Piensa En Nosotros

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Horacio.

Abrí mis ojos de a poco, se veía un pequeño rayo de luz entrar por la ventana que estaba cubierta por las cortinas dejando un hueco, mire al lado y vi a Volkov, estaba dormido, tenía su torso descubierto y la mañana parecía fría, tomé las mantillas que estaban a nuestros pies y las junte con las sábanas que estaban a la altura de nuestras caderas y tape a Volkov, lo dejé cubierto hasta el cuello. Me quedé unos minutos viéndole dormir, estaba tan tranquilo, los mechones de cabello que caían por su rostro los tome con delicadeza y las dirige hacia atrás dejando su lindo rostro al descubierto. Me levante sin hacer ruido, mire el despertador y era temprano, las 9 am, tome una toalla del armario y fui al baño de la habitación para ducharme. El agua estaba caliente, aunque lo suficiente para no quemarme, cerré mis ojos mientras las gotas caían en mi rostro, puse mis manos contra la pared de la ducha y respire, aun sentía esa presión en el pecho, la misma que el día anterior, aquella que me hacía sentir y pensar en cosas malas. Pase el shampoo por mi cabello y seguido el Jabón, pase la esponja de baño por todo mi cuerpo una y otra vez, llegue a mis antebrazos y comencé a pensar cosas terribles, tales que me hacían querer gritar, no tenia control ya estaba raspando pero no dolía, solo estaba totalmente roja mi piel, el agua que caía sobre mi antebrazo hacia que los rasmillones no dolieran.
~¡Despierta!~ De inmediato la esponja de baño cayó sobre mis pies, y mis dos antebrazos estaba rojos y rasmillados por la presión con la que pase la esponja, comencé a sentir dolor de pronto, comenzó a arder y rápidamente pase solo Jabón sobre la piel dejando que la suavidad pasara, pero estaba todo rojo, tal vez si no me hubiera detenido no hubiera pasado mucho para que saliera sangre de mis antebrazos. Recapacite y salí de la ducha, con la toalla seque mi cuerpo, pero en la zona de los brazos pasé solo con toquecitos para que no doliera, pase un poco de papel higiénico sobre el espejo que estaba empañado y me vi, sonreí y respire, inténte calmar la ansiedad y lo logré o eso creí.
Salí del baño con la toalla en la cadera, Volkov seguía durmiendo o eso parecía ya que no me enfoque en él, abrí el armario y saque una remera y unos jeans, tomé unos boxers y calcetines y deje todo sobre mi lado de la cama, me quite la toalla y seque bien mi parte íntima para ponerme los boxers, me los coloque, luego de ponerlos me senté en la cama mirando la ventana y sentí como los grandes brazos de Volkov me rodeaban.

V: Hueles bien.— Dice Viktor que lo tenía rodeado, apoyando su cabeza en el hombro de Horacio dejando su rostro apegado al cuello de este.

H: Me vestire y preparare el desayuno, luego iré a buscar a Thomas, si quieres puedes seguir durmiendo mientras preparo todo.— Horacio cierra sus ojos y  tomo uno de lo brazos de Volkov acariciendole.

V: No, no dormiré más, me iré a ducha en lo que preparas para desayunar.— Deja un beso en el cuello de Horacio y seguido mira su cuerpo descubierto y sus antebrazos.— ¿Qué te pasó? ¿Estás bien?— Se le ve Preocupado, toma los brazos de Horacio con cuidado.

H: Eso no es nada, sin querer pase muy rápido la esponja y no me di cuenta que estaba haciéndome daño. Pero no duele, no te preocupes.— La ansiedad Volvía, y estaba agobiandome.

V: ¡Que no me preocupe! Amor, tienes los brazos rojos y lleno de rasmillones,— (paso de preocupado a Angustiado)— te traeré la crema para cicatrizar, tal vez así no te deja marca.— Viktor sale de la cama y sobre el Armario saca una caja con muchos medicamentos dentro, de esta saca un recipiente redondo que tenia tapa, deja la caja de medicamentos y va a donde Horacio.

H: Ve a ducharte yo lo hago.— Digo desganado pero serio.

V: No, lo haré yo.— Toma los brazos de Horacio. Se le ve molesto por como actúa Horacio.

H: ¡Dejame a mi!— Se suelta de Viktor bruscamente.

V: ¡Que no!— Grita, tomando los brazos nuevamente de Horacio.
A Horacio se le llenan los ojos de cristales cuando escucha a Volkov gritar. Viktor se da cuenta de lo que está haciendo.

V: Yo... Amor, no quería, no quería gritarte. Yo... Lo siento.— Mira a Horacio que parecía tan indefenso y asustado.

Horacio baja la mirada y comienza a llorar. Aunque la noche anterior había sido magnífica algo no está bien, algo debía decirse. Volkov ve esta reacción de Horacio y no supo que hacer, ni que decir, fue cuando sin pensar nada simplemente le abrazo, Horacio se escondió entre el cuello de Volkov dejando que algunas lágrimas se derramaran.

H: No... lo hagas... de nuevo...—

V: No, no... te volveré a gritar.— Dice un tanto impactado.

H: No... Eso no, no me importa si gritas, lloras o ríes, solo quiero que no menosprecies más tu vida.— Parecía llorar cada vez más por cada palabra que salía de su boca.

V: Horacio...— Dice en un tono de pregunta y compasión.

H: (levanta su mirada y ve directamente a los ojos de Volkov) La próxima vez que aceptes un trabajo que podría matarte te juro que yo te mataré con mis propias manos...— Dice golpeando el pecho de Viktor con sus puños, aunque parecía estar débil. — No entiendes que Thomas aún está muy pequeño para perderte y que yo no resistiría no volver a verte, ¡¿acaso no te das cuenta?! Piensa en nosotros, piensa en las personas que te aman por una maldita vez...— Abraza a Volkov mientras sus lágrimas no dejaban de salir por sus ojos.

V: Yo... Lo siento... Perdón, no me di cuenta de que estaba haciendo.— Besa la frente de Horacio y con sus manos limpia sus lágrimas. — Amor, yo...— No sabía que decir.

H: No puedes dejarme, te casate conmigo, y estás obligado a acompañarme toda una vida... ¿Entendiste?— Hace pucheros.

V: De verdad lo siento, Amor, jamás te dejaré, ni a ti, ni a Thomas, aunque pase lo que pase, jamás me voy a ir de su lado.— Viktor toma el cuello de Horacio y le besa.

Volkov abre el recipiente con la crema y la pasa por los antebrazos de Horacio, este frota con delicadeza, sin hacer ningún tipo de presión, deja la crema en el velador y deja un beso nuevamente en los labios de Horacio. Horacio le mira y se refugia en las brazos de Volkov.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora