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El silencio en aquel departamento nunca había resultado tan incómodo como en ese momento. San no había articulado palabra desde que abandonaron el instituto y la verdad el chico no planeaba hacerlo.

Le sonreía a MiSuk y Yeosang cada vez que los atrapaba mirándolo, pero era simple amabilidad, pues no quería ser grosero con quienes le habían ofrecido un techo durante su estadía en Seúl.

Pero estaba en verdad molesto y simplemente no podía evitarlo.

La universidad no era para nada como él la esperaba. Tuvo un plan desde el momento en que abandono su hogar, pero este se arruino cuando puso un pie en el jardín del campus y la vio a ella.

Todo se había venido abajo y a pesar de eso, no la culpaba de nada. ¿Cómo podría hacerlo? Había sido él quien se sintió atraído por EunYeong desde el momento en que la vio, era él quien seguía preocupándose por ella sin importar las veces que lo hubiera rechazado. Ella había puesto los límites y aun así, Choi parecía encontrar la manera de sobrepasarlos o tal vez los límites de EunYeong eran solo simples baches que el chico podía evitar sin problemas.

—San — Lo llamó con timidez — ¿Estás bien?

El rubio asintió cabizbajo. La comida en su plato se veía realmente apetecible, pero no se sentía con ánimos de probar bocado.

—¿Quieres que guarde tu comida para más tarde? — Una vez más el chico solamente asintió. MiSuk se puso de pie y tomó el plato de San.

—Lo siento nuna, pero no me siento bien — MiSuk lo miró por unos breves segundos preguntándose de que manera podía ayudarlo.

—No te preocupes San, puedes ir a tu habitación, si tienes hambre más tarde solo dímelo — Choi sonrió. Se puso de pie y sin decir nada caminó por el pasillo hasta llegar a su habitación.

Se tumbó sobre el sofá que tomaba el papel de cama en esa habitación y largó un pesado suspiro. Llevó sus dedos hacia su pómulo, el cual comenzaba a tomar un extraño color, él ni siquiera podía distinguir si era verde o violeta.

De lo único que estaba seguro en ese momento era que quería ver a EunYeong, saber cómo estaba y pasar como mínimo un par de minutos con ella. Quería estar a su lado, pero lo único que lograba con eso era perjudicarla.

Conocía el amor de la chica por SeungHyun, de hecho, era muy parecido al que él sentía. Y así como él no podía desistir de ello, EunYeong tampoco.

Lo único que quería lograr con ella, era verla feliz y si eso significaba tener que renunciar a ella, lo haría. Para mala su mala fortuna, amar a una persona no significa que serás feliz estando junto a ella.

No sabía qué hacer y eso estaba torturándolo.

Día a día el tiempo puede parecer lento, sin embargo, algunas personas consideran que avanza demasiado rápido, que no espera ni perdona a nadie. Y tal vez sea cierta. Al menos eso pensaba JiSoo.

El plazo que SeongHwa le había dado para decirle la verdad a EunYeong había terminado y la realidad era que la pelinegra estaba aterrada. Cada vez que miraba a la chica trataba de imaginar su reacción, pero no lo conseguía.

Siempre habían aparentado ser amigas inseparables, la peliverde nunca se había molestado con ella, le contaba cosas que nadie más sabia, ni siquiera Lisa, mucho menos SeungHyun y aun así la había traicionado.

—¿Qué haces aquí? — Levantó la mirada al escuchar la voz de SeungHyun. Llevaba un par de minutos de pie frente a su puerta, solo observando el suelo laminado del edificio, tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera pudo darse cuenta del momento en que la puerta se abrió.

-Promise- [Choi San]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora