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❛❛Nakamura Aiko❜❜
Fuiste a casa, ¿Aunque realmente eso era una casa? ¿Considerabas una casa a un lugar tan solitario como el que estabas? Sí, cualquier adolescente con problemas familiares sueña con independizarse, y no está muy lejos de tu realidad, soñabas eso, pero no pensabas que en tu pequeño sueño y milagro, estarías sola, en tu cabeza creías qué irías a la universidad con Kiyoko, viviendo juntas en un pequeño departamento de ochenta metros cuadrados.
Hablaste con Kiyoko casi toda la noche y tarde, detallaste específicamente todo tu primer día, y ella el suyo. Contó que habían dos nuevos integrantes en el club de vóley, Kageyama Tobio y Hinata Shoyo, sus palabras al describirlos solo reflejaba gran potencial en ellos dos.
(n)
— ¿Estás contenta Yoshida? ¿Lo estarás cuando alcancé esa perfección por la que tanto anhelas en mí? Eso espero..
[...]
Mientras caminabas por el pasillo del colegio, lo volviste a ver. Suna Rintaro. Llevaba su celular en sus manos, junto a algo que por la distancia no podrías ver claramente.
Ignoraste su presencia y seguiste a tu dirección. Quedaste parada al costado de la puerta del aula, sacaste tu celular de tu bolso, haciendo un rápido moviendo para sacarlo. Estuviste tranquila hasta que una presencia femenina se te acercó.
— Hey ¿Eres Yoshida (n)? —- extendió la mano para saludarte.
— Lo soy.. ¿Qué quieres?
Ella al ver que su saludo no fue correspondido bajo su mano lentamente, suspirando y presentándote.
— Emm... yo soy Nakamura Aiko, estamos en la misma clase. — sus palabras tenían un tono nervioso.
— Oh, es un lindo nombre.
Ante el alago ella sonrió cordialmente, y juntó sus manos, parecía que quería decir algo y era notable en sus gestos y movimientos.
— Suéltalo.
Aiko definitivamente tenía algo que decir ¿Sería bueno o malo?
— ¡Quiero que seamos amigas! — alzó su tono dulce de voz.
—¿Eh? ¿De qué hablas? No te conozco.
Ella era una chica rara, su actitud lo era, su nerviosismo también lo era, y ser amigas tan repentino, te parecía algo muy loco.
— Escucha.. no quiero ser descortés, esa no fue mi intensión, simplemente no te conozco, no dije que no podíamos serlo.
-— ¡S-sí! —- alzó su cabeza inclinada avergonzada.
