Capítulo 16

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Abrió los ojos cuando sintió el agua fría contra su rostro. El oxígeno que respiraba ya no tenía nada que ver con el aire seco del incendio, incluso le daba gusto inhalar profundamente. Tuvo que toser pues sus pulmones no habían recibido tanto aire fresco desde hacía... ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Días?

Su visión tardó en aclararse. Comenzaba a amanecer y por un momento deseó que toda la aventura de la noche anterior no fuera más que una terrible pesadilla. Sintió unas tremendas ganas de tirarse a llorar cuando se percató de que estaba recostada sobre una cama de hojas y que estaba a la intemperie. Se incorporó y su cuerpo aulló de dolor a causa de la caída que sufrió al lanzarse del caballo.

Sus heridas ya habían sido atendidas, aunque esta vez no estaban vendadas. Los cortes en su piel ya habían cerrado y parecían simples rasguños. Detectó un apestoso aroma que emanaba de sus rodillas y por un segundo su mayor preocupación fue haber caído en un montón de excremento de caballo. No había rastros de esa suciedad así que descartó esa posibilidad.

Buscó a sus amigos y se encontró con que ellos la miraban como quien miraría a una persona convaleciente que estuviese diciendo sus últimas voluntades antes de morir.

Se encontraban cerca de un lago, eso explicaba el agua que le habían lanzado a la cara. Sonya era la que más cerca se encontraba, también sus heridas comenzaban a mejorar. Vio que sus demás amigos también habían recibido daños en la lucha de la noche anterior. Henna, quien más le preocupaba, ya estaba consciente. Alice intentó esbozar una sonrisa, y lo habría hecho de no ser por la bofetada que le dio Sonya. Se llevó una mano a la mejilla. Miró a su amiga con ira. Sonya le devolvió una mirada anegada en lágrimas.

—¡Jamás vuelvas a hacer eso! —le recriminó Sonya.

—Tenía que ir por Henna...

—Pudiste morir, estúpida —dijo Blum.

—¿Y si Aythana te hubiera encontrado? —inquirió Dristan.

—Yo iba a buscar a Henna, no debiste arriesgarte —reclamó Flint.

—Pudiste morir al caer del caballo —dijo Raziem.

—Tu vida vale más que la de todos nosotros —dijo Swan.

—No debiste ir por mí —reclamó Henna.

—Fue muy arriesgado, alteza —intervino la Nympha.

Alice recibió cada una de las reprimendas como más y más bofetadas. Sabía que todos ellos tenían razón, incluso su cuerpo parecía estarla castigando. Al menos ahora sabía que caer de un caballo en movimiento era mucho más doloroso que caer de un caballo quieto.

—Lo lamento...

—Eso ha sido lo más irresponsable que has hecho... —continuó Sonya—. ¿En qué mierda estabas pensando cuando volviste?

—En que tenía que salvar a Henna —respondió Alice con desdén y fulminó a Sonya con la mirada para añadir—: ¿En qué pensaban ustedes cuando dejaron a su amiga a su suerte?

—No se trata de nosotros, se trata de ti —respondió Sonya—. Si vuelves a ponerte en ese riesgo, no creas que iremos a salvarte.

La chica supo al instante que Sonya sería la primera en volver si tal cosa ocurría, pero asintió con la cabeza para que la reprimenda terminara. El nudo volvió a formarse en su garganta cuando pensó en el Campamento.

—¿A dónde han ido los sobrevivientes?

—A la Región de las Catacumbas —respondió Dristan.

Los Cuentos de AstariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora