Noche 1.5

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Horacio.

Pensé en ir a la casa de Gustabo, sabía que Volkov pensaría que estaría ahí, pero entre ir a donde Gustabo o Conway quizás mi confidente era la mejor opción después de todo. Pero no quería afrontarlo tampoco, sabia que si iba comenzaría a hacer preguntas y no lo deseaba.

H: Vamos a la playa del Sur.- Le dije al conductor  conteniendo las lagrimas.

Sabía que hacía mal en irme así, las discusiones se resuelven hablando, dialogando como personas civilizadas, personas que supuestamente se aman... Pero me lastimo, demasiado, a que se refería cuando dijo eso, ~"Y yo nunca debí Salvarte de Paola"~ de solo pensarlo las lagrimas caían por mis mejillas, en silencio y sin dejar rastros de ellas, las sacaba, pues estaba en el taxi, y realmente no sabía a donde ir. Pensé en irme a casa, pero no quería ver la cara de Volkov, no ahora, no podía. Desde que nos casamos no discutimos mucho, normalmente me quedo callado cuando él tiene algo para decir, pero yo no digo nada para evitar crear una grande en donde después ambos nos arrepintamos de nuestras palabras, pero, que había pasado ahora, antes habíamos discutido también y diría con la misma intensidad, pero Thomas era más pequeño y gracias a su llanto de bebe los gritos fueron amortiguados. Quizás lo que más me dolía, es que tenía razón, se caso conmigo por una obligación que llego a sentir en su momento, tal vez no debió atreverse a estar conmigo, quizás debía dejar que Paola me asesinara, así el no tendría este compromiso que lo obliga a quedarse a mi lado. 

Solo cerraba los ojos y veía el rostro de Thomas abrazando a Volkov. 

Le envié un mensaje a Gustabo diciéndole que me cubriera con Volkov que estaría ocupado en la noche y que por favor si el le llamaba le digiera que no me fuera a buscar, que estaba bien, con la esperanza de que Gustabo me cumpliera ese Favor.

Me llegue a sentir realmente mal a saber que ahora mi pequeño me estaría esperando, pero, sabía que mañana volvería a verle, ahora simplemente no podía afrontar a Viktor, aunque lo intentara, estaba herido, mire por la ventana del Taxi y note que ya estábamos en la carretera a camino al Sur, mire al conductor que parecía estar muy concentrado en la calle, aunque sabia que en su interior se preguntaba "¿Qué le pasa a este hombre?" pues era fácil saber que pensaba ya que de vez en cuando me veía por el retrovisor con ojos extrañados. Paso todo el viaje sin siquiera hablar, llegamos hasta la costa y un escalofrió me recorrió desde mi cabeza hasta mis pies dejando un semblante de inquietud.

H: ¿Cuanto?-  Saca la billetera del bolsillo de la chaqueta.

El Taxi se fue después de pagarle, mire el móvil y vi la hora que marcaba, supe de inmediato que Thomas a esta hora estaría cenando con Volkov,  me dio nostalgia, tanta que estaba a punto de llamar a otro jodido Taxi he irme a casa a estar con mi Familia, suspire y fui hasta la arena, ahí me saque los zapatos, y las farolas que con suerte alumbraban unos 5 metros al rededor, preferí alejarme, fui hasta la orilla y sentí el frio del agua en mis pies, pero fue como una especie de calma a la par, la luna alumbraba un tanto y se veían estrellas por el horizonte nocturno, me senté a unos 15 metros de la orilla para estirar las piernas, hace tiempo no hacia esto solo, hace tiempo no estaba solo, por lo que se de mi mismo, nunca me gusto la soledad, pero sentí como un pinchazo de angustia muy extraño al darme cuenta que hace tiempo no estaba solo en mi vida, tal vez nostalgia. Deje caer mi torso a la arena pero antes deje que el gorro de la chaqueta cubriera mi cabeza, cerré mis ojos unos segundos y pensé, procurando no quedarme dormido. Pasaron unos 10 minutos y me levante, fui hasta la calle, esta estaba alumbrada, y había bastante gente rondando por la calle, hasta algunos jóvenes que se podría decir que lo que consumían en ese momento no era muy legal, pero en ese momento no quería arruinarle la fiesta a nadie más, vi las tiendas y note que cuatro locales más allá por la misma vereda había una tienda de ropa, me apresure en ir. Al entrar quise cambiar mi ropa que estaba un tanto húmeda por la brisa del mar, conseguí unas zapas, una sudadera negra entera, unas calcetas y pantalones, lo perfecto para no pasar frio en la noche, fui hasta el vestidor y me cambie, comprobé que todo me quedara bien y fui hasta donde el Vendedor. Era un tío que media un poco más que yo, quizás tenía la misma edad mía también.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora