Una dulce idea

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Astoria estaba acomodando todas sus pertenencias en el lugar que eligió en la habitación. Preparando los libros para las clases de mañana, dejando su pijama en la cama, perfumes y accesorios en el baúl y demás. Una vez lista, bajó al Gran Comedor para la cena de bienvenida.

Al entrar al Gran Salón todo se veía tal y como era antes, parecía que nada pasó, como si esa guerra no hubiese existido...
Se dirigió a su mesa mientras observaba que solo había un miembro del trío de oro, Hermione. Harry y Ron aparentemente decidieron no asistir.
Se sentó en su lugar de siempre, la comida apareció en frente suyo, se sirvió un poco de jugo de calabaza, una tostadas y empezó a comer.
A su diagonal a la izquierda tenía al famosísimo Draco Malfoy comiendo muy pausado. Parecía pensativo, volando entre sus pensamientos con cara de... ¿dolor?
Tenía la mirada como triste, apagada... Ni un día y ya estaba así ¿Qué le pasará? ¿Que podrá animarle?
Astoria pensaba como ayudar al rubio sin ayudar al rubio... diciendolo mejor, sin que Draco sepa quien quiere ayudarlo sin segundas intenciones...

La cena concluyó. La nueva directora, Mcgonagall hizo un discurso muy parecido al de Dumbledore a los de primero, ella dejo de escucharlo a su tercer año.
Se fue con sus compañeras de cuarto a la de sala común.
Ellas se quedaron charlando en los cómodos sillones mientras que Tori subía al cuarto a cambiarse y a acomodar la ropa para mañana.
Ya con su pijama puesto se acostó, todavía pensando en Draco. Hasta que... se acordó de un libro que desde que lo encontró lo necesita leer. Es pequeño, pero muy valioso. Allí adentro tiene frases de muggles famosos, que dijeron cosas muy bellas y que si es el momento justo, le ayuda muchísimo.
201 mensajes para que no te rindas no es un libro como los demás, con largos textos y palabras complejas, son solo frases, con dichos autores, y otras que no tenían. Nunca supo porque no tenía el nombre de quién lo haya dicho, imaginó que eran anónimos.
Abrió el libro en una página cualquiera y éste decía;
- Acérquese al borde -les dijo.
- No podemos, tenemos miedo -contestaron.
- Acérquese al borde -repitió.
- No podemos, nos caeremos -se quejaron.
- Acérquese al borde -insistió.
Y se acercaron
Él los empujó y levantaron vuelo...
                                     Guillaume Apollinaire.

Astoria sonrió, entendió perfectamente y eso la animó a poder ayudarlo.
Guardó el libro en su baúl y se acostó en la cama, unos minutos después y nuestra protagonista ya estaba durmiendo.

No te rindas; DrastoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora