que tenía su amiga.-Después celebramos todo lo que quieran. Ahora nuestra amiga debe recibir atención médica. Está perdiendo mucha sangre. Tenemos que hacer algo para que deje de sangrar. ¿Alguien sabe de primeros auxilios?
-¡Yo sé un poco! Puedo intentar ayudar. Veamos si aquí hay algún botiquín -dijo Oliver, un estudiante miembro de los "cerebritos" -como le denominaban a los que se destacaban en los estudios-.
-Okey, perfecto. Sí, recuerdo que el chófer expresó que había un botiquín en el bus. Así que hay que buscarlo...
<<¿En dónde diablos estará? -maldecía Catalina mirando hacia todos lados del bus>>.
>>¿Por qué nunca dejan las cosas a la vista?, sobre todo las cosas importantes.-Aquí hay una cajita cerrada con llave. ¿Estará ahí dentro?
-comentó Oliver apuntando a un costado del asiento del conductor.-Debe estar ahí. No hay otro lugar en donde pueda estar. Probemos con las llaves que trajo Rebeca.
Precisamente una de las llaves hizo contacto con la cerradura de aquella caja y allí estaba el tan anhelado y necesitado botiquín.
De modo que por fin Oliver procedió a curar la herida más profunda que tenía Rebeca y logró detener la emanación de sangre.
-Amiga, creí que te perdía -sollozó Catalina, al ver un poco más recuperada a Rebeca.
-Se necesita más que eso, para detener a "Super Rebe" -le respondió bromeando, Rebeca.
-¡Ay, Rebe! Tú y tus bromas. Incluso en un momento así, no dejas de bromear.
-La vida es demasiado corta como para perder el tiempo siendo serios -le respondió.
-Tienes razón. Gracias por volver amiga.
-De nada. Espero que la próxima vez, seas tú quien vaya por las llaves.
-Dalo por hecho amiga. Es un trato.Y habiendo dicho esto, Rebeca se quedó dormida -quizás producto de la abundante pérdida de sangre-.
Abajo, ya se disipaba un ganador, si así se le puede llamar.
El hombre mayor sacó partido a su contextura robusta y había logrado casi descuartizar al pobre de Elías que ya casi sin extremidades, se revolcaba en el piso haciendo esos sonidos guturales ininteligibles. Un gran charco de sangre era prácticamente la lona de tan elaborado ring de arena desértica. Mientras que desde el bus, los chicos no dejaban de capturar todo con sus teléfonos.
Luego de sentarse sobre la arena sangrienta con el brazo izquierdo de Elías en su mano y devorándolo cual manjar se tratara, don Jorge a ratos miraba hacia los chicos del bus sin cesar de comer con avidez.No había terminado su elaborada cena, cuando se le abalanzó con toda su humanidad, el soldado quien de un solo y certero movimiento, le rompió el cuello haciendo que el anciano cayera de un golpe seco al piso y con esto, el soldado comenzó a morder y comer lenta y calmadamente del rostro del infortunado hombre.
Los chicos no salían del asombro y comenzaron a gritar que por favor echaran a partir el bus para escapar lo antes posible, ya que el soldado había despertado y no tardaría en intentar atacar el bus para subirse.Todos los pasajeros estuvieron de acuerdo y fue Catalina quien muy nerviosa puso las llaves y dio marcha a la pesada máquina.
El soldado no hizo ningún ademán para seguir el bus que se marchaba a toda velocidad de aquel lugar.
Catalina miraba por el espejo retrovisor del vehículo y veía como aquel soldado seguía tranquilamente devorando el cuerpo de don Jorge.-¿Qué hacemos? ¿Adónde vamos ahora? -se preguntaban.
-Devolvámonos al pueblo más cercano. Posiblemente allá alguien nos pueda ayudar. Vamos a la policía -aconsejaba Oliver.
-Sí, creo que es una buena idea -respondió Catalina.
Mientras tanto, Rebeca seguía dormida en uno de los asientos del fondo, al lado de su compañero Oliver.
Habían avanzado unos cuantos kilómetros y del soldado ni rastro. Aunque lo que los alertó fue un auto que venía a gran velocidad en sentido contrario y Catalina comenzó a tocar la bocina para avisarles del peligro que había en esa dirección. Lamentablemente sus intentos fueron en vano, porque el chófer del auto, no solo no se detuvo, sino que le enseñó el dedo medio a Catalina al pasar por su lado a más velocidad que antes.-¿Chicos, qué hacemos? Ese tipo no quiso detenerse y va derecho hacia donde está el soldado -preguntó Catalina.
-Déjalo, él verá. Además era un maleducado. Nadie va a extrañar a una persona así.
-Pero, es una persona y tal vez, reaccionó así por desconfianza. No lo sé.
-Yo voto porque sigamos en marcha. ¿Qué dicen chicos? -preguntó David, quien para ese entonces estaba haciendo las veces de líder del grupo.
-Sí, que se pudra. Sigamos adelante -decían los demás.
Catalina detuvo el vehículo.
-¿Qué haces, idiota? Sigue conduciendo -le ordenó David.
-¡Daré la vuelta! -le espetó Catalina.
-¡Tú no harás tal cosa! ¡Quítate de ahí! -le empujó David del asiento, tirándola al piso bruscamente.
-Tomen a esta perra y no dejen que se me acerque o se las verán conmigo -ordenó desafiante, David.
Los demás agarraron con fuerza a Catalina levantándola del piso y llevándola al asiento de atrás frente al asiento donde se encontraba Rebeca junto a Oliver. La sentaron a la ventana y uno de sus compañeros se sentó a su lado y otros dos, le hacían guardia de pie en el pasillo.
David ahora era el chófer del bus quien manejaba a toda velocidad para llegar lo antes posible al destino que era el pueblito más cercano, que estaba a unos pocos kilómetros más adelante.-¡Son unos cobardes, que lo sepan todos. Y tú, David ahora te haces el valiente, pero gritabas como ardilla asustada cuando corrías en el desierto! -gritaba con rabia desde su posición, una impotente, pero furibunda, Catalina.
Mort-dida - Capítulo 4
Autora Ann E. Rol
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Mort-dida
HorrorUn tranquilo viaje de estudios por el desierto, da inicio a un apocalipsis que pone en riesgo a la humanidad. Descubre junto a sus protagonistas, la causa, e intenta salvar el destino del planeta. Pero lo más importante, intenta sobrevivir y no ser...