Es increíble como una simple pieza recitada en un piano puede expresar más de mil emociones. Por aquella pasión que se siente al hacer lo que una persona disfruta hacer, _____ nunca ha podido tocar una pieza sin siquiera sentirla y lograr despertar...
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*Narra _____*
–_____...
–Dime, preciosa...
–¿Cómo te sientes hoy?
–No lloré toda la noche.
Un sonido agudo salió de la garganta de Lizzie. Ambas sujetadas a los tubos de la baranda de las escaleras. Ya era la hora de salida y mi mejor amiga se quedó a hacerme compañía...hundiéndome en mi propia miseria.
–Eso ya es un comienzo.
–El dolor sigue allí...al igual que el recuerdo...
–Melli, solo han pasado 4 días, es obvio que no conseguirás sanar tus heridas tan pronto.
–Ojalá y eso fuera posible, así no tendría que preocuparme por el video de la audición a Juilliard con la cabeza en otro lado.
Sentí la calidez de la mano de Lizzie tomar la mía por encima del tubo de la baranda. –Eres una diosa en el piano, te irá increíble, solo relájate...
Suspiré, pasando el dorso de mi mano por mi nariz. Esnifé fuertemente antes de apoyar mi frente contra el metal del barandal.
Sentirme patética se había vuelto mi nuevo estado de rutina desde que empecé a sentir cosas por Merlín y solo empeoró cuando me alejé de él y del mundo mágico...y eso solo pasó hace unos días.
Ahora me siento el doble de patética, por no decir una idiota, por llorar casi todo el tiempo en mi habitación.
Giré mi vista hacia Lizzie, notando cómo varios mechones rebeldes de su cabello como el fuego se le habían salido de su moño en la cabeza.
–Es un idiota, no merece tus lágrimas.
–Lo amo Lizzie...–solté, sin titubear, sorprendiéndola. –...aún así lo que vivimos hubiese sido pura mentira, nada de lo que sentí fue falso.
–Si no sentía nada, no entiendo porqué te besó. –se separó de la baranda, su semblante mirando a la nada con coraje.
Me encogí de hombros, soltando la baranda. –Eso no importa ya, de nada sirve cuestionarme estas cosas cuando no volveré a poner un pie en ese lugar.
