Segundo Encuentro

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Capítulo dedicado a: NataliContri, y cerezitarwar, por seguir esta historia

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Capítulo dedicado a: NataliContri, y cerezitarwar, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Entre uno de los grandes campamentos dedicados al voleibol en Tokyo junto con Nekoma, el Karasuno tenía el sueño empapado de cansancio por el exhaustivo entrenamiento que habían recibido con los brazos abiertos y la alegría al límite, y a pesar de...

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Entre uno de los grandes campamentos dedicados al voleibol en Tokyo junto con Nekoma, el Karasuno tenía el sueño empapado de cansancio por el exhaustivo entrenamiento que habían recibido con los brazos abiertos y la alegría al límite, y a pesar de haber perdido la mayoría de los partidos de práctica, los dejó cansados... porque, al fin y al cabo y queriendo o no, eran humanos.

El sueño pesado estaba fuerte, tirados en las camas improvisadas creadas a partir de varios futones uno al lado del otro. El sonido principal no era para nada un reino tranquilo y era esbozado entre ronquidos poderosos, o cuando de repente alguien hablaba entre sueños.

¡Específicamente dos personas hablaban entre sueños!

—¡Shoyo, salta! —chilló eufórico entre dientes Nishinoya, dando un ronquido seguido y girando su cuerpo al lado contrario del pequeño chico de hebras naranjas. Seguía dormido.

—¡Sí! —gritó Shoyo de pronto, dando un tono animado y sugestivo, levantando su mano al aire, simulando golpear una pelota con esa acción. Él también seguía durmiendo.

No era la primera vez que ocurría, Sugawara y Kageyama en algún momento los habían alcanzado a oír, teniendo conversaciones largas entre sus sueños, algo que, si bien no era del todo extraño, sí era muy divertido, ya que al día siguiente ninguno de los dos recordaba haber hablado. Pero esa vez nadie estaba disponible para escuchar sus remitentes y el intermedio, siendo completamente irónico que tuvieran el sueño pesado, pero pudiendo hablarse entre ellos con perfección.

—¡Ahora voy a saltar yo! ¡No te muevas! —ordenó con entusiasmo el más bajo del grupo, inclinando su cuerpo un poco, visualizando su cuerpo en la cancha, queriendo atrapar el balón.

—Yo te estaré apoyando —murmuró el de irises cafés, girándose hacia el otro lado, dándole la espalda irónicamente a Noya, pero quedando frente a frente con el otro compañero del club que estaba a su lado: Kageyama Tobio, el chico que al parecer le gustaba acaparar todo, porque estaba estirado en su futón como si fuera una enorme estrella de mar. Kageyama era un caso muy chistoso.

—¿Por qué no saltas? —preguntó Hinata, al ya no haber recibido respuesta de Noya como le había estado ocurriendo hace poco. Ésa también era una situación muy actual entre ambos amigos, hablaban y hablaban, y cuando uno callaba, el otro buscaba inconscientemente que la conversación continuara.

Era como si estuvieran conectados por el hilo rojo del destino, como si eso pudiera ser posible.

—¡Ya voy, Shoyo! ¡Es que no llegaba! —Se excusó, siendo irónico de nuevo.

Ninguno de los dos supo cómo, y el sueño pesado pareció atacarlos, ya que la pierna de Noya pareció tomar impulso, golpeando la espalda de Shoyo en un extraño salto mental que sólo empujó al menor hasta el otro futón.

Hinata quedó más cerca de Tobio, entrando incluso en su respectivo espacio personal, sólo golpeando con ligereza el brazo ajeno, pero Kageyama no reaccionó violento, sólo arrugó su nariz, perdido en el mundo de los sueños y gruñendo.

Ninguno de los tres se despertó, es más, parecía que eso los acomodó bien, porque ése fue el detonante perfecto para que el silencio inundara sus cuerpos.

La noche fue tranquila a partir de ese entonces... hasta la mañana siguiente.

Hinata soltó un apenas audible grito, al acoplar su vista que apenas acababa de ser mostrada al abrir sus ojos y parpadear, tratando de acostumbrarse al ambiente. Los gritos parecieron callarse, mientras un pequeño rubor inundaba sus mejillas, porque no había recordado absolutamente nada de lo que había pasado durante la noche. ¿Cómo había llegado a parar a los brazos de Tobio?

Su corazón estaba agitado, sus labios habían empezado a temblar, sus pupilas bailaban en sentimientos desconocidos y estaba que se moría ahí mismo. Sin embargo, y a pesar de lo molesto que era, una parte dentro de él se esforzaba para no moverse, porque no quería despertarlo.

No sabía qué había ocurrido, pero actualmente estaba recargado en uno de los brazos de Kageyama como si fuera una almohada, y el otro brazo ajeno estaba posado en su cintura. Eso lo mareó de nuevo: ¡parecían una pareja de enamorados!

Todo se volvió más sospechoso, y es que aunque su corazón se estrujase y algo le pedía a gritos alejarse, como si fuera una advertencia antes de caer profundo en un lugar en el que después no pudiera regresar, pudo contemplar el rostro ajeno, dormitando tranquilamente. Tobio sí era atractivo (aunque odiara admitirlo, ya que se sentiría derrotado), con unas pestañas tan uniformes entre sus párpados, su nívea piel que no podía ocultar sus rubores, sus lacios cabellos azabaches cayendo sobre su frente, su pecho subiendo y bajando, con completa tranquilidad, y los delgados labios sacando una respiración armoniosa. Sus labios. Hinata no pudo evitar mirarlos, siendo lo que más captó su atención, no pudiendo hacer nada al respecto. Se sentía débil frente a Kageyama, y lo peor es que éste no había hecho nada para lograrlo.

—¿Eh...? —Kageyama gimió con sutileza.

Hinata se sintió paralizado, porque las pupilas azuladas fueron mostradas, cuando el mayor abrió sus ojos lentamente. Ahí Shoyo sintió el verdadero terror, creyendo que en cualquier momento podría salir huyendo al creer que Tobio lo mataría, ¡era lo más probable!

Nada de eso pasó, en su lugar, Kageyama pareció perdido, al haber despertado, sintiendo como estrechaba entre sus brazos el cuerpo ajeno. Los dos se miraron a los ojos, uno completamente perdido, y el otro ya sudando frío por su cercana muerte. Así estuvieron por un buen rato, hasta que Kageyama pareció entender poco a poco la situación, procesando lo que estaba ocurriendo a su lado. El color rojizo empezó a estrellarse entre su cara, y el pánico llegó a su boca.

—¡Pue-puedo explicarlo, Kageyama! —Se excusó, sólo alterando más al mencionado, que no tardó en soltar al otro, tomando sus distancias.

—¿¡No eres un peluche!?

—¿Por qué lo sería? —Se quejó el número diez del equipo.

Kageyama lo vio, cuando los dos tomaron distancias: los dos estaban completamente rojos y parecieron quedarse mudos de repente. Realmente no sabía si podría seguir ocultando ese extraño sentimiento.

—¿Acaso hay algo entre ustedes? —interrogó con tono divertido Nishinoya, que en algún momento pareció despertarse. Siendo él el factor detonante que había generado esa situación.

—¡Te equivocas! —gritaron los dos al unísono.

—¡Te equivocas! —gritaron los dos al unísono

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Después Del Voleibol [KageHina] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora