Tercer Encuentro

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Capítulo dedicado a: __chxcolate, por seguir esta historia

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Capítulo dedicado a: __chxcolate, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Kageyama sabía que no debía de emocionarse demasiado, siendo que sólo fue un simple punto ante una nueva técnica creada de forma improvisada con Hinata

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Kageyama sabía que no debía de emocionarse demasiado, siendo que sólo fue un simple punto ante una nueva técnica creada de forma improvisada con Hinata. Pero ahí estaba, emocionándose por ese mínimo detalle junto con todo su equipo, cuando el partido de práctica terminó, y por primera vez, Karasuno se coronó el vencedor en ese campamento. Una dicha tan fantástica y fabulosa, para los dos jugadores que habían logrado dar el golpe de gracia.

—¡Eres genial, Kageyama! ¡Lo lograste! —gritó el chico de hebras naranjas, llamando la atención del joven que ya se dirigía justamente al enorme espacio al aire libre donde comerían una deliciosa barbacoa.

Tobio pareció en cámara lenta detener todo, desde lo más sencillo hasta lo más difícil. 

Su mirada seria y sin emociones estaba colocada sobre el chico: sus irises cafés brillaban más que ningunas otras, su enorme sonrisa delineando sus labios parecían invitarlo a cualquier acción prohibida que nunca podría hacer al 100%. En general, Hinata era bastante atractivo, más tierno que atractivo, claro estaba, como si fuera un pequeño ¿cuervo? al que debía de cuidar, porque estaba chiquito (qué pésima comparación había elegido Kageyama para comparar al número diez del equipo de Karasuno).

—¿Cómo supiste que quería golpear ese balón, Kageyama? ¿Eres psíquico? ¡Lo eres! —pidió una explicación, con la emoción al límite el de menor estatura, dando grandes saltos, de arriba a abajo, mientras estiraba sus manos al aire. Tobio, al notar esa acción, ya fuera de forma intencional o no, terminó sonriendo, de la única forma que sabía; lo más tétrico posible. Sus labios estaban ligeramente torcidos, enseñando sus blancos dientes, mientras sus ojos parecían dar un claro signo de felicidad... una felicidad muy rara.

Porque a pesar de todo, no había podido sacar de su mente a Hinata, desde la última vez que se despertó a su lado, abrazándolo, por culpa de Nishinoya al haber pateado a Shoyo en sueños.

Hinata notó esa extraña cara que trataba de dominar una rara felicidad, congelándose en el acto, quedándose a medio camino de su salto, antes de pegar sus plantas con fuerza sobre el suelo y sentir los nervios rodando por su cara. Empezó a temblar sin querer, haciendo sus pasos para atrás, inclinando un poco su cuerpo y queriendo parecer amenazante ante la inminente amenaza ajena.

—¿Q-qué pasa? ¿Quieres pelear? —dijo, todavía con la guardia baja, mordiendo su labio inferior y poniéndose en guardia. Tobio no entendió la razón por la que Hinata se había puesto tan tenso.

El azabache trató de calmar la situación inconscientemente, levantando lentamente sus dos brazos antes de quedar suspendidos en el aire. Shoyo, mientras el otro realizaba tal acción, dio un brinco asustado hacia atrás, tragándose un grito de miedo que se detuvo, al ver la cara de Kageyama con un sufrimiento tan puro y cómico, por no entender por qué era repelido por su persona cuando sólo trataba de mostrar su alegría. El más bajo dio un largo suspiro, y pareció disculparse mentalmente, antes de levantar sus manos, listas para que el otro las chocara.

Kageyama golpeó con fuerza sus manos, a la hora y el momento justo en que rozaron. Shoyo soltó un grito de dolor, sabiendo que debió de haber sido más precavido a la hora de aceptar esa celebración tan rara.

Y de repente, los impulsos de Kageyama tiraron todo por la borda...

Cuando sus manos debieron de haberse separado ante la suave (no fue suave) palmada, Tobio se aferró a las manos ajenas, entrelazándolas entre sí, con un claro gesto de duda que se iba poblando en sus facciones. Sus impulsos eran poderosos, y cuando menos se dio cuenta, ya estaba acercando su rostro hasta el ajeno. Hinata pareció querer retroceder como instinto, sintiendo su corazón agitarse ante el rozar de sus manos y la cercanía del otro.

—Kageyama —llamó el menor, de forma tersa y sutil, logrando despertar de su trance al otro, deteniéndose cuando sus narices rozaron por la situación que se hubiera dado si Hinata no hablaba.

Los dos enrojecieron de golpe, entendiendo poco a poco y procesando la información tan bochornosa por la que se vieron obligados a usar, justo como si fuera algo tan simple, pero que no vieron venir.

—¡Kageyama! —exclamó Hinata en un grito, completamente avergonzado al descubrirse internamente el pensamiento de que no le hubiera molestado que él fuera quien lo besara.

¡Eso había sonado raro! ¡Era como si le gustara Kageyama! ¡Eso no podía aceptarlo!

—Perdón. —Fue lo único que alcanzó a decir el de ojos azules, alejando el agarre entre sus manos. Los dos tomaron ciertas distancias, antes de volver a verse a la cara. Cuando sus miradas conectaron y estuvieron frente a frente —aunque Hinata era mucho más bajo—, los dos parecieron volver a caer en la cuenta de lo que por poco hacían y terminaron explotando en rojo.

 Cuando sus miradas conectaron y estuvieron frente a frente —aunque Hinata era mucho más bajo—, los dos parecieron volver a caer en la cuenta de lo que por poco hacían y terminaron explotando en rojo

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Después Del Voleibol [KageHina] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora