Capítulo 4. ¿Qué ha pasado?.

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—Sra.Wang– ¿Donde estabas? ¿Porque llegas hasta ahorita Yibo y aparte de todo con el hijo de la vecina?.
—Se llama Zhan, mamá me lo encontré después de salir de la escuela, pasamos a una tienda de antigüedades y me pidió que le ayudará a escoger algunas y ya.
—¿Y por eso llegas hasta ahorita?.
—Si, aparte también compré unos adornos mira. –Le muestra una estatuilla de un ángel, la lámpara que Zhan le regalo y un joyero colocándolos sobre la mesa. Su madre los mira encantada mientras toma cada uno entre sus manos.
—Yibo esto debió costarte una  fortuna, no me digas que los robaste o que le pediste dinero a ese joven y te lo dió a cambio de algo, por que si es así te juro que ahorita mismo le regresamos sus cosas y yo misma le enseñó que con mi hijo no se juega.
—Nada de eso mamá, no estaban tan caros yo los pague con mi propio dinero, así que deja en paz a Zhan.
—¿Porqué lo defiendes tanto?.
—Por que no es una mala persona, es amable, honesto y además es guapo.
—¡Wang Yibo ni se te ocurra poner tus ojos en ese muchacho, te lo proíbo!.
—¿Qué tiene de malo?.
—¿Como qué que tiene de malo? Es mayor que tú y sabrá Dios que mañas tenga y tu eres un muchacho decente por lo que no debes acercarte mucho a él.
—Mamá Zhan es una buena persona y yo no creo que tenga ninguna mala intención.
—Si claro, te lo advierto Yibo no quiero que te le acerques mucho a ese muchacho mantén tu distancia de él porque si no, no me quiero ni imaginar lo que la gente va a andar hablando de ti.
—Mejor me voy a mi cuarto. –Toma su lámpara y se va a su habitación. Le envia mensajes a su amiga Xiao y le cuenta lo que hizo y porque no fue a la escuela.

—Cheng Xiao—¿Y le pediste su número de teléfono?.
—No, no lo hice pero talvez pronto lo haga, a lo mejor lo vea mañana o el fin de semana cuando vaya a su casa.
—Bueno al menos conseguiste ser su amigo, ya habrá algún momento en que le pidas su número. ¿Y tu mamá sabe que saliste con él?.
—Si, se puso a darme un sermón diciendo que no me le acerque mucho porque puede tener malas mañas y que no me haga ilusiones con él.
—Pues creo que eso debió decirlo desde un principio porque conociendote de seguro ahora estas más apegado a él que antes y más porque dices que ahora ya son amigos.
—Si, oh Xiao-mei es que de verdad Zhan es genial y muy dulce y amable.
—Si sigues hablando así de él, hasta yo voy a terminar enamorada.
—Jajaja ni se te ocurra.
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—Sra. Wang –¡Cariño apúrate que ya se te está haciendo tarde como ayer!.
—¡Ya voy mamá!. –Termina de retocar el brillo de sus labios y se pone un poco de perfume, se da una última mirada en el espejo. –Espero que le guste. –Dice para si mismo y sale de la habitación. –Te veo al rato mamá.
—Esta bien cuidate mucho mi cielo. –Le da un leve abrazo y lo mira de arriba abajo. –¿Porqué tan arreglado?.
—Claro que no mamá.
—¿A no? ¿Y todo ese brillo y maquillaje?.
—Mamá no exageres, sólo me puse un poco de sombra y color en los labios, ya me voy que se me hace tarde. –Sale prácticamente corriendo y mirando hacia atrás se apresura para llegar hasta casi la esquina donde está la camioneta de Zhan estacionada, abre la puerta y entra sonriendo.
—Buenos días gege. –Le dice mientras este está ocupado con su celular.
—Buenos días didi ¿listo para ir a la escuela?.
—Si. –Sonrie y es entonces cuando Zhan levanta la cara y lo mira con el ceño fruncido.
—¿Y ahora donde es la fiesta que no me invitaron?. –Enciende el auto.
—Jaja ¿cual fiesta? No voy a ninguna fiesta Zhan.
—¿A no y entonces porqué tan arreglado? ¿Vas a conseguir novia o algo así?.
—No, sólo me arregle un poco por que si.
—Pues a mi me parece que te pusiste todo el perfume encima y te arreglaste para una pasarela, aunque bueno talvez es porque eres joven y no necesitas de mucho para verte bien.
—Pues tu no eres necesariamente viejo y también te ves muy guapo hoy.
—No te burles Didi, yo no soy ni la mitad de atractivo de lo que tú eres.
—¡Claro que si! Ni siquiera estas usando maquillaje o algo y aún asi eres hermoso.
—¿o algo? Estoy vestido ¿sabes?.
—Bueno me refiero a que no estás usando accesorios y cosas así para llamar la atención.
—Estoy usando mi pulserita. –Señala la pulsera roja en su mano derecha con orgullo.
—Bueno pero no es de oro o plata.
—Pero me la hizo mi mamá y eso vale más para mi que todo el oro y la plata del mundo.
—¿Te la hizo tu mamá? ¿La puedo ver?. –Zhan le tiende la mano mientras utiliza la otra para seguir manejando. –Vaya yo quería una de estas, dicen que son para tener suerte en el amor ¿cierto?.
—Son más que para eso, también sirven para repeler las malas energías o eso dicen. Después le diré a mi mamá que te haga una si quieres.
—¿Encerio? Gracias Gege.
—Bien ya hemos llegado.
—¿Eh? ¿Qué? ¿Tan rápido?.– Mira por la ventanilla y ve que está por llegar frente a la universidad.
—Asi es, soy un experto conductor, ¿Qué te pasa? Te ves triste, ¿no quieres entrar a clases?.
—No es eso, es sólo que yo quería pasar más tiempo platicando contigo.
—Didi no te pongas asi, ya tendremos tiempo de platicar en otro momento. –Acaricia su cabeza suavemente y las mejillas de Yibo se tiñen de rosa.
—Gege... ¿Me darías tu número?.
—¿Mi número? Pues creo que calzo del 40.
—No me refiero a ese número, si no al otro.
—Pues no me se mi talla en número pero generalmente soy talla mediana ya que tengo una cintura delgada y...
—¡No me refiero a eso tampoco!.–Le da un golpe en el brazo. –Me refiero a tu número telefónico.
—Aiyaa Didi no deberías andar pidiéndole el número a un hombre mayor por que  podría malinterpretarse y más si este es un viejito solteron y urgido.
—Jajaja no eres un viejo solteron y urgido. Ya dame tu teléfono que se hace tarde.
—¿Me está queriendo robar mi celular joven? Ya no hay respeto. –Imita la voz de un viejito mientras le pasa su teléfono y Yibo se comienza a reír.–En mis tiempos estas cosas no pasaban deberás, ya no hay respeto.
—Jajajaja Zhan... –Se dobla de risa en el asiento mientras sostiene el celular en sus manos y Zhan también se comienza a reír.
—Jajaja Yibo tu risa es contagiosa sólo guarda tu número en mi... Aiyaa mejor dame tú tu celular para llamar al mio y guardar tu número luego guardas tu él mio y... Didi por favor ya no te rías, mejor lo guardo yo porque a ti se te va a olvidar y ya entra a la escuela porque sólo faltan 10 minutos para las 8 y... ¿ahora que estás haciendo?.– Mira a Yibo que se deja de reír casi de repente, le pone seguro a la puerta y lo mira seriamente a la cara.
—Vamos a fugarnos.
—¿Ah? ¿Qué sucede contigo de repente? ¿te gusta hacer bromas extrañas a la gente no?.
—No, habló encerio, vamos a dar la vuelta por ahí. Yo invito.
—Didi ya son casi las ocho y... –Yibo lo toma de la mano y la pone a la altura de su pecho mirándolo a la cara de un modo tierno.
—Vamos a tomar unos smotties y un café al Starbucks.
—Pareces un tierno cachorrito cuando haces esa mirada y esos pucheros tan tiernos. Te ves muy dulce.
—Vamos.
—No, tienes que ir a la escuela y yo al trabajo.
—Vamos.
—No, mejor veámonos a la hora de la comida.
—¿A qué hora?.
—¿Te parece bien que pase por ti a las dos de la tarde?.
—Si está bien.
—Bueno entonces entra ya a la escuela y después pasó por ti a esa hora.
—Si, nos vemos al rato. –Sale del auto y cierra la puerta. Se despide con un gesto y entra a la universidad mostrando una pequeña sonrisa. Llega hasta la puerta de su salón y se encuentra con su amiga.
—¡Ay al fin llegas! Creí que no ibas a venir hoy tampoco.
—Pues ya vez que si, aunque no se si asista a las clases de la tarde.–Sonríe y le cuenta rápidamente sobre su cita de la tarde.
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Mi Dulce Tormento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora