the 1

424 46 3
                                    

Vernon se encontraba sentado frente a la gran ventana de su habitación, mientras trazaba delicadamente los últimos detalles del dibujo que estaba haciendo.

Segundos después levantó la vista de su cuaderno para observar el resultado final. Comparó la mariposa que había plasmado en el papel con la que volaba alrededor de la urna de cristal que utilizó para que el insecto no escapara y pudiera observarla a detalle.

"Se parece bastante", se dijo a sí mismo, encogiéndose de hombros y viendo con orgullo la manera en la que sus dibujos habían mejorado bastante desde su infancia hasta ahora. A sus 23 años se sentía orgulloso de aquella habilidad que poseía.

Bajó aquel cuaderno y miró a la hermosa mariposa azul, sus movimientos delicados, y se asombró de lo bella que era. Suspiró y, por un momento, deseó poder ser ella, tener alas y salir volando de su casa, de sus padres y de aquel compromiso al cual lo habían condenado sin siquiera pedir su opinión.

Vernon seguía sin entender porqué tenía que casarse con alguien a quien ni siquiera conocía en persona y de quien sólo había escuchado su nombre.

Entendía que sus padres estaban preocupados debido a que, a la edad de Vernon, ellos ya estaban casados y él ya había nacido, pero seguía sin sentirse cómodo. Hubiera preferido haber conocido a su prometido un poco antes, al menos antes de que los mayores los encadenaran a ese compromiso.

Una nota desafinada en el piano se escuchó desde la sala en la planta baja, trayéndolo de vuelta a la realidad.

Su hermano menor, Joshua, había estado practicando la nueva pieza que aprendió unos días atrás, durante su sesión de dibujo, alegrando como siempre aquellos momentos en los que Vernon sólo tenía ojos para aquel cuaderno que llevaba a todos lados y que jamás dejaba al alcance de nadie más.

Sacudió su cabeza, intentando alejar de su mente aquellos pensamientos negativos que había tenido unos segundos atrás,  y levantándose de su escritorio, lleno de lápices, pintura y una torre de cuadernos de dibujo que había ido acumulando a través de los años.

Se estiró un poco, escuchando cómo sus huesos se quejaban debido a la mala postura en la que solía dibujar. Por fin tomó la parte superior de la urna de cristal y dejó que la mariposa escapara por la ventana abierta frente a ambos.

Vernon pensó que el insecto volaría rápidamente, ansioso por la libertad que se encontraba a tan sólo unos centímetros de ella. Pero la mariposa se quedó unos segundos suspendida en el aire, aleteando ante sus ojos.

Cuando el chico parpadeó, el insecto dio media vuelta y emprendió el vuelo lejos de allí. En ese momento la puerta de su habitación se abrió de golpe, asustándolo un poco. Eran sus padres.

– ¡Vernon! No puedo creer que aún no estés preparado para el ensayo de la boda, ¡es en menos de una hora y tu traje aún está manchado! –le reprendió uno de ellos. Usualmente hablaba de tirón, como si no respirara.

–Cariño, tranquilo –intentó calmarlo su otro padre –debes entenderlo, es joven.

–Pero amor... –su esposo se acercó y le dio un pequeño beso en los labios, logrando que el contrario relajara sus tensos hombros y le sonriera agradecido.

Su padre volvió a verlo por unos segundos, desde su cabello desordenado como si se acabara de levantar (algo que casi era cierto), su rostro descuidado, su pijama aún puesto a las 4 de la tarde, y sus pies descalzos.

–Por favor, Vernon, al menos intenta ponerte un traje para el ensayo –dijo al final en un suspiro, rindiéndose.

–No te preocupes, padre, yo lo ayudo –los tres voltearon hacia la puerta de la habitación, en donde estaba parado Joshua, con su postura perfecta y su traje tan pulcro como siempre.

Sus padres le sonrieron un poco más tranquilos y dejaron a ambos jóvenes solos mientras iban a pedir que prepararan el carruaje para dirigirse a la mansión de sus futuros suegros.

Mientras tanto, Joshua se encargó de que Vernon tomara un baño rápido y se pusiera un traje negro que le sentaba bastante bien. También quiso peinar su rebelde cabello. O al menos lo intentó.

–No entiendo porqué tengo que vestir y arreglar mi cabello tanto si apenas y es un ensayo de la boda, ¿no debería guardar todos mis encantos y mostrarlos mañana en el altar?

Joshua bufó divertido.

–Tienes que dar una buena impresión ante tu prometido –fue lo que respondió tranquilamente. Vernon bufó también, aunque él lo hizo con un poco más de hartazgo.

–No entiendo ni siquiera por qué tengo que casarme cuando no quiero hacerlo –murmuró por milésima vez frente a su hermano. Joshua entendía la desesperación de su hermano, no debía ser fácil comprometerse sin siquiera querer o conocer a la otra persona–. ¿Y si no es una buena persona?, ¿y si está loco?, ¿y si ronca en las noches?

Su hermano menor le lanzó una de sus características miradas y sonrisas tranquilizadoras. Joshua era una persona tan buena y pura que cualquiera que estuviera a su alrededor fácilmente podía sentir cómo les contagiaba la tranquilidad y paz que poseía.

Vernon relajó un poco sus hombros e hizo un intento de sonrisa.

–No te preocupes, sé que todo va a estar bien –dijo Joshua cuando terminó de arreglar el cuello de su saco–. Además, voy a estar allí para ti todo el tiempo, ¿de acuerdo? Nada malo pasa si estamos juntos, ¿recuerdas?

Aunque sonara infantil, ambos tenían aquella promesa desde pequeños: jamás se separarían, siempre permanecerían uno al lado del otro, apoyándose, avanzando juntos, queriéndose incondicionalmente... y así todo estaría bien en sus vidas, nada malo sucedería. Por muy infantil que sonara la promesa, les había funcionado durante los 15 años que llevaban siendo hermanos.

Finalmente le dirigió una sonrisa honesta.

–Lo recuerdo –le respondió.

Ambos bajaron e inmediatamente sus padres los apresuraron hacia las puertas de la entrada y los hicieron subir al carruaje, al parecer llegaban 5 minutos tarde y eso era algo que uno de los novios no se podía permitir precisamente el día del ensayo... al menos según su padre. Ni Joshua ni Vernon entendían muy bien las etiquetas y reglas de las bodas.

Ambos padres subieron detrás de ellos y se sentaron juntos, tomándose de las manos. Vernon los miró atentamente y sintió un poco de envidia.

Si bien sus padres no se habían enamorado (o siquiera conocido) antes de la boda, en el momento en el que se vieron por primera vez habían caído enamorados el uno por el otro.

En un principio aquello había sonado como un cuento de hadas a oídos de Vernon pero, con el pasar de los años y mientras veía aquel tipo de escenas llenas de amor y cariño entre ellos, se convencía cada vez más de que sus padres se amaban de verdad.

Esperaba que aquello le pasara también a él cuando conociera al hijo de los Lee.


❄️

my tears ricochet || verkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora