El día de San Valentín se acercaba, el catorce de febrero.
El invierno estaba en su punto medio, bajando poco a poco, llegando cerca hasta la estación de primavera; como consiguiente, esa celebración iba en su punto máximo. Hinata lo había visto, había visto en cada escaparate de las tiendas referidas a los dulces o en los supermercados, un montón de chocolates, y eso sólo lograba ponerlo nervioso.
Su relación con Kageyama nunca había sido formalizada, pero había algo entre ambos, eso era un hecho. Los dos habían tomado un poco de su tiempo de vez en cuando para estar juntos, o se mostraban ligeramente cariñosos cuando sus compañeros del club no trataban de mostrarse curiosos o intentaran rondar a su alrededor.
Ese día, el 14 de febrero, para ser exactos, Hinata y Tobio habían alcanzado a llegar a un acuerdo: caminar juntos de camino a la escuela. Se habían encontrado en un cruce en el que de vez en cuando se topaban, y de ahí retomaron su camino. Sus manos en algún momento lograron entrelazarse, venciendo la timidez, cuando la calidez ajena se acopló a la suya, con el rozar de sus palmas y sus dedos entrelazados.
—Hoy es 14 de febrero —soltó de pronto Shoyo, cuando giraron hacia una calle donde los negocios estaban a la orden del día. El menor fingía no darle importancia al asunto, pero de vez en cuando sus ojos cafés le daban una diminuta mirada de reojo a los puestos de chocolates llenos de jóvenes ansiosas de camino a la escuela.
Kageyama simplemente quería fingir que no entendía esa indirecta. En casos como ésos, le gustaría ser más imbécil de lo que se le permitía.
—Sí —aludió de pronto, pegando con fuerza las plantas de sus pies al suelo, realizando un enorme esfuerzo sobrehumano como para no salir corriendo, alejándose de Hinata. Sus instintos le pedían de alguna forma una competencia contra él: no sería muy romántico una carrera sin parar hasta el instituto, ¿o sí? ¡Era 14 de febrero!
—Están vendiendo muchos chocolates, están por todos lados —sugirió sin querer el de hebras naranjas, dando un silbido ligero y aferrándose a la mano de su pareja.
—Sí. —Volvió a decir, logrando captar la insinuación de la persona que le gustaba. ¿Sería correcto simplemente hacerles caso a sus caprichos?
—¡Kageyama!, ¡están vendiendo! —insistió el otro, ya no de una forma tan sutil, antes de que salieran de la calle principal de comercio de la prefectura. Suficiente para agotar la poca paciencia con la que cargaba el mencionado esa mañana; detuvo sus pasos de golpe y rechinó sus dientes. Pronto, intentó calmarse, giró su cabeza, mirando con sus rasgados ojos azules a su actual pareja.
—Bien, lo haremos. —Sus palabras fueron simples y filosas, casi como un desafío. Hinata mostró su alegría, ensanchando su sonrisa y enseñando sus dientes. Los brincos no se hicieron esperar, siendo sólo una pequeña forma de mostrar sus emociones.
El de cortos cabellos azabaches no dijo nada, pero no pudo evitar afirmarse a sí mismo que había valido la pena al 100% ese semáforo verde para descarrilar la alegría. Sus mejillas rosadas fueron la prueba perfecta de su emoción, y en busca de calmarse y detener el ambiente, trató de buscar el tema de conversación.
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Después Del Voleibol [KageHina] | Completa
Fanfiction▶Kageyama y Hinata no se hablan después de los partidos, cuando no hay algo relacionado al voleibol, o fuera del horario de entrenamiento. ¿Eso es verdad? Sí, lo es, pero bueno, no en parte. Aquí se mostrarán diez situaciones en las que ambos se enc...