Las manos donde pueda verlas

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Kyoutani Kentarou/Yamaguchi Tadashi

Hombres Lobo AU (+18, NSFW)

Ey, no estaba muerta :). Solo he estado llorando en Twitter por el poco contenido KyouYama que hay, la verdad, así que hoy me ha dado por escribir y voila, esto ha salido. Os lo juro, no tenéis ni idea de cuánto amo a estos dos, es que— no puedo, tienen todito mi corazón </3.

Weno, espero que os guste. Muchas gracias por leer y perdonad los errores :(.

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Yamaguchi se levantó de la cama con el pie izquierdo. No el de ponerse de morros, sino el de meter mano. El de meterle mano a él, a Kyoutani, en frente de sus colegas.

Kyoutani está seguro de ello: Ha hecho de Yamaguchi un demonio

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Kyoutani está seguro de ello: Ha hecho de Yamaguchi un demonio. En algún momento de los años que llevan saliendo algo tuvo que haber hecho mal que le dio la libertad de hacer lo que quisiera, cuando y donde su novio quisiera, con él. Se había entregado a Yamaguchi en cuerpo y alma y este le manejaba cual títere que mueve los hilos de su camino.

Si Yamaguchi se despertaba con la intención de armar revuelo, conseguiría causarle la mayor cantidad de problemas que le fuera posible. Y lo peor de todo era que, la mayoría de las veces, a Kyoutani no le importaba. Porque en el fondo - muy en el fondo, ni siquiera lo admitiría en voz alta - le gustaba cuando Yamaguchi se comportaba como el infantil mocoso que de hecho siempre ha sido.

Y es que por mucho que dijera que él había sido quien había malcriado a Yamaguchi, toda la culpa de esa quisquillosa rama de su personalidad que le salía cuando entraba en confianza había sido colocada ahí minuciosamente por Tsukishima. Así que si alguien les pillaba, si Bokuto y Tanaka se inclinan hacia delante y observan por encima de la mesa, o si de repente a Akaashi, a Kiyoko o a Hikaru les daba por salir de la cocina y caminar a un lado de ellos, Kyoutani le echaría la culpa a Tsukishima.

Primero se moriría de la vergüenza, claro. Después, se quejaría de que las cosas malas siempre se pegan.

Esta vez, Kyoutani ni siquiera se lo había visto venir. Era sábado por la mañana, demasiado temprano como para que alguno de los presentes se considerase persona, y Kyoutani se había sentado a desayunar junto a Bokuto y a Tanaka cuando Yamaguchi bajó por las escaleras de la casa de campo.

El niño se acababa de despertar, a juzgar por los párpados que todavía mantenía pegados o el hecho de que ni siquiera se había dignado a quitarse el pijama - una camiseta vieja y el pantalón que Kyoutani había dejado tirado por el suelo de su habitación -, y caminaba casi a tropiezos hasta el taburete contiguo a su novio.

—¡Buenos días, dormilón! —Se rió Bokuto con media tostada con mantequilla y mermelada en la boca. Yamaguchi sonrió adormilado y apoyó su cabeza en el hombro de Kyoutani, fingiendo de la mejor manera que podía que aún se encontraba con medio pie en el país de los sueños. Kyoutani no se dio cuenta de ello, sin embargo, hasta que su noviecito decidió colocar su mano sobre la zona descubierta de su muslo.

Amanece, que no es poco [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora