La bestia Gerudo

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Al suroeste si lo medimos desde el castillo de Hyrule, el cual es el corazón de Hyrule por situarse en el centro del reino, podremos encontrar el desierto Gerudo, donde se sitúa la ciudadela Gerudo, un pequeño pueblo formado sólo por mujeres. Ya que las Gerudo ya no creen en la diosa Hylia, ellas viven con otra religión, la cual prohíbe que las menores de edad se relacionen con hombres, por eso, en la ciudadela los hombres les tienen prohibida la entrada. Zelda fue a visitar a Riju, la nueva matriarca de las Gerudo tras la muerte de Urbosa,  la elegida Gerudo para pilotar a la última bestia divina Vah Naboris, también conocida como la bestia del rayo, por su gran poder de controlar el poder del rayo.

Riju, guió a Zelda y a Link hasta las ruinas de Vah Naboris, que se hallaban en medio del desierto.

Cuando Zelda llegó, vio a la bestia totalmente destrozada.
Ella se acercó a una de las paredes o lo que eran antes y acarició la pared.

– Recuerdo también el día en que Urbosa me contó su secreto– susurró Zelda.

De repente, detrás suya apareció el alma de Urbosa, un fantasma que seguía ahí para pilotar a Naboris. Ella miró a la princesa y sonrió.

– Yo también me alegro de veros alteza o..... Debería decir su majestad– se burló Urbosa.

Zelda se asustó y se giró para ver quién le había dicho eso y vio a Urbosa, la íntima amiga de la antigua reina, (la madre de Zelda). Ella se alegró y sonrió al verla.

– ¡Urbosa!– gritó Zelda de alegría.

– Hola, alteza– dijo Urbosa con una reverencia– quiero decir.... Su majestad–.

Zelda seguía sonriendo y no paraba de mirar a Urbosa. Luego, Urbosa miró a Link, el cual él se encontraba al lado de la reina.

– Hola, Link, seguro que ahora os lleváis mejor, ya que te ha elegido como caballero guardián de la reina ¿eh?– dijo Urbosa para provocar lo.

Link asintió con la cabeza, sin ninguna expresión en la cara, no se sabía si sonreía o si estaba serio por lo que le había dicho. Igualmente, Urbosa sonrió haciendo un sonido que la verdad no se podía describir.

– ¿Qué os llamado para que vengáis aquí su majestad?– preguntó Urbosa dirigiéndose a Zelda.

Zelda miró la piedra sheikah que llevaba en las manos y levantó la cabeza, ella dió un paso al frente y la miró.

– La bestia divina– contestó Zelda.

– Ya veo......– dijo Urbosa mientras que se llevaba la mano a la barbilla– Yo también estoy muy preocupada por Naboris–.

– Dime, Urbosa– dijo Zelda seriamente.

Urbosa la miró a los ojos grandes, azules y serios de Zelda.

– ¿Notaste algo diferente cuando Naboris se derrumbó?– preguntó Zelda.

– Bueno.... A parte de lo de Naboris, sí, sentí algo extraño– afirmó Urbosa.

– Dime– dijo Zelda mientras que se preparaba para anotar lo que sea en su cuaderno.

– Sentí un extraño presentimiento de que algo oscuro, algo similar al cataclismo de Ganon pero diferente, iba a llegar en un futuro próximo– dijo Urbosa.

– ¿Sólo eso?– preguntó Zelda.

– Sí, no ha pasado nada más– dijo Urbosa.

De repente, el suelo empezó a pensar y de repente, el cielo se cubrió de nubes verdes. Urbosa, Zelda y Link las miraron alucinados y asustados.
De repente, un rayo verde emanó de las nubes y calló en algún lugar de la Cordillera Gerudo. El rayo permaneció durante unos instantes y antes de que desapareciera, Urbosa ya miraba el lugar muy seria. Cuando desaparecieron el rayo y las nubes, Zelda seguía asustada y Link también seguía con su cara de sorprendido.

– Ha caído en la guarida del Clan Yiga– dijo Urbosa.

Zelda miró a Urbosa boquiabierta. Después, Zelda frunció el ceño y miró el horizonte, en el lugar donde había caído el rayo.

The Legend of Zelda y el retorno de un nuevo cataclismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora