Donde Bakugo es sordo.
Al ser estudiante universitario, Bakugo tiende a ser reservado, aún sabiendo que hacer amigos es más difícil de lo que parece.
𝖠𝖽𝗏𝖾𝗋𝗍𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺𝗌:
• AU sin quirks
•Menciones de suicidio y bullying.
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Admito que dejé abandonada esta fic por casi dos meses, pero ahora como he visto que ya está activa, haré actualizaciones a como lo había planeado antes solo que no me quise esperar hasta el 10(también habrá actualización ese día, y el 20 también).
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Bakugo:
En el almuerzo de ese día, estaba tan confundido que ni siquiera podía comer.
—¿Estás bien? —preguntó Sero.
Asentí con la cabeza, el silencio me mataba.
—Voy al baño —le dije a Midoriya.
Él asintió y me levanté, saliendo de la cafetería.
Me miré en el espejo con una expresión de tristeza.
—El amor es una estupidez —me recordé a mí mismo mientras las lágrimas empezaban a bajar por mis mejillas. Entonces empecé a sentir que vendría un ataque de pánico.
No. Otra vez no.
No estaba seguro de por qué me sentía tan vulnerable, pero lo estaba.
Me agarré a los lados del pelo y grité todo lo que pude, cayendo de rodillas entre lágrimas.
Empecé a dar puñetazos y patadas a las paredes mientras me levantaba, tan alterada que no podía ni sentir mis propios gritos.
Alguien me agarró por la cintura, haciéndome girar para ver a Kirishima de pie con una expresión de preocupación.
Se dirigió a mi. —¿Estás bien?
Me quedé paralizado por la confusión.
—¿Sabes hacer señas? —pregunté.
—Aprendí un poco de Midoriya.
Finalmente me derrumbé sobre su pecho, rodeándolo con mis brazos mientras volvía a romper en llanto.
Sentí que decía algo por las vibraciones de su pecho, pero no pude distinguir qué era.
Pero creo que dijo —Está bien.
Entonces lo empujé lejos de mí y comencé a sacudir la cabeza.
—¡¿Podrías parar?! —grité.
—¿Parar qué? —me hizo señas.
—¡Hacer que me gustes! —me burlé—. Estar ahí para mí como siempre estuvo Midoriya. Ser mi amigo y hacer que sienta algo por ti. ¡Estoy confundido! Estoy confundido y no lo entiendo...
—¡Despacio! ¡No puedo entenderte! Hablas diferente a mí, ¿recuerdas?
Entonces me congelé antes de hacerle señas.
—¿Mi voz es extraña?
Él sonrió suavemente antes de responderme.
—Es hermosa Katsuki, lo que pasa es que no puedo entenderla.
—Claro que no puedes. Nadie puede.
Me rodeó con sus brazos y finalmente dijo algo que pude entender por vibraciones.
—No estás solo.
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