Donde Bakugo es sordo.
Al ser estudiante universitario, Bakugo tiende a ser reservado, aún sabiendo que hacer amigos es más difícil de lo que parece.
𝖠𝖽𝗏𝖾𝗋𝗍𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺𝗌:
• AU sin quirks
•Menciones de suicidio y bullying.
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Cuando llegué a casa, me tomé dos bebidas energéticas para poder quedarme despierto y concentrarme en las tareas que tenía que hacer para el lunes. Las cuales, ¡ERAN UN MONTÓN!
Alrededor de las dos de la mañana, recibí un mensaje en el gc¹ de mi clase.
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Bajé las escaleras corriendo y agarré las llaves del coche de mi mamá.
—¿A dónde vas Eijiro? —preguntó ella, sentada en la sala mientras veía la televisión.
— Voy a ayudar a un amigo mío con las tareas, ¿puedo ir?
—Lo que sea. Sólo no te drogues, no tengas sexo, no bebas alcohol y no te mueras.
—¡Exaaacto! —le mostré una sonrisa y salí corriendo.
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Cuando llegué a la casa de Bakugo, comencé a ponerme nervioso ya estando en la entrada. Respiré profundamente y toqué, siendo saludado al instante por una bella mujer que parecía tener poco más de 25 años.
—¡Hola! ¡Tú debes ser Eijiro! —Asentí con la cabeza.
—Sólo ha pasado un día y no ha dejado de hablar de ti —puso una sonrisa brillora, haciendo que mis mejillas se pusieran de un ligero tono rosado—. Soy la madre de Katsuki, Mitsuki. Puedes llamarme como quieras, ¡entra!
¡¿Cómo es que está despierta?!
Entré, y empecé a mover mis dedos.
—¿Quieres algo?
—Eh... no. Estoy bien, gracias.
—Su habitación está arriba, la primera puerta a la derecha.
—Gracias —le mostré una sonrisa y luego subí las escaleras, para tocar a la puerta de la habitación de Bakugo. Esperé un minuto antes de darme cuenta de que él no podía oírme.
Me tranquilicé y abrí la puerta, viéndole sentado en su cama, mirando con frustración su cuaderno.
Sonreí suavemente y me acerqué a él, dándole un golpecito en el hombro, a lo que saltó antes de mirar hacia arriba al mismo tiempo que se ponía de un rojo brillante.
—¡H-hola! Eso fue rápido... —su voz era tranquila como siempre, pero hablaba con claridad.
Me senté a su lado.
—Entonces, ¿con qué necesitas ayuda? —se volvió hacia mí y ladeó la cabeza.
—¿Hm?
—Oh, claro... Eh... —traté de explicarle lo que estaba diciendo, repitiéndome todo lentamente—. ¿Con qué... necesitas ayuda? —se rió y puso los ojos en blanco.
—¡Puedo leer tus labios si no hablas muy rápido, tonto! Es más fácil para mí leer en papel o leer en lengua de señas.
Qué lindo...
—¡Oh! ¡Lo siento! —él sólo sacudió la cabeza.
—Y son los gráficos...
—Bueno, eso no es muy difícil, todo lo que tienes que... —me quedé helado mientras él empujaba mi cabello detrás de mi oreja.
—Lo siento, es que no podía verte. Continúa.
Sonreí suavemente y terminé de hablar.
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Lo siento pero el final me tiene muy así: asdfghjklñ
