Es increíble como una simple pieza recitada en un piano puede expresar más de mil emociones. Por aquella pasión que se siente al hacer lo que una persona disfruta hacer, _____ nunca ha podido tocar una pieza sin siquiera sentirla y lograr despertar...
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¡WOLAAAA! Hoy venimos con nuevo capítulo y con aires de Olivia Rodrigo.
Me disculpo por mi inactividad, pero no he tenido tanta inspiración últimamente y quería tratar de tener más capítulos para ustedes. Les agradezco mucho su paciencia y su apoyo a la historia.
Bueno, ¡DISFRUTEN!
P.D. La canción de arriba le va al ambiente del principio del capítulo, si gustan pueden ponerla ;D
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*Narra ______*
Había ligera niebla a mi alrededor, haciéndome imposible divisar mi camino. A diferencia del suelo, todo se veía tan oscuro, la niebla era la única que alumbraba este sitio sin saber exactamente por qué me encontraba aquí.
Traía puesto un hermoso vestido azul que se ajustaba a mi delgada figura y me llegaba a la altura de los pies, casi ocultándolos. Los tirantes caían a ambos lados de mis hombros y el escote de este llevaba una pequeña moña en forma de flor de la misma tonalidad que el vestido. Mi cabello caía a ambos lados de mi rostro, estaba quebradizo a modo de casi quedar rizado.
¿Qué hago yo vestida así?
En definitiva yo no soy de las personas que suele vestirse de esta manera, los vestidos nunca fueron mis preferidos, aunque mi madre a veces me obligaba a ponérmelos para algún evento especial.
Confundida, empiezo a caminar sin saber exactamente a dónde estaba yendo. Pero no me detuve, seguí caminando hasta que me encontré en un camino de espejos de cuerpo entero, guiándome hacia quien sabe dónde.
Mientras caminaba pude observar mejor mi aspecto en los espejos. Y ¡Wow!, en verdad me veía muy linda con este vestido. Es raro oír eso de alguien que particularmente se siente algunas veces normal, mientras que otras veces se siente simplemente horrible.
Pero ahora, era diferente. Creo que incluso parecía una auténtica princesa.
Seguí mi camino hasta llegar a un gran espacio lleno de luces y espejos unido en un círculo rodeando el lugar, bloqueando cualquier otro tipo de salida de mi vista. Un piano yacía en el centro del lugar llamando mi atención.
Lentamente me fui acercando a él y apoyé mis dedos sobre las teclas, tocando además unas cuantas notas sin un orden en específico. Adoraba esa sensación del sonido de las teclas vibrando en mis dedos. Sin pensarlo tanto, me senté en la banca frente al piano y divisé la partitura de una canción sobre el atril.
Que curioso...
Recorrí con la mirada cada nota hasta que pude razonarla para empezar a tocar. La melodía era lenta, pacífica, elegante...
¡Vaya! Ni yo en mil años me imaginaría escuchar la palabra "elegante" saliendo de mi boca.
Conforme iba tocando la melodía, me imaginé un vals muy ilustre y apacible. Casi como el de las típicas orquestas que aparecen en las películas de princesas, cuando el caballero las guía al centro de un enorme salón y bailan al compás de la música, haciéndoles girar sus vestidos en el aire.
