Capítulo 20

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Aythana volvió a coser su boca con hilo negro. Clavaba la aguja con tal fiereza que la sangre salpicaba y dejaba manchado el espejo. Tuvo que repetir el trabajo varias veces pues no lograba que los hilos quedaran lo suficientemente sueltos para permitirle hablar. Al contrario, quedaban tan apretados que no podía mover su boca.

Terminó con su tarea y dejó la aguja bañada en sangre sobre su tocador. Cortó el hilo sobrante con una navaja y admiró su trabajo finalizado frente al espejo. La daga con la que Alice la había atacado alcanzó a cortar un poco las comisuras de sus labios. Nunca antes nadie la había herido y afortunadamente volvió a su carruaje tan rápido que ninguno de sus soldados la había visto sangrar más de la cuenta. Tardó un par de minutos en admitir que le gustaba ver cortadas las comisuras de sus labios así que se negó a practicar hechizos sanadores en ella misma. Su sonrisa se veía un poco más grande ahora, los cortes no eran tan profundos como para sangrar abundantemente así que no había problema alguno en conservarlos.

Llamaron a su puerta en ese momento y Aythana miró la puerta con odio. Detestaba las visitas inesperadas y había dicho claramente que no quería ver a nadie por el momento.

—Abre la puerta, Aythana.

Su carácter volátil explotó cuando escuchó la voz de Lord Horus al otro lado. ¿Cómo había conseguido escapar del calabozo? ¿Eso significaba que también Lord Century estaba libre?

Sonrió y trató de relajarse, cosa extraña en ella. Lord Century sin duda iba a encontrarse con Swan, bastaba con enviar a un par de soldados que lo buscaran y así daría con el paradero de la princesa y los sobrevivientes de la masacre en el Campamento Orión.

No había nada de qué preocuparse.

Pero Lord Horus... Vaya que él representaba un serio problema para sus planes. ¿Cómo era que no lo había matado ya? Recordó, para su pesar, que no podía simplemente deshacerse de él. Todo era parte de un plan. Astaria se doblegaría ante ella si veían que Lord Horus estaba de acuerdo con sus planes de dominación. Viéndolo de ese modo, el pobre hombre no representaba una amenaza tan grande como su hija.

La princesa Swan tendría que haber muerto durante la masacre en el Campamento Orión. Aquél juego de perseguir a los Rebeldes comenzaba a parecerle estúpido e innecesario. Intentó convencerse a sí misma de que pronto podría echar sus manos al cuello de cada uno de los Rebeldes.

Y luego estaba Alice. Sonrió con malicia al imaginar lo que sería poder enviar a la última esperanza de Astaria a la horca. Para su fortuna, la profecía sobre la Gran Reina Alicia únicamente hablaba de su regreso y del inminente encuentro con Aythana. No se mencionaba quién perdería y quién ganaría. Sintió que los hilos de su boca se tensaban cuando amplió su sonrisa. Pronto terminaría todo. Alicia y Swan morirían, los Rebeldes Orión serían todos condenados a la horca. Nadie nunca volvería a levantarse en su contra. Asesinaría a Horus y el trono de Astaria sería suyo. Para llevar a cabo sus planes necesitaba, usar a Lord Horus una vez más.

—Pasa.

Lord Horus se abrió paso en la oscura habitación. Ignoró olímpicamente la sangre salpicada en el espejo y el tocador donde la mujer había cocido de nuevo su boca. Ya se había tomado la molestia de cambiarse de ropa y darse una rápida ducha, nuevamente volvía a verse como todo un caballero.

Aythana lo miró como a un insecto, no podía pretender por mucho tiempo que Horus era un importante secuaz para ella. Necesitaba externar sus planes en ese momento, así que se separó un poco del tocador y exclamó:

—¡Jarko!

Si debía elegir entre ellos dos, el lobo negro sería siempre su compinche predilecto. El lobo negro parecía estar esperando al otro lado de la puerta.

Lord Horus y Jarko se fulminaron la mirada, ¿había acaso en Astaria alguien que no detestara a ese par? Incluso Aythana tenía tremendas ganas de decapitarlos ahí mismo.

—Lord Century escapó —comentó Lord Horus—. ¿Qué piensas hacer ahora, si no tienes ninguna carnada para mi hija?

—Tengo un plan que nos beneficia a todos —dijo Aythana—. Lord Century irá a buscar a Swan y dudo mucho que esa zorra se haya dirigido a la Región de las Catacumbas.

—Seguramente han venido a la Ciudad Imperial para vengar lo ocurrido en el Campamento Orión —aportó Jarko—. Si es así, no deben venir solos. Los Rebeldes Orión tienen una alianza con Jaku.

—Jaku y su manada no representan un problema —respondió Aythana despreocupadamente—. Durante la matanza cayeron dos lobos y Jaku se negará rotundamente a enviar a más de sus hombres para proteger a la chica humana. Seguramente los únicos que vienen en camino son Swan, los líderes de la Rebelión y esa chiquilla.

—¿Entonces cuál es el plan? —Urgió Horus—. ¿Quieres que llame a los soldados para proteger la entrada del castillo?

—¿Proteger? —Se burló Aythana—. ¿Acaso deberían asustarme? Si vienen hacia aquí, es posible que pretendan entrar por el camino subterráneo que conecta el castillo con tu mansión, Horus.

—Habrá que colocar vigilancia en el túnel —dijo Jarko—. Ellos no verán venir una emboscada.

—Quiero que dejen llegar con vida a esos inútiles... Y cuando estén dentro del castillo, yo me encargaré de ellos. Mientras tanto, quiero que coloquen soldados en todas las entradas de la Ciudad Imperial. Los únicos que pueden entrar son los Rebeldes, Swan y la chiquilla humana. Si alguien más viene con ellos, quiero que lo asesinen.

—Flarium viene también con ellos, majestad —informó Jarko.

—Tú encárgate de ese sujeto —ordenó Aythana—. Ahora lárguense, no quiero ver a ninguno de ustedes.

Lord Horus y Jarko le dedicaron una reverencia y se retiraron. La mujer volvió a mirar su reflejo en el espejo, intentando pensar en lo que ocurriría si es que sus enemigos se dirigían a verla.

Vio entonces la oscuridad de la noche por el ventanal de sus aposentos. Se acercó al cristal que la separaba del cielo nocturno y su mirada fría se fijó en aquella estrella que brillaba incandescentemente. ¿Cuántos habitantes de Astaria estaban viendo en ese momento a Orión brillar en el cielo?

Eso sólo podía significar que...

—Es imposible... Esa chiquilla... No pudo haber culminado ya con su transformación...

Pero tenía que aceptarlo, aunque fuera imposible para ella.

La Gran Reina Alicia había vuelto. Como humana, Alice no representaba un riesgo. Pero aquella otra mujer, a la que veneraban todos quienes se imponían al régimen de Aythana... Necesitaba preparar una mejor estrategia, en caso de que Jarko y Lord Horus arruinaran su plan. Cerró las pesadas cortinas de terciopelo negro para cubrir el ventanal y abandonó sus aposentos a paso veloz.

La Gran Reina Alicia no le quitaría el trono de Astaria.

Los Cuentos de AstariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora