Intervención 1#: Caperucita Roja y su lobo feroz

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Kyoutani Kentarou/Yamaguchi Tadashi

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Sinceramente, este no tiene nada que ver con el amanecer, pero por el momento será publicado aquí xD. La cosa está en que me he leído la Canción de Aquiles y estoy,, devastada. Pero bueno. Espero que os guste. Muchas gracias por leer. 

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A Kyoutani le gusta Yamaguchi. A Yamaguchi le gusta Kyoutani. Ninguno sabe sumar dos más dos y, sinceramente, Yahaba tiene ganas de organizar una fiesta. ¿Qué mejor excusa para ello que jugar a ser Cupido?

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Yamaguchi suspira cuando cae sobre el colchón. Rueda perezosamente y arruga con ello las sábanas, pero no lo tiene en cuenta porque no es esa su cama. Kyoutani le mira desde la entrada de la habitación, siguiendo sus pasos y cerrando la puerta detrás de él para que el bullicio de la fiesta muera detrás de la madera.

—Hace calor —se queja Yamaguchi, bocarriba y con los ojos cerrados. Kyoutani asiente con la cabeza y se sienta a su lado, sin tumbarse, sacando de su bolsillo el cigarro que Matsukawa le había dado en cuanto se levantaron del sillón.

Kyoutani debía haber imaginado que la situación iba a acabar de esta manera sin importar qué ni cómo. Es lo menos que puede esperarse conociendo a sus amigos como lo hace. Yahaba había tenido la idea de la fiesta, porque necesitaban una excusa para invitar a los de Karasuno, y se habían inventado que era el cumpleaños de Kindaichi. Si Kageyama se dio cuenta o no de su mentira piadosa, no dijo nada.

Matsukawa y Hanamaki adoran las fiestas. Junto a ellos vienen las bebidas alcohólicas, las cervezas y el vodka del barato con sabor a caramelo. Es Hanamaki quien siempre se encarga de ello porque tiene cara de ser mayor de edad. Matsukawa, sin embargo, se ocupa del tabaco, los papelillos de liar y los cigarros de la risa que, según él, le regala uno de sus primos lejanos.

Todo el equipo sabe que se los compra al chico este de Date Tech, rubio y alto, cuyo nombre nadie recuerda. Probablemente Matsukawa tampoco.

Oikawa e Iwaizumi, quienes solían ser las dos únicas neuronas funcionales de todos ellos, habían accedido a participar en el evento. Por lo que Kyoutani sabe, tienen sus propios motivos. Está seguro de que Oikawa solo lo aceptaba por la temática de los disfraces que Yahaba había impuesto e Iwaizumi, por otro lado, se había quejado de que al menos necesitaban una persona adulta o con un mínimo de responsabilidad para custodiar la fiesta.

Hanamaki se quejó. —Solo vas porque Sugawara va —le dijo e Iwaizumi se limitó a rodar los ojos. Sea cual sea su motivo, todos estaban contentos de que su vice-capitán permitiera el falso cumpleaños de Kindaichi.

Watari había repasado el plan, ese que Kyoutani se había negado a hacer una, dos y las siguientes veinte veces que se lo propusieron, antes de que los otros institutos llegasen a la casa de Yahaba.

—Matsukawa estará en el sillón, como siempre, —comenzó a explicar y Matsukawa movió su mentón desde su lugar. No le gusta bailar, hacerse cargo de que nadie rompa nada o tener que ocuparse de servir las bebidas. Siempre está sentado en el sillón con una cerveza en una mano, ocupado enrollando y regalando solo a la gente que él encuentre guapa sus cigarros, observando en silencio y esperando a que su entretenimiento llegue. —Deberás llevar a Tadashi ahí antes de que Akira aparezca o si no perderemos completamente a Matsukawa.

Kunimi soltó un bufido desde el arco de la cocina y se negó a mirar a Matsukawa. Sí, aceptaba que en estas últimas fiestas se le ha ido un poco la mano con el vodka y los límites de su relación con su sempai se han vuelto borrosos, pero que lo haya hecho a lo sumo unas cuatro veces no quiere decir que lo vaya a hacer siempre.

Amanece, que no es poco [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora