Noveno Encuentro

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Capítulo dedicado a: ___itsnini, por seguir esta historia

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Capítulo dedicado a: ___itsnini, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Advertencia: ligeros cambios en el canon sólo por conveniencia.

Kageyama debía de aceptar torpemente que realmente sí le molestaba sólo un poco la simple idea de que Atsumu Miya le dijera a Hinata: «algún día colocaré para ti», y era algo que lo mantenía un tanto cabizbajo y ausente

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Kageyama debía de aceptar torpemente que realmente sí le molestaba sólo un poco la simple idea de que Atsumu Miya le dijera a Hinata: «algún día colocaré para ti», y era algo que lo mantenía un tanto cabizbajo y ausente. Su regocijo había sido extremadamente grande, cuando ganaron contra Inarizaki, y realmente todo pasó a segundo plano, cuando se retiraron a los vestidores, listos para cambiarse.

—Tsukishima, te estás poniendo dos chaquetas —exclamó Sugawara a un adormilado Tsukishima, que estaba literalmente al límite por el partido jugado. El rubio pareció repasar todo con un titubeo, dando un gruñido en contra, ligeramente cansado. Yamaguchi no tardó en correr hasta él.

Nishinoya de igual forma ya se estaba quedando dormido, estando literalmente en una esquina, siendo vestido a regañadientes y bostezos por Sugawara, casi como si fuera su hermano mayor. Hinata también parecía estar al límite, siendo su caso llevado al extremo, ya que se había dormido en el suelo, con los pantalones a medio camino, dejando ver unos calzoncillos bastante infantiles para su edad, al ser un adornado simple de Bob Esponja.

Tsukishima pareció despertar por unos breves segundos sólo para reírse abiertamente de él, generando un escurridizo y raro sonido de sus labios.

—Qué infantil. —Se mofó, para luego proseguir a ponerse de pie, dando un bostezo. Kageyama pareció reaccionar un poco hostil ante el comentario, acercándose hasta donde estaba el de cabellos naranjas, antes de darle un ligero golpe en la cabeza para que despertara y se subiera los pantalones.

—También estás siendo infantil —dijo con suavidad Daichi, sonando cansado hasta el espacio.

Shoyo se despertó débilmente, solamente para realizar la acción, ni siquiera dándose cuenta de lo extrañamente vergonzoso que era esa afirmación dicha por Kei.

—El Rey no soporta que molesten al enano... —Volvió a avivar el juego, siendo completamente burlón al echarse su mochila al hombro y caminar hasta la puerta de los vestidores y abrirla discretamente. Tiempo suficiente para que Tobio explotara en rojo y tronara sus dientes en claro gesto de exaltación y rabia contenida.

—¡No es eso! —Se excusó, un poco dubitativo ante el inminente secreto que mantenían ambos al ser una extraña pareja en secreto. Pero eran tan obvio para Tsukishima que se aprovechaba del mínimo percance.

—Sí lo es. La semana pasada los vi en una cafetería tomados de la mano —soltó sin reparos, con su típica sonrisa cómplice, antes de salir del cuarto, para esperar a los demás afuera.

Kageyama sintió que el alma se le escapó, como se le escapó de igual forma Tsukishima con Yamaguchi, antes de poder refutar sus argumentos que no podían ser debatibles porque habían sido verdad. Que todo el club de voleibol guardara silencio no ayudó ni un poco, y Shoyo no podía apaciguar las aguas porque ahora estaba dormido de pie, recargado de la pared. Posiblemente ese tipo de relaciones no sean las mejores, ya que literalmente ellos eran dos hombres.

—No pasa nada —comentó de pronto Sugawara, sin ningún tapujo al hablar, dándole unas cuantas palmadas en la espalda a Kageyama. El mayor volteó a verlo, un poco nervioso por esas mismas razones—. Ya lo sabíamos...

Ése fue el golpe de gracia que mató a Tobio.

—Y no tiene nada de malo, simplemente es amor, aunque sean dos chicos —asimiló, dándole otra palmada más en la espalda, antes de dirigir sus pasos hacia la salida, tomando de la mano a un Nishinoya adormilado para que no tropezara entre sus cinco sentidos no funcionando correctamente. Ciertamente la imagen que daban era de una madre y su hijo pequeño. Las estaturas lo reforzaron.

Seguido de ellos salieron Tanaka y Asahi, hablando de quién sabe qué cosa. Los pocos que quedaban del club de voleibol vieron como simplemente Kageyama giró sobre sus talones, llegando a caminar hasta donde estaba el adormilado ser de Hinata, apenas pudiéndose mantener en equilibrio.

—Oye, idiota —llamó con perspicacia y una extraña amabilidad tan ajena en él. Los orbes cafés del menor parecieron abrirse, tras la forma tan alterada en la que fue llamado por Kageyama.

—Kageyama... —murmuró, adormilado; pero se despertó de golpe (o al menos sólo un poco), al percatarse de la inocente acción ajena, donde le dio completamente la espalda, flexionó sus rodillas y estiró sus brazos para atrás un poco. Hinata pareció perdido—. ¿Qué te pasa? ¿Te sientes bien? —cuestionó, logrando hacer arder en rojo a Kageyama.

—¡No!, ¡Hinata, idiota! —Subió un poco sus defensas, antes de dar un murmuro y pareció suspirar, pidiendo fuerzas. Pronto, logró calmarse y volvió a afirmar—. Sube, te llevaré hasta allá así...

Shoyo no pudo evitar esconder su alegría al escuchar esas palabras, tomando un impulso para saltar arriba de la espalda de Kageyama.

El mayor dio un grito certero ante su dolor, por la culpa del peso cayendo de golpe sobre él, y tuvo que aguantarse la idea de simplemente enojarse con Hinata.

—Pareces despierto —declaró el otro, ligeramente desconfiado, al sentir los brazos rodeando su cuello con un cariño tan genuino. Shoyo rio entre dientes.

—¡Tengo mucho sueño! —mintió, o bueno, no en parte.

A mitad del camino se quedó dormido.

A mitad del camino se quedó dormido

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Después Del Voleibol [KageHina] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora