Es increíble como una simple pieza recitada en un piano puede expresar más de mil emociones. Por aquella pasión que se siente al hacer lo que una persona disfruta hacer, _____ nunca ha podido tocar una pieza sin siquiera sentirla y lograr despertar...
–¡Matty, ya deja de preguntarme eso! –miro a mi hermanito totalmente cansada, ha estado saltando a mi lado repitiendo esa misma frase y ya me está volviendo loca.
–Okey...–suspiro aliviada, y justo cuando por fin pienso que se va a callar... –¿Me das un jugo? ¿Me das un jugo? ¿Me das un jugo?...
–¡Ahggg! ¡Mamá! ¡Ayúdame, por favor!
Mi madre voltea a vernos desde el asiento del copiloto. –Matt, siéntate en tu lugar, y no molestes a tu hermana.
–¡Pero tengo hambre! ¿Podemos parar a comprar algo de comer?
–Claro que no, es muy temprano todavía, además, trajimos refrigerios. Toma uno.
Matt tiene una expresión de confusión en su rostro, probablemente no se dio cuenta que llevábamos refrigerios para el camino.
Después de sacarle un sándwich y una caja de jugo de la lonchera, Matt regresa a su lugar. Vamos camino a California del Sur en una combi bastante amplia para 6 personas, mis padres van en los asientos de adelante, Teddy va en el primer asiento de la parte de atrás mirando su teléfono, Matt va en el siguiente comiendo su sándwich y, finalmente, Lizzie y yo en el último asiento, o como me gusta llamarlo "el mejor asiento del auto".
Los padres de Lizzie le permitieron venir nuevamente conmigo por unos días, llevamos viajando toda la mañana, y aunque son las 11 a.m., aún nos queda mucho por recorrer hasta llegar a casa de mi abuela.
Mañana es mi cumpleaños.
La cuenta regresiva para mis 18 años empieza a partir de ahora.
Que mejor para festejar el primer año de legalidad que con mi familia y mi mejor amiga. Lizzie pone un panfleto frente a mi cara mostrándome la imagen de una enorme piscina, con una hermosa vista a las montañas del sur de California.
Esto no estaba aquí antes.
–¡Mira! Abrieron una nueva piscina muy cerca de la finca de tu abuela, y los servicios que ofrecen no están para nada mal.
–¿De verdad crees que podríamos convencer a mi familia y, ante todo, a mi abuela de que vayamos a una piscina pública?
Lizzie se cruza de piernas sobre el asiento. –Nada costaría con proponérselos. Vamos, lo más interesante que hemos hecho cada año es la caminata hacia el río y comer en el enorme patio de la finca, cada año tu abuelita se supera en decorarlo.
Es verdad, ella pone todo su corazón en ver su casa lo más bonita posible, toda su vida fue decoradora de eventos después de todo. Y antes de que mi abuelo falleciera, el ambiente en familia seguía siendo cálido cuando mi abuelo contaba historias, tocaba guitarra y cantaba para nosotros, para mi abuela nunca faltaban serenatas de amor.
